"Hola, Loretta, te escribe Raphael Williams. Lamento el atrevimiento de escribirte directamente a tu número de teléfono, pero me preguntaba si podía tener acceso al calendario de Riley para saber cuándo está libre, e invitarla a salir sin interferir con sus obligaciones diarias. No le digas que te he preguntado, aunque me parece que lo harás de todas maneras, pero vale la pena el esfuerzo. Espero tu respuesta. Un abrazo"
—Mira, ya sé que no es aún posible —comienza a decir Trev, mordiéndose el labio en una pausa dramática y acalorada —, pero te juro que las tangas que tengo puestas, están sumergidas en un pantano.
Cubriendo mi boca, vuelvo a leer el mensaje en mi cabeza, sosteniendo el móvil de Lory frente a mi rostro sin poder creer lo que mis ojos leían una, y otra, y otra vez.
Ni siquiera sé por qué me he sorprendido tanto. Se supone que estamos bajo los efectos de un contrato, y era de esperarse que preguntase por mis ocupaciones una vez tuviésemos que salir más en público para darle a entender a las cámaras que estamos saliendo. Sin embargo, el mero esfuerzo de escribirle, aun cuando yo no fui la que le facilitó su número de celular, hace de todo esto un asunto más interesante y cautivador.
—¿Por qué carajos esperaste hasta el jueves para mostrarme esto? —acusé a Loretta, con mis ojos abiertos aún en genuino asombro.
Ella se encoje de hombros, arrebatándome el aparato como si no fuese la gran cosa. Por lo que vi, el texto había sido enviado el lunes por la mañana, un día después de habernos visto por última vez, y mi asistente y mejor amiga, se había tomado muy en serio el papel de guardar el secreto hasta tres días después.
—Lo olvidé —responde, pero no le creo del todo, así que entrecierro mis ojos hacia ella —. Ya, no lo olvidé, pero quería ver si realmente te invitaba a salir en tus espacios libres de la semana. Convenientemente en esta has tenido varios, y apenas ha hablado contigo.
—No es tan sencillo —me cruzo de brazos, frunciendo el ceño —. Él también tiene sus cosas que hacer, no todo se trata de mí y mi universo.
—Le toma dos minutos responder un mensaje, y ni eso hace —objeta. Percibo un deje de enfado en su tono de voz —. Si estuviese tan interesado, al menos tuviese la decencia de responder tu mensaje.
—¡Ay, por favor! —agité mis brazos en el aire con frustración —. ¿Sabes cuántas veces me digo a mí misma que responderé un mensaje, me distraigo, y contesto dos semanas después? —rebatí —. Además, ¿qué puedo esperar que responda de un "espero que te haya ido bien"?
—Oye, no lo sé, ¡¿que te cuente si le fue bien o no?! —criticó en un chillido —. ¡Aunque sea un emoticón de lengua afuera!
—¡No necesito eso para saber que le intereso!
—¡Pero no le interesas! —ella estaba tan exaltada, que sus ojos parecía que saldrían de sus cuencas. Probablemente, yo me veía así de terrible para este punto —. ¡Riley, entiéndelo! Si tratas a un hombre como si fueses su fanática, él te verá como tal y no te tomará en serio.
Aquella frase comenzó a sonar como un eco en mi cabeza. ¿Lo estaba tratando como una fanática? No creo que intentar conocerlo y coquetear me haga una fanática, creo que sólo me hace sociable... y un poquito zorra.
De todas maneras, sí debo admitir que intenté entablar una conversación con él dos días atrás, luego de ver una foto que había publicado junto con aquel chico Colton en lo que parecía un campo de rugby. Le respondí diciéndole lo guapo que se veía, a lo que él contestó con un gracias, y que tuvo un jodido día de entrenamiento. No le pedí más que descansara cuando tuviese oportunidad, agregando aquel mensaje que le recité a Loretta anteriormente, de lo que no tuve respuesta alguna.
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El Contrato
RomanceLos hermanos Williams parecen ser el cliché de la sociedad. Guapos, altos, carismáticos, con un buen talento para el deporte, y una inaudita habilidad para flirtear. Es por eso que su padre pensó que tenían gran potencial, y de ahí surgieron varias...