ᴏɴᴄᴇ.

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Julieta se despertó varias horas después, sintiendo un peso sobre su pecho y cintura. Abrió sus ojos lentamente, sin antes frotarlos con las palmas de sus manos. Bajo su vista, y sonrió al ver al pelinegro abrazándola, apoyando su cabeza sobre el pecho de la pelinegra.
Soltó un suspiro algo triste al saber que Ignacio cuando se despierte se iba a volver a comportar como aquella vez en la combi.

Salió de abajo con cuidado, poniendo rápidamente una almohada, la cual el pelinegro abrazo, aferrándose a ella.
La Jujeña sonrió levemente, cambiándose algo apurada, agarrando sus zapatillas y pertenencias, saliendo cuidadosamente de la habitación.

Mordió su labio inferior, tirando su cabeza hacia atrás, regulando su respiración, para caminar hacia su cuarto, entrando al mismo, encontrándose con el rubio durmiendo sobre su cama.
Le resto importancia, agarrando un jean con roturas y su top negro, metiéndose al baño.

Aún no lograba sacar de su cabeza la linda cara del pelinegro, sus gestos, su sonrisa, su humor. Cada parte de él le parecía hermosa. Hasta cuándo se encontraba de mal humor, y su típica cara seria. Cada parte de su piel, sus tatuajes, su corto y prolijo pelo, su flow. Sin más vueltas; la volvia loca en todos los sentidos que existan en la faz de la tierra.

Termino de ducharse, secando su cuerpo, sonriendo débilmente al ver una pequeña marca muy notable que el morocho había hecho arriba de su pecho derecho, pasando las yemas de sus dedos por la misma.

Acabo de vestirse, para salir del pequeño cuarto, poniéndose sus zapatillas, siendo asustada por el rubio que comenzaba a hablar.

—¿Hace cuanto llegaste?.—Balbuceo, entreabriendo sus ojos, intentando mirarla.

—Hace un rato.—Respondio, aflojando los cordones, metiendolos dentro de las Nike.

—¿Vas a bajar a desayunar?—La pelinegra de dedicó a asentir, levantándose, peinando un poco su pelo.—Avisales que un rato bajo.—Pidió, acostándose boca abajo, volviendo a dormirse.

—Yo aviso.—Asintió, agarrando su campera de jean, saliendo de la habitación, con la vista en su celular.

—¡Julieta!.—Grito de fondo esa voz gruesa, haciendo que a su cuerpo le agarre un escalofríos, dándose vuelta rápidamente, haciendo un gesto para que siga;—¿Esto es tuyo, no?—Pregunto, acercándose, con un aro de argolla en su mano.—Yo sé que te lo vi puesto.—Freno frente ella, peinando su cabello.

—Si, eso es mío...—Respondio, tragando en seco, para proseguir;—¿Donde estaba?.—Preguntó, agarrando el aro.

—Estaba en mí cama. Yo sentí que algo me pincho la mejilla, y era esa cosa.—Arrugo su nariz, deslizando su propia mano a su nuca, rascando la misma, desviando su mirada hacia la marca que aún era visible;—No sé que habrá pasado anoche, o quizás si... Pero no nos confundamos, habrá sido un desliz, yo estaba volado, y seguro vos igual.—Hablo firme, mirándola fijamente;—Yo estoy en una con Rocio, y vos en otra con Ivo, dejemos las cosas asi como están. Tómalo como... Algo pelotudo, si, eso, porque fue una boludez, en mí no causo nada, supongo que en vos tampoco, ¿No?.—Alzo una ceja, a lo que la pelinegra negó.—Esta bien, por mí parte voy a hacer como que esto nunca paso, y que nunca va a volver a pasar, porque sinceramente, no me interesa. Nos vemos en el show.—Remarco la palabra, dándose media vuelta, volviendo a entrar a su habitación.

Julieta apretó sus labios, guardando su aro en el bolsillo de su pantalón, caminando lentamente hacia el ascensor, procesando todo lo que Nacho acababa de decir en su pequeño discurso. No podía creer lo tan cruel que llegaba a ser, lo tan directo que era. Sintio su corazón partirse en dos, por fin logro sentir lo que el amor causaba, lo que su mamá tantas veces le repetía. Lo vivió en carne propia, y es realmente horrible.
Tocó varios botones del elevador, provocando que el mismo se trabe el algún piso, mientras que ella se apoyaba en una de las paredes metálicas, deslizándose hacia el suelo, abrazando sus propias piernas, escondiendo su cara en el hueco de las mismas, quebrando en un llanto ahogado y profundo.
Clavo sus uñas en sus piernas, no sentía dolor alguno, solo los gritos desgarradores que su corazón causaba. Las mariposas en su estómago desaparecieron, haciendo que se transformen en lágrimas que salian sin pena alguna de sus ojos. Haber seguido el consejo que Mauro le había dado para no caer en los brazos de Ignacio hubiese sido más fácil, y menos doloroso, pero nada la iba a frenar hasta no chocarse con la piedra.








































Quien ama esperando una recompensa, pierde el tiempo
Y que el sabio es sabio, porque ama
Y el loco es loco, porque piensa que puede entender el amor.
El amor es contradicciones y preguntas
Y que la verdadera recompensa, es haber amado.

Julieta Emilia Cazzuchelli.


G.A
16/04/21
23:44.
Reproduzcan "fuck luv" para más sufrimiento.

𝒞𝒶𝓂𝒶𝓇𝒶 𝒟ℯ𝓁 𝒯𝒾ℯ𝓂𝓅ℴ | 𝐸𝑐𝑘𝑎𝑧𝑧𝑢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora