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Capítulo treinta & uno.

Miel Ortiz.

Cuando ellas se fueron a ver lo del vestido sentí que pude respirar, sé que esa señora que se llama Margot me subestimo bastante, pero eso no significa que abuse y me hagan anotar todo lo que necesitan, me llego a doler hasta la mano. No me gustaría que me dé tendinitis en esta mano también.

Como sea me apoyo en la mesa de la cocina sobando mi mano y por fin sintiendo que respiro, no me acordaba lo agotador que podía organizar una boda, por eso... ¡juro que no me casare! Aunque mi madre solo quiera que le dé nietos.

Escucho unos pasos y levanto la vista, es un chico que creo que se llama Andrés. Nos miramos y le sonrió.

- Miel, ¿no?

- Sí, tú eres Andrés.

- Sí. – se acerca a mí. – Eres la mejor amiga de Lukas ¿no?

- Sí. – amigos y alado va con derechos.

- Entonces conoces a Lukas muy bien...

- Sí, bueno algo así. – comencé a sentirme un poco incomoda.

- Miel. – me dice Lukas entrando a la cocina. – Por fin te soltaron.

- Sí... por poco tengo que ir con ellos. – me acerco a él.

- Andrés... - dice Lukas mirándolo desafiante, Andrés responde de la misma manera. – Miel, ¿quieres acompañarme?

- Claro. – nos tómanos de las manos y salimos de la cocina.

Pasamos por la sala de estar y vi a todos ellos mirándonos mal, bueno no mirándonos, si no que mirándome. Como si no me quisieran ahí. Como si no les callera bien.

Como sea subí las escaleras con Lukas y luego entramos a su cuarto, nos miramos unos segundos y él cierra la puerta, se acerca a mí y me besa. Tengo que decir que no me lo esperaba, pero no me quejo, es decir sus besos son muy adictivos.

Acaricio su mejilla y hago que me bese con mayor intensidad, gimo un poco y toco su lengua con la mía. Abro la boca un poco y es suficiente para que meta su lengua de una manera que me gusta, lo alejo recordando que hay personas en la sala.

- Lukas, no. – dije mordiendo mi labio para no tirarme a sus brazos.

- ¿Por qué no?

- Porque hay personas abajo y tuve suficiente con que tu mamá me viera en tu cama, de una manera...

- ¿En serio? – se queja de una manera muy tierna.

- No me mires así. – me acerque a él y le toque la mejilla bajando hasta su mentón, siento un poco de pelitos. - ¡¿Te crese la barba?! – pregunte sorprendida.

- Sí, como a todos los chicos de mi edad y los hombres en general. – se encoje de hombros.

- ¿Te la dejarías crecer?

- No, no me gusta parecer un vago que no se afeita, ya lo soy, no es necesario que lo parezca.

- No eres un vago.

- Como digas, princesa. – me toma de la camiseta y me jala. - ¿Puedo besarla su majestad?

- Solicitar recibida, viendo si la aceptamos o no... - me quedo calla un segundo mientras solo faltan unos centímetros para besarnos, estar cerca de él de esta manera y no hacer nada es una tortura. – Solicitud aceptada. – apenas termino la palabra y me besa.

Camino hacia atrás por el beso y me apoyo en el borde del escritorio, Lukas me toma y me sienta en el escritorio. Enrollo mis manos alrededor de su cuello y abro las piernas un poco para que se pueda acercar a mí.

Lágrimas de miel. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora