Capítulo 3.-

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El silencio se instaló entre los dos amigos, siendo interrumpidos por la puerta principal del salón, Seph había tenido razón en que alguien estaba intentando entrar al palacio y ese era un joven de al menos unos diecisiete años humanos, se quedó d...

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El silencio se instaló entre los dos amigos, siendo interrumpidos por la puerta principal del salón, Seph había tenido razón en que alguien estaba intentando entrar al palacio y ese era un joven de al menos unos diecisiete años humanos, se quedó de pie en el umbral de la puerta, con el corazón acelerado.

Frunció el ceño.

Observó con detalle el lugar, sus ojos pasaron por la estancia de una manera minuciosa que cualquiera pensaría que estaba buscando la más mínima suciedad, sin embargo, lo que en realidad buscaba era a un ángel en particular.

Y lo encontró ahí, cerca de una de las repisas, colocando una espada en su sitio con tanta delicadeza que pensó en lo frágil que sería el arma sí llegase a caerse, tragó saliva al ver a los guerreros.

Nunca en su vida había estado tan cerca de esos chicos por todo lo que se decía respecto a ellos.

Uno tan hábil con su espada y el otro tan letal como un escudo.

Parecía que ninguno de los dos se había dado cuenta de su presencia, miraban el jardín con tanto interés que se sorprendió de que Daren no lo notó cuando colocó el arma en su lugar, quizás se debía a que no protegía al rey.

Un ángel con una habilidad muy baja de pelea que solo se consideraba un estorbo para aquellos increíbles guerreros.

El cabello rubio de Seph aún seguía húmedo debido al entrenamiento, mientras que Daren sonreía por algo que le había dicho a su compañero o quizás, como muchas otras veces se estaba burlando de él.

Siempre con ese estúpido comportamiento.

Pero su atención fue directa a Seph, quién lo miraba con una ceja arqueada.

—¿A qué se debe su visita, consejero real? —le preguntó.

Daren borró todo rastro de su sonrisa al escuchar esas palabras, no estaba acostumbrado a las visitas inesperadas en la estancia y es que simplemente no las esperaba y menos a alguien que tenía que ver con la realeza.

El consejero real no prestó atención a las palabras de Seph, ya que se interesó más en el aspecto del lugar.

El salón sin duda, no era un sitio muy agradable para alguien como él.

Las paredes estaban hechas de una piedra ostentosa, casi la mayor parte del palacio estaba construido de ese tipo de material. La iluminación a pesar de no ser carente se mantenía tenue debido a los rayos que se alzaban por el ventanal.

En las repisas había una gran variedad de armas, espadas, guadañas, arcos y flechas, dagas y entre muchas otras cosas más.

En medio de la estancia había una pequeña chimenea sin usar y un olor a polvo que lo hizo arrugar la nariz. Todo aquello necesitaba una limpieza profunda y estaba seguro que pronto se iba a encargar de eso.

Dareph -Wattys 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora