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Capítulo once.

Miel Ortiz.

- ¡Ay por dios! ¡Ay por el amor a cristo! Miel... no te conocía esas mañas. – me dice Sarah emocionada.

Por supuesto que se iba a emocionar, le acabo de contar a la chica que se empeña en que tenga novio que me besuquee con Lukas hace una semana. Obvio que por ser Sarah le conté con lujos de de detalles, todo lo que paso, todo lo que hice, todos lo que hicimos.

Hoy es domingo y estamos en el centro comercial en nuestra cafetería favorita.

- Sarah, por favor no seas dramática. – dije sobándome la muñeca, últimamente me está doliendo mucho más de lo normal.

- Ya... - dice riendo. - ¿Cómo estuvo? – me pregunta haciendo referencia al beso. - ¿Fue sensual? ¿Se le paro? – pregunta emocionada.

- ¡Sarah por favor! ¿Qué preguntas son esas?

- Lo siento señorita correcta, pero casi follas en la azotea... con un chico que es muy guapo si me pregunta.

- Pues nadie te pregunto. – dije con vergüenza.

¿Cómo dice esa palabra así sin más?

- ¿Sigues teniendo vergüenza por el sexo? Por favor Miel, tienes dieciséis años, ya casi cumplirás diecisiete años y lo más cercano con el sexo que has tenido es la clase de educación sexual y este beso. ¿Esperas entrar a la universidad para follar con un chico?

- No es necesario hacerlo, no siento la necesidad. – me encoja de hombros mientras veo la tasa de café que está en frente. – Además me siento mal porque bese a un chico que tiene novia.

- Pero... Miel, ¿qué sentiste? – miro a mi amiga con una mueca. – Miel Rosa Ortiz Davis, ¿qué fue lo que sentiste?

- Bueno...

- ¿Sentiste fuego? – asentí. - ¿Un calor que nunca antes avías sentido? ¿Quieres hacerlo de nuevo? ¿Quieres sentir ese calor?

- ¿Qué? – pregunte avergonzada. – Si lo dices de esa manera... me veo como una pervertida.

- ¿Por qué una pervertida? Es algo natural, mira, Lukas te mostro algo que nunca nadie lo hizo, te gusto y quieres más, ¿dime porque eso sería algo malo? – me quedo en silencio. - ¿Sabes? Nunca supe porque te daba vergüenza todo lo que tiene que ver con el sexo, es decir ¿te masturbas? ¿Qué haces cuando tienes esa calentura? – no le respondo. - ¡Ay por dios! ¿No te has tocado? – ciento que ya estoy roja. – Miel... no me jodas, ¿de verdad?

- ¿Tengo que hacerlo? – pregunte en voz baja. - ¿Es necesario masturbarse para vivir?

- ¿Qué haces cuando te da calentura?

- No veo cosas que me provocan calentura.

- ¿Pero no te da? Tipo, ganas de que te besen, de que te toquen.

- ¿Por qué hablamos de esto? – sigo avergonzada.

- Vamos nena, respóndeme.

¿Qué quiere que le diga? Que sí, que si me dan ganas de que me besen, de que me toquen en zonas de mi cuerpo que son intimas, que me besen en el cuello, que me hagan gemir... ¿eso es lo que quiere que le diga?

Si es así, la respuesta es sí... me encantaría que me hagan eso, pero la verdad es que cuando tengo ganas solo intento ignorarlo, nunca me he tocado y no pensé jamás en hacerlo... ¿meterme los dedos? ¿Eso es lo que tengo que hacer? O ¿solo masajear el clítoris? ¿Masajear?

Lágrimas de miel. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora