Frente a mí se alzaba mi nueva casa. Despintada y algo descuidada, pero mía.
Mientras la miraba vi llegar el coche del agente inmobiliario, que venía a que le firmase alguno papeles y a arrancar el cartel de "se vende" del jardín.
-Enhorabuena señorita Guerra, ya es toda suya- dijo dándome la mano que le quedaba libre.
-Muchas gracias.
Me entregó las llaves, o al menos hizo el además de dármelas, porque hasta que no me dio su advertencia, -no olvide usarlas señorita, este no es sitio para dejar la puerta abierta-, todo en un tono muy solemne, no las soltó.
El pobre diablo subió a su coche y se marchó sin mirar atrás. Está claro que no es de los míos. Toda mi vida he vivido en sitios denominados... poco seguros por así decirlo. Sin embargo este no era de los peores, y cuanto más miraba mi casa más me emocionaba las posibilidades que tenía esta con unos pocos arreglillos.
Sin embargo, después de trece horas conduciendo desde Nuevo México, lo último que me apetecía era trabajar. Entré, y a pesar de su aspecto exterior, el interior era bastante acogedor. Bueno, es cierto que podría darle alguna capa de pintura arreglar un poco aquel desastre, la madera de las ventanas estaba desgastadas y en el sofá podía ver alguna que otra marca de quemaduras. Me quejaría del resto de muebles, pero no había. En ese instante solo me apetecía ducharme y dormir, y para ello contaba con una bañera sin cortina y un colchón en el suelo. No me pareció tan mal, hasta que vi que uno de sus lados del colchón se movía, después de eso decidí dormir en el coche.
Por suerte, mi Gran Torino del 72 tiene un asiento trasero bastante cómodo, estaba cogiendo el sueño cuando, a las dos de la madrugada escucho un par de coches rugir y gente gritando, me levanto un poco y por el parabrisas trasero veo como tres coches aparcan junto a la casa de enfrente. Escucho la música de la radio de uno de ellos y veo como varios hombres de cabeza rapada se sientan en los escalones de la entrada, en cajas esparcidas por el jardín delantero y en un sofá plantado en mitad del césped.
-Genial-murmuro- esto no venía en el contrato- me recuesto he intento pegar ojo.
A la mañana siguiente me despierto decidida a trabajar. Hago malabares para vestirme en el coche. Me pongo una camisa amarilla y un mono vaquero que me queda algo suelto, así trabajaré a gusto.
Lo primero que hago al salir del coche es mirar a la casa de enfrente. La gente ya no está, lo único que veo fuera es un precioso Chevy Impala color granate, su modelo es antiguo, no atino con el año.
Me giro hacia mi casa y suspiro, es hora de ponerse manos a la obra. Comienzo sacando todo lo que no necesito. Llamo al ayuntamiento y me informan de que hoy mismo podrían pasarse a por los muebles que quiera tirar, así que me armo de valor y comienzo a arrastrar el colchón mientras lo que sea que hay dentro sigue retorciéndose.
El sofá está un poco quemado, marcas de cigarrillos aquí y allá, pero tiene buen aspecto. Ni me molesto en tocarlo. Barro el suelo, arreglo lámparas y friego el baño. La casa no está nada mal una vez hechos estos arreglos.
La hora del almuerzo se acerca, por lo que decido salir a algún supermercado cercano. Mi nevera está vacía. Cuando regreso, desde el coche veo que el colchón sigue ahí. Me extraño, pues los del ayuntamiento deberían haber pasado ya.
Entro en casa, acomodo las cosas en la encimera y comienzo a cocinar.
-Acabamos de escuchar "Viene de mí" de La Yegros en Freeridge fm, la radio más latina de Los Ángeles, ahora animémonos con un poco de "Sancocho" de La Misa Negra.- Subo el volumen de mi aparato. No puedo evitar animarme y bailar mientras cocino. Al rato oigo golpes en la puerta, me extraño pero abro la puerta sin siquiera mirar quién es. Error de principiante.
Frente a mí veo a un hombre que me saca dos cabezas de altura, mirándome con el ceño fruncido y las aletas de la nariz abiertas. Tiene un tatuaje de una lágrima en la mejilla izquierda y una cruz en el cuello en la que puedo leer "Santos".
-They took my couch. (Me han quitado el sofá)- Miro por detrás de su hombro. Mi colchón sigue en la calle mientras que su sillón ha desaparecido. No puedo evitar tragas saliva mientras escucho de fondo "me vale vale vale si llega la paliza".
-Ok, listen- digo dando un par de pasos atrás- ha sido un malentendido. No quiero problemas.
-¿No quieres problemas?- me dice muy pegado a mi cara, pues él ha avanzado para mantenerse cerca. -Eso debías haberlo pensado antes de llamar a los basureros a mi casa.
En mi intento por huir de él comienzo a girar a mi derecha, gran error, pues la barra de la cocina me impide seguir retrocediendo.
-Vale, escucha, no era mi intención, lo podemos arreglar.
Él termina de acercarse de manera que tengo su pecho a un palmo de mi cara. Veo como este sube y baja por su respiración agitada, moviendo la cruz que cuelga de él. Debo admitir que su musculatura me sorprende.
Alzo la vista y me encuentro con su mirada desde arriba. Tiene los ojos entrecerrados por la rabia y sus largas pestañas apenas dejan ver lo poco que queda de ellos. Me intimidan
-Te lo puedo compensar- digo con voz temblorosa. Su expresión cambia al oír mis palabras, alza las cejas y me mantiene la mirada antes de girar la cabeza hacia un lado riendo.
Cuando acaba de reír, veo como se muerde ligeramente el labio inferior. Se vuelve hacia mí, me mira de arriba abajo con sus penetrantes ojos, se inclina, noto el calor de su mano en mi cintura, justo donde acaba mi top. Su piel toca mi piel. Con su otra mano coge mi barbilla ligeramente y levanta mi cara. Nuestras miradas se encuentran, la suya baja hacia mi boca, sobre la que pasea su pulgar tirando de mi labio hacia abajo.
-¿Si? ¿Cómo?
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Welcome to the block | 《Oscar "Spooky" Diaz》
FanfictionAcababa de llegar al barrio en busca de una nueva vida, pero no contaba con que él formara parte de ella, poniéndolo todo patas arriba. Lola solo busca otro comienzo, lejos de su pasado, en un lugar donde poder llevar mejor vida, sin embargo, se ver...