ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴜɴᴏ.

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Tres meses habían pasado de que Julieta haya dado a luz, o como Nacho le decía; haya escupido a Laia.
Las noches de Julieta no eran para nada fáciles, no pegaba un ojo. Quería estar al tanto de su bebé, temía hacer algo mal ya que Laia es su primer hija. La Spalliatti menor dormía plácidamente toda la noche, sin quejarse al igual que su padre.
Ignacio aunque no quería decir nada, se daba cuenta de lo que le pasaba a su novia, las ojeras y bostezos la mandaban al frente. Estaba preocupado por su pareja, pero tampoco sabía qué hacer.

[...]

Eran las 9 P.M, en tres horas sería el cumpleaños de Julieta. Ignacio tomó el cargo de la cocina esta noche, aunque se llevará muy mal con la misma, quería hacerle una cena romántica a su prometida.

—¿Estas seguro, Na?—pregunto Julieta un tanto preocupada. La última vez que dejó a Ignacio cocinar prendió fuego el repasador de Rosa.

—Si, amor, confía en mí—respondio seguro Spalliatti;—prometo no prender fuego más repasadores.

La pelirroja rió con levedad y al mismo tiempo asintió con su cabeza;—Esta bien. Yo voy a estar en el living, cualquier cosa tirame una señal de humo, gritos no porque Lai se durmió.

—Si, Ju, tranquila, nadie va a morir todavía... Esperemos—balbuceo la última palabra.

Julieta le dio una última mirada al morocho y se dirigió hacia la sala, tirándose en el sillón junto a los gatos.

—¿Y ahora como se supone que hierva unas salchichas sin hacerlas puré?—Ignacio suspiro, rascando su mejilla.

Últimamente Julieta estaba fan de las tartas de jamon, queso, huevo y tómate, junto con la tortilla de papa. Aunque eso no era el menú de Nacho quería armar, se le hacía más fácil hacerlo ya que admitía ser un inútil para cocinar.
Pelo papas, armó el mejunje para hacer la tortilla de papa y una vez listo esa, la mando a la sartén. Limpio con rapidez el desastre armado y saco las tapas de tarta de la heladera. Agarro el relleno que llevaría la misma y comenzó a meterlo encima de una de las tapas. Terminó y venía lo más difícil; el repulgue para cerrar. Un suspiro se le escapó y como Julieta le había enseñado, comenzó a cerrar los extremos de la tarta con sus dedos en una tipo "trenza".
Luego de algunos minutos de sufrimiento, sonrió al ver terminada su creación y la mando al horno.
Dio vuelta la tortilla en la sartén y ordenó la mesada.
Fue silenciosamente hasta la sala y una sonrisa se formó en su rostro al ver a la pelirroja dormida en el sillón en posición fetal abrazada a su gata. La dejó dormir un rato más.

Salió al patio trasero y empezó a armar la mesa debajo del quincho. Colocó un mantel blanco y en el centro de la mesa unas velas rojas aromatizadas. Llevo dos copas, dos platos blancos de porcelana y los típicos cubiertos. Terminó de decorar poniendo unas rosas rojas en medio de las copas y la típica cubetera de lata donde dentro tenía hielos y el champagne favorito de Julieta. Dejo una guitarra en el costado del quincho, junto a bastantes bolsas de regalo que le había traído Brian hace unos minutos.

Ignacio apagó las hornallas una vez que la comida estaba lista y subió para cambiarse de ropa, colocándose algo más presentable; un jean negro con roturas, una remera del mismo color y el buzo rojo de una niña inútil.
Alzó a la pequeña Laia que ya estaba despierta y la cambio con delicadeza, poniéndole un conjunto rosa de Nike, y una vincha del mismo color en la cabeza de la menor.
Ambos bajaron y se dirigieron a la sala donde se encontraba la jujeña dormida.

—Ju... Amor...—La llamo Ignacio moviéndola un poco por el brazo;—Ya está la comida—murmuró.

Julieta se sentó rapidamente en el sillón, alarmada;—¿Qué pasó?, ¿Laia?—miro a su alrededor para luego mirar al morocho y tranquilizarse al ver a la bebé en sus brazos.

𝒞𝒶𝓂𝒶𝓇𝒶 𝒟ℯ𝓁 𝒯𝒾ℯ𝓂𝓅ℴ | 𝐸𝑐𝑘𝑎𝑧𝑧𝑢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora