Capítulo 30

69 5 0
                                    


Tener un mundo sin Annie fue una de las cosas que creí iba a tardar años en suceder, quizá cuando las dos fuéramos lo suficientemente mayores para que de una forma sumamente natural nuestra vida terminara en este plano y siguiéramos siendo igual de felices en el siguiente. Nunca imaginé que tan pronto ella iba a dejar de existir y que eso me llevaría a sentirme una vez más un ser que físicamente esta en ese mundo moviéndose en automático y que mentalmente está flotando sin rumbo en un lugar en donde todo es oscuro y frío.

No he salido de mi habitación desde que volvimos aquella tarde de su pequeño funeral en donde sólo estuvimos presentes mi madre, Dean, la señora Holland, Massimo y yo, y en donde no pudimos despedirnos de algo más que sólo admirar como ponían a un lado de la lápida de mi padre la suya. Un lugar que siempre estará vació.

Annie era como mi madre cuando la mía aun estando presente estaba ausente.

Y ahora jamás podré agradecerle todo lo que hizo por mí.

Ella sabía cómo ponerme feliz, sabía cómo ponerme de mal humor, sabía sacar bromas en los momentos más serios y sobre todo sabía mostrarme apoyo y cariño. Su carácter impulsivo, sarcástico y rudo la hacían ser única y muchas veces tener la razón, otras sólo me hacía fastidiar hasta causar una pelea, pero siempre intentaba ponernos bien, y eso es lo que más voy a extrañar de ella.

Y no me imaginó cuanto va a echarla de menos mi madre.

La puerta de mí ahora ya sola habitación es abierta con lentitud causando un rechinido que me hace encogerme más entre las almohadas y las cobijas, el sonido es irritante y me hace arrugar la cara hasta que se detiene.

— ¿Quieres salir a comer? —pregunta mi madre en un tono de voz tan apagado y sin ánimos que sin querer me hacen sentir aún peor.

—No, gracias. No tengo hambre. —respondo sin tan siquiera mirarla.

—Ayer no cenaste nada hija, te hará mal no comer.

—No tengo hambre mamá. —repito y me meto debajo de las cobijas.

Ella suspira, un sonido aún más cansado que su propia voz y cierra la puerta despacio hasta que me vuelvo a sumir en la oscuridad. Mis ojos se cierran y me dejo ir entre mis sueños intentando desesperadamente buscar a mi hermana y mi padre en ellos.

Tres días después me animé a levantarme, mi vejiga me lo pedía y también mi cabello enmarañado y seco. Tome una ducha larga y dure tanto tiempo dentro que mi madre preocupada fue a buscarme y la cara de alivio que puso al verme hizo que ambas nos soltáramos a llorar en el baño, ella sentada en el suelo a mi lado del otro lado de la cortina de plástico desgastada y rota.

Bien dicen que existe un antes y un después de ti cuando atraviesas algo que de alguna manera te cambia la vida.

Evan no cruzo por mi cabeza hasta que revise mi teléfono y me di cuenta que por alguna extraña razón mi fondo de pantalla era una foto de nosotros dos juntos acostados en la cama y sonriendo. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver lo feliz que fuimos ese día y también porque desde que pasó el accidente no volví a saber de él. No quise llamarlo, no le envié algún texto, sólo mire la foto hasta que volví a quedarme dormida con el pelo mojado y la bata de baño puesta.

Cuatro días más pasaron, Dean comenzó a visitarme y a traerme literal la comida hasta mi habitación y mi boca. Me alimento mientras lloraba y berreaba por ver la cama vacía de mi hermana, me abrazo hasta que lograba calmarme e intento distraerme poniéndome películas en su teléfono y vídeos que según él me harían reír hasta sentirme mejor. Funcionó. Me hizo pasar ratos muy agradables y también dejar mi cama. Ahora estar en el sofá es mi nuevo lugar, me la paso leyendo y ocupando mi cabeza en otra cosa.

PELIGROSO DESEO || LIBRO 1 +18 [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora