Saint Seiya Ω La Batalla Del Tiempo

Capítulo 16: La Rebelión De Los Mares

Han pasado unos días desde que los Santos dorados vencieran al dios de la mentira Loki, y los jóvenes caballeros lucharán contra Febe logrando liberarla del control mental que la mantenía presa y la obligaba a luchar contra su voluntad, donde una vez que fue liberada les revelo que algunos titanes que en la antigua guerra ayudaron a los dioses a combatir contra los titanes, pero después de que los mandaran al Tártaro esta vez no estaban a favor de unirse esta vez a los dioses, así que esta vez tendrían que luchar contra los once titanes y sus poderosas Somas, aunque gracias a los ataques que habían recibido ya habían podido derrotar a dos de ellos, dejando a las fuerzas principales de Kronos más mermadas. Mientras las defensas en el santuario seguían igual de fuertes, aunque Kiki tenía bastante trabajo reparando las armaduras de sus compañeros y de los demás caballeros. Pero ahora tres personas se encontraban en la sala del patriarca, donde se pudieron ver como una mujer se encontraba sentada en un trono, un hombre con ropajes antiguos se encontraba a su lado de pies, y un hombre de aspecto más joven con una armadura se encontraba enfrente de ellos.

-Ikki, ¿por qué querías vernos?-Le preguntó Saori, al santo de Fénix.

-Pensé en la oferta que me disté.-Empezó hablar el caballero de bronce, mirando fijamente a la diosa y al patriarca.-Y después de que la armadura de Leo viniera en mi ayuda contra Loki, he comprendido que mi destino al igual que mis demás hermanos es aceptar ser un caballero dorado.-Anunció aceptando el puesto que le había propuesto hace algún tiempo, sabiendo que al igual que sus hermanos su destino era aceptar la armadura dorada para así poder ayudar mejor.

-Me alegra oír eso, Ikki caballero dorado de Leo.-Hablo Saori, llamándole con su nuevo título.

-Más vale que cumplas bien con tu deber, y dejes de ser un lobo solitario.-Le advirtió Harbinger.

Antes de obtener alguna respuesta por parte del nuevo caballero de Leo, pudieron ver como la armadura de dicha constelación aparecía desde su caja enfrente de ellos, y a la vez que la armadura del Fénix abandonaba el cuerpo de su antiguo portador, para ser reemplazada por la de Leo.

-Gracias por todo, armadura de Fénix.-Le agradeció Ikki a su antigua armadura, mientras observaba la piedra armadura y recordaba alguna de sus antiguas batallas.

Fuera de la cámara del patriarca, Seiya había abandonado la casa de Sagitario para bajar a la de Shiryu, no sin antes pedir permiso y saludar a Yasmín, la cual simplemente saludó con un asentimiento de cabeza, aunque Seiya sabía que eso era suficiente por ahora, después de lo que había pasado la actual amazonas de Escorpio.

-Hola Shunrei.-Saludo Seiya, a la esposa de uno de su mejor amigo.

-Hola Seiya.-Le devolvió el saludo la mujer.-¿Buscas a Shiryu?-Le preguntó, sabiendo por que el santo de Sagitario se encontraba en la casa de su esposo, a lo que solo recibió un asentimiento de cabeza por parte del hombre.-Se fue con Ryuho al estadio para entrenar.-Le respondió con una pequeña sonrisa.

-Muchas gracias.-Le agradeció, antes de ponerse en camino hacia donde le habían dicho.

Con lo que bajando por las escaleras y bajando por las demás casas, saludando a los otros caballeros, donde al bajar al coliseo pudo ver como su amigo estaba entrenando con los jóvenes caballeros, los cuales todos llevaban ropa de entrenamiento en vede de llevar sus armaduras.

-Habéis mejorado mucho.-Les felicitó Shiryu a los jóvenes caballeros, mientras bloqueaba los ataques de Koga y Yuna.-Pero aun os queda bastante para llegar a vuestro máximo nivel.-Les avisó, antes de sentir como Haruto y su hijo le iban atacar.

-Vaya Shiryu, no aflojas ni en los entrenamientos.-Comentó Seiya, al ver cómo había bloqueado el ataque como si nada.

-Es mejor que estén preparados para todo.-Respondió este, antes de mirar hacia adelante al sentir algo extraño.-Seiya, ¿lo has sentido?-Le preguntó el caballero de Libra a su amigo.