ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴅᴏs.

131 8 0
                                    

Marcaban las 9:30 A.M en la alarma de mi teléfono.
Una gran tormenta torrencial había afuera. Grandes gotas de agua caían por el vidrio de la ventana y el cielo estaba nublado.

Suspiré y gire mi cabeza hacia la izquierda viendo a Laia durmiendo plácidamente con su chupete en la boca y su mano agarrando la mantita que mi mamá le había regalado apenas nació. Un apretón en mi costilla sentí al intentar desperezarme; Julieta se encontraba aferrada a mi, soltando pequeños quejidos ante los ruidos de la tormenta. Le dan miedo los truenos y relámpagos, según ella dice que el cielo se va a caer.
Pase uno de mis brazos por su espalda y la acerque a mi cuerpo, sintiendo el calorcito que formábamos ambos.
Fijé mi vista en el gran ventanal de nuestra habitación, acariciando la piel desnuda de mi jujeña con las yemas de mis dedos.
Hoy era el día perfecto para quedarnos todo el día en la cama sin hacer nada, lo merecíamos, tuvimos una semana bastante complicada con poco tiempo para vernos, y cuando yo volvía, solo las veía dormir, las extrañe tanto.

—Mhm. Como que están para unas torta fritas con dulce de leche y mate—murmuró Julieta aún con sus ojos cerrados.

—Sabes que justamente mi panza estaba pensando lo mismo—sonreí, dejando un beso en su frente;—buenos días, no quise despertarte tan temprano.

—¿Tu panza tiene la capacidad de pensar por sí misma?, Fua, adelantado por dos mil años estas—se burló, soltando una risa acompañada de un bostezo;—buenos días, amor—dejo un beso en mi mandíbula, sentándose en la cama, frotando sus ojos con las palmas de sus manos—estaba despierta desde hace rato, solo que me relaje mucho cuando me empezaste a hacer mimos—confeso con una sonrisa inocente.

Reí mirándola, tapandome hasta la cadera;—Voy a poner el agua para el mate, yo cebo mientras vos haces las tortas fritas—dije levantandome de la cama, agarrando mí bermuda que se encontraba a los pies de la cama para colocarme la misma.

—Cuando no. Desayunemos en la cama, por fa—pidió, peinando su pelo con sus dedos, metiéndose al baño.

—Obviamente eso estaba adentro del pack de día de descanso.

Mire de reojo la cuna y al ver unos brazos levantados, me di vuelta. Sonreí al ver a Laia despierta, mirándome con una leve sonrisa en su rostro.
Sin dudarlo la alcé, acomodandola entre mis brazos;

—Hola mí amor, buen día—deje un beso en su mejilla, lo que causó que la bebé comience a balbucear;—si, bueno, ahora buscamos a mami para que la ordeñes... Pero como papi también tiene hambre mejor te hago la mamadera—asentí con una mueca divertida y primero pasamos por su habitación para cambiarle el pañal.

Cambié su pañal meado y la ropa que traía puesta, poniéndole un body negro de oso junto a su pantalón marroncito con botitas.
Una vez lista bajamos y puse el agua para el mate mientras Julieta preparaba la masa de las tortas fritas. Busque la bandeja de cama y comencé a preparar las cosas del mate allí.

—¿Quién se comió todo el dulce de leche?—se quejó Julieta, girandose en sus talones y clavo su mirada seria en mí con sus brazos cruzados.

Abri mis ojos con exageración y rasque mí nuca al sentir una mirada sobre mí. Lentamente me di vuelta y la mire con una sonrisa inocente;—¿Qué me miras?, Si fue Gaby.—mentí, obvio fui yo.

—A Gaby no le gusta el dulce de leche—achino sus ojos y se acercó unos pasos hacia mí.

Retrocedí la misma cantidad de pasos que ella adelantó y mordí mí labio inferior;—Fue Elvira, siempre fue ella, la intenté cubrir pero no se pudo, perdón Elvira, no pude seguir ocultando tu secreto—hable con rapidez acomodando a la bebé en mis brazos.

—Ignacio...—Levantó una ceja, volviendo a acercarse a mi.

Esta mujer me da miedo.—Esta bien, está bien, fui yo, fui yo, el dulce me seducio, me obligó a comerlo, no me hagas nada, tengo a Laia—volvi a hablar rápidamente y agarre a mi hija por las cosquillas, estirando mis brazos hacia la jujeña, mostrándole a la pequeña. Cerré mis ojos y corrí mi cabeza hacia un costado, evitando el contacto visual.

Julieta soltó una carcajada mirándome y dejo el pote sobre la mesa.

—¡Papá!—se quejó la mini castaña con su dulce voz. Julieta y yo nos quedamos estáticos al escucharla, y abrimos nuestros ojos exageradamente.

—Vos escuchaste lo mismo que escuche yo—mire a Julieta la cual asintió y volví mí vista hacia la Spalliatti menor;—¡AAAAAAAA dijo papá, fui su primera palabra, en tu cara Emilia, soy su preferido!—Eleve mí voz y abrace a mí creación, dejando sonoros besos en la mejilla de la misma;—te amo te amo te amo te amo—repeti, emocionado. Aún no lo creía.

—Fuiste su primer palabra porque te estaba retando, maldita bestia—se quejó, mirándonos con una sonrisa tierna.

—Callate, cállate, eso es envidia porque fui su primera palabra. Es obvio que me prefería a mí, amor, a vos solo te usa de comedero—me agrande y reí, viendo como la colorada rodaba sus ojos.








Dejé a Laia en su cuna y rápidamente baje, para agarrar la bandeja con todo el set de mate y volver a subir.
Julieta subió detrás mío con la fuente de tortas fritas y el dulce de leche que tuve que ir a comprar a la esquina.
Acomodamos todo en la cama y volví a agarrar a Laia, sentandola en medio de ambos.

Julieta agarro el control y puso en la televisión "Las tortugas ninjas", mientras yo cebaba el mate, ella le ponía dulce a las tortas y Laia tomaba su mamadera, mirando la gran pantalla.

Nunca tuve una mañana de lluvia tan hermosa como esta.
Los únicos lugares en los que me siento feliz, completo y en paz; es con ellas dos, sea donde sea, en los brazos de Julieta y en el escenario.
Soy el hombre más afortunado al tener tan hermosa familia.



Hola, me extrañaron? Chau

G.A
10|02|22
01:55 A.M

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 10, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝒞𝒶𝓂𝒶𝓇𝒶 𝒟ℯ𝓁 𝒯𝒾ℯ𝓂𝓅ℴ | 𝐸𝑐𝑘𝑎𝑧𝑧𝑢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora