1.
Recuesto mis labios sobre tu mejilla derecha, depositando los últimos gramos del cariño que me quedan de ese día, y no porque ya no quiera sino porque te lo has llevado todo.
Envuelvo mi torso sobre tu pecho, emulando a un escudo que protege al guerrero, como si tú y yo fuésemos uno sólo contra la complejidad del mundo.
Levantas tu mirada, siento tu aliento en mi cuello, lo que me hace imaginar que estoy en lo más alto del universo, procedes sin culpa a darme un beso provocando la sensación de cerrar los ojos para después dibujarme a ti y a mí en una sola conjunción.
Cobijo tu cuerpo que está entrelazado al mío mientras continúo besándote lentamente.
Nuestras manos expanden fuerza por el simple hecho de estar vivos y el perfecto placer de estar juntos.
Tu calor hace erupción terminando en un último beso que nos hace reafirmar nuestros esfuerzos por no enloquecer.
Susurro mis deseos de seguir una vida contigo, sólo sonríes, luego, en tu oído tu nombre precedido de un te quiero, sólo me besas.
Exploro tu rostro con la palma de mi mano, suavemente descubro lo mucho que quiero a esta mujer, me hace estallar, me encanta en todas las fórmulas, haría lo que fuera por esta criatura.
Abro los ojos, difumina la imaginación, se completa un día más que a excepción de los sentimientos, tú y tus caricias no están en mi cama junto a mí. Sólo era otra simulación.