ᴠᴇɪɴᴛɪᴛʀᴇs 《ᴘᴀʀᴛᴇ ᴅᴏs/ᴅᴏs》

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Julieta.

Dicho y hecho, a las seis y media pasadas me desperté gracias a una llamada que Leo me hizo, diciéndome que si podía llevar una guitarra.
Luego de hablar unos minutos, deje mi teléfono a aún lado, largando un bostezo mientras mi cuerpo se estiraba.
Bajé mi vista hacia Julián, el cual largaba un quejido ante mi movimiento. Sonreí inconscientemente al sentir su respiración tranquila, aferrado a mi cintura como si fuera un bebé. Me quedé bastante tiempo observándolo, cada facción, gestos que hacia dormido, el leve pico que se forma en sus labios inconciente, cada una de sus pestañas, sus cicatrices... Pero aún así, nunca va a poder igualarse a Ignacio, el sentimiento que tengo con él nunca va a ser ni un poco parecido al que tengo con Julián, y me odio por ser así.

[...]

—Amor, ¿Ya estás?—Pregunto Julián, apoyándose en el marco de la puerta del baño, mirándome mientras me terminaba de peinar.

—Dame cinco, ya voy, no me apures que me sale mal y me estreso y tardamos más.—respondi con rapidez, terminando de hacer mi peinado, arreglando mi maquillaje. Julián rió, mirándome con algo de babosidad. Sonreí observándolo de reojo por el reflejo del espejo;—Gaby diría; cerra la boca porque te entran moscas.—hable en un tono divertida, causando una leve sonrisa en el rostro del rubio.

—Tenemos que pasar a buscar a Mauro, yo lo invite y dijo que no había drama.

Me dediqué a asentir con una expresión rara. Mi relación con Mauro termino ese día en aquella joda donde me volví a reencontrar con Nacho.
Prefirió quedarse del lado de Tomás, el único que sabía de esto era Ignacio.

Salimos de mi casa, dirigiéndonos hacia la de Mauro que quedaba a una distancia bastante mucha.

—Hola Julis.—Saludo Mauro, subiendo al asiento del copiloto ya que yo me pase hacia los traseros.

—Hola amigo, ¿Todo piola?.—Sonrio Julián, mientras que yo le regalaba una sonrisa a mi ex amigo, tirando mi espalda hacia atrás, tomando mi teléfono.

[...]

En lo que fue del camino no dirigí una sola palabra, solo me concentre en los acordes y notas de las canciones que Leo me pidió que cante, ignorando a los otros dos por completo, aunque en alguna que otra palabra Mauro me haya tirado indirectas.

Llegamos a la parrilla y ya estaban más de la mitad de todos nuestros amigos y compañeros de trabajo. Salude con un fuerte abrazo a Leo, intentando no derrumbarme en sus brazos.

—Sos fuerte, Ju, vos podés.—Murmuró en mi oído, mientras yo asentía con lentitud.

Me separé y me acerqué hacia el pequeño escenario donde me estaba esperando el chino y le entregue la guitarra para que empiece a afinarla.

Ignacio.

Guíe mi vista hacia el garaje donde Julieta bajaba de un auto y del mismo salían Mauro y Julián.
La sangre subió a mis mejillas, poniéndome colorado y al instante acomodar mi gorra negra y encima la capucha de mi buzo, tapándome.

—No se acerquen a Julieta, no la llamen, no la saluden, nada, disimulen, ignorenla por completo—Pedi, bajando la vista a mi teléfono;—No quiero incomodarla ni que sepa que estoy acá.—hable en tono serio, mientras mi primo y mis amigos asentian también agarrando sus teléfonos.

A los minutos siguientes nos trajeron nuestros platos y cubiertos junto con una mini parrilla donde estaba el asado y a los costados las ensaladas para acompañar.
Estaba por darle el primer bocado a mi comida y la melodía de un piano y una guitarra se hicieron presente, y yo la conozco. Lleve el tenedor a mi boca y comencé a buscar disimuladamente de donde provenía el ruido, la voz de mi pelirroja se hizo presente tarareando por un micrófono y una vez que la encontré, clave mi vista en ella con una leve sonrisa al verla. Es tan bonita, inexplicable lo que le provocó a mi corazón en ese momento.

𝒞𝒶𝓂𝒶𝓇𝒶 𝒟ℯ𝓁 𝒯𝒾ℯ𝓂𝓅ℴ | 𝐸𝑐𝑘𝑎𝑧𝑧𝑢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora