23 * "Miradas"

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Lo amaba, no había sido un camino sencillo ni para él ni para el castaño, pero lo amaba y estaba seguro de no querer cambiar nada de lo vivido, de todo aquello que lo llevó hasta él.
No había nada que no pudiera hacer por él, y el castaño lo sabía.

-Samu-.

-Dime- respondió saliendo de su portátil y dirigiendo su mirada hasta él.

-Necesito tu ayuda con un trabajo del instituto- dijo acercándose a Samuel y haciendo que este se girara un poco en la silla para sentarse en sus piernas.

-Claro ¿Qué necesitas?- preguntó tomando una de sus manos.

-Tus ojos- le sonrió.

-¿No me los vas a arrancar o si?- preguntó con gracia.

-No, no- negó dejando escapar una risa- nuestro profesor de diseño quiere realismo y empezaremos por miradas- informó- serías como mi modelo y tus ojos serían los que posarian, ya sabes enojados, tristes, felices, neutros-.

-Entiendo, entiendo no tengo problemas pero ¿No sería mejor que posaran entre compañeros?- preguntó.

-No- aquella expresión de niño fastidioso que tanto le gustaba- quiero que sean tus ojos Samu- dijo inflando sus mejillas- yo me he convertido en tu modelo cuando necesitas fotos para promocionarte- dijo desviando la mirada.

-Ay, ay, ay ya sabía yo que me lo sacarias en cara en algún momento chiqui- dijo tirando de sus mejillas.

-Ouch... dueeeleee- se quejó alejando sus manos- no te lo estoy sacando en cara, te lo recuerdo nada más-.

Samuel se sonrió, si, lo amaba tanto, que haría lo que fuera por él, sin importar el que.

-Pero ¿Tiene que ser ahora?- cuestionó mirando su portátil- tengo que preparar los books de cinco eventos para el próximo lunes- le informó.

Rubén miró al mayor y a su portátil, sabía que aquello le llevaba tiempo, porque su Samu era muy tiquismiquis con sus trabajos- ¿Y si me dejas fotografiarte con mi móvil? Así podré trabajar en lo mío sin interrumpir tu trabajo- le ofreció.

Samuel asintió, aquello le parecía más óptimo que estar quien sabe cuántas horas posando.
Cuando Rubén obtuvo todas las fotografías con las que trabajaría le dijo que estaría en ello en su habitación para no interrumpirse entre ambos. Estar juntos era bueno y lindo pero el estar todo el tiempo juntos terminaba por retrasar sus trabajo y era algo que debían controlar.

Mientras Sam trabajaba en su portátil pensaba un poco en las "miradas" de Rubén. Cuando se conocieron sus ojos no brillaban tanto como lo hacían hoy en día, pero no le extrañaba realmente, Bruno había sido un hijo de puta con él, decía amarlo y lo dañó tanto que si comparaba a ambos Rubén, el del pasado y el actual, dirías que se trataban de dos personas completamente diferente.

Samuel había visto el miedo y el terror en aquellos verdosos ojos, más veces de las que le hubiese esperado, pero también había sido parte de la transformación de aquella mirada, como poco a poco recuperaba su vida y su brillo. Aquello le recordaba automáticamente cuánto lo amaba. No había mirada ni expresión que el mayor no conociera en su novio, desde la más dulce y tierna hasta la lujuriosa y pervertida que podía entregar en sus momentos de intimidad.

Siempre escuchó decir que "los ojos son las puertas al alma" y nunca entendió a qué se referían, pero si entendía una cosa, el alma de Rubén era de las más fuerte y dulces con que se había topado.
Su mirada también había cambiado, mucho, ya no era la del viejo Samuel De Luque, por el contrario era más cálida, más dulce, más accesible y ese cambio se debía únicamente a Rubén.

La noche llegó rápidamente, aún así Samuel seguía trabajando, quería su fin de semana libre para poder salir con Rubén a algún lado, hacía mucho tiempo que no salían y quería consentirlo mucho.

-Disculpe señor trabajo- dijo Rubén quitándole su portátil, guardando todos los cambios que el azabache había generados y cerrando la para que se suspendiera por un momento- ¿Le importaría devolverme a mi novio para cenar?- preguntó llevando su mirada desde el aparato hasta Samuel que no evitó el sonreírle- la cena ya está lista cariño- murmuró besándolo mientras se sentaba a horcajadas.

El beso fue correspondido, siempre era correspondido, siempre lo sería- lo siento bebé me entretuve más de lo normal- dijo poniéndose de pie sujetando a Rubén de su trasero quien se aferró con sus piernas a la cintura del mayor. Yendo directo a la cocina para cenar.

Cada uno se sentó en su lugar, uno al lado del otro, pastas cuatro quesos para cenar, Samuel amaba la comida de Rubén y ya que a él no se le daba muy bien el cocinar se encargaba de la limpieza luego.

-¿Cómo vas?- preguntó Rubén.

-Bien, ya tres de cinco y estoy trabajando en el cuarto- le informó luego de tragar su bocado.

-No te sobre exijas demasiado amor ¿Si?- pidió acariciando su mano libre mientras esté asentia.

-¿Y tú cómo vas?- preguntó con curiosidad.

-Bastante bien la verdad, aunque me quedo muchas veces embobado con esos hermosos ojos café- respondió con una amplia sonrisa mientras bebía del jugo de manzana que había preparado.

-Tontito- sonrió.

Esa noche no hubo postre, Samuel se había olvidado de hacer las compras y tendrían que salir al día siguiente para comprar provisiones, aunque era una actividad que les gustaba a ambos "jugar a la casita" como le decía Auron a su relación. Rubén le aseguró a su hermano que decía aquello por simple envidia, por no poder "jugar a la casita" con Luzu por estar en ciudades diferentes.

Eran cerca de la una am, cuando sintió a su novio ingresando en la sala nuevamente con aquella camiseta holgada que era de su propiedad y una expresión que mezclaba el fastidio y el sueño.

-Samu ya ven a la cama- dijo acercándose para dejarse caer sobre la espalda del mayor.

-Si chiqui en un ratito voy- dijo acariciando sus cabellos.

-No, dijiste en un ratito hace un ratote- se quejó- venga, vamos a la cama- pidió tironenado del mayor.

-Doblas- lo llamó con seriedad- debo terminar- agregó.

-De Luque, puedes terminarlo mañana y el domingo- respondió igual de serio, odiaba que Samuel fuera tan cabezota cuando de su trabajo se trataba.

-No quiero trabajar el fin de semana- respondió- quiero dedicartelo a ti- murmuró tomando su mano.

Rubén bufó- venga dedícame está noche, mañana en la tarde puedes continuar con tu trabajo- pidió.

Samuel supo que había perdido cuando Rubén aplicó su mirada de cachorro abandonado a punto de llorar. Guardo los avances y apagó el portátil.

-Eres muy manipulador de mucho cuidado ¿Lo sabes?- preguntó el azabache.

-Tu eres muy débil a mis encanto- dijo riendo frotando uno de sus ojos.

Samuel enarcó una ceja mirándolo- volveré a trabajar- dijo dando media vuelta en medio del pasillo.

-¡¡Era broma, era broma!!- exclamó sujetando su brazo y tirando de él escuchándolo reír- subnormal-.

Antes de entrar a la habitación, Samuel acarició su cabello mientras le regalaba "esa" mirada. La mirada cómplice que lo invitaba a entregarse una vez más, esa mirada que únicamente había visto el contrario y nadie más. Si, se amaban, todo el dolor y el sufrimiento que habían atravesado se estaba convirtiendo en una recompensa por haberlo soportado y así seguirían aunque nacerian, sin dudar, problemas futuros que aún debían superar.

~23/05/2022~Ela~Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ~

Dato extra: este corto está relacionado con otra de mis historias "Mi trébol de cuatro hojas". Son bienvenidos a leerla, son 100 capítulos en el primer libro y el segundo libro ya lleva 15 capítulos y lo retomaré cuando el Rubegetta Month acabe.
Por cierto, bienvenidos a los nuevos guapis que siguen mi humilde perfil, espero que mis historias sean de su agrado.
(^~^;)ゞ

Rubegetta Month 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora