25.
Permíteme que se vayan las náuseas que produce tu ausencia, permíteme soñar que te abrazo y te despierto con un beso en la frente.
Permíteme acariciar tu cintura con la nobleza de mis ansias, permíteme darte todo de mí, déjame morder tu pecho con mis brazos.
Permíteme desvanecer tus miedos si pones tu cabeza en mi pecho, permíteme tratarte suavemente, sujeta tu pelo y oríllame al cielo.
Llévame a Avándaro y desnúdame con el sabor de tus pupilas o con el color de tu saliva, llévame a donde tú quieras, embriágate de mí.
Déjame llorar mientras te beso en la esquina de la terraza, no por tristeza sino por la felicidad de tener a la mujer que siempre soñé entre mis poros.
Permíteme dedicarte la misma canción cada treinta de octubre, abre la puerta de tu habitación y aviéntame al fuego de tu sudor, quémame con tu ansiedad, rasga mi camisa con tus uñas.
Nunca dejes de amarme y te juro que yo jamás dejaré de soñar mis sesenta años a tu lado.
Tomándome de la mano volemos a tu lugar favorito y pídeme que te cante nuestro riesgo, nuestra historia.
Me tienes enamorado, me tienes enloquecido, me tienes soñando siempre las mismas cosas.
Permíteme ver tus ojos durante mil años, permíteme hacerte feliz, permíteme derretirme por ti.
Lo deseo tanto.
