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Capítulo diez.

Lukas Smith.

Es sábado por la tarde y está lloviendo muy fuerte afuera y hace mucho frio, estoy con Miel en su cama, ambos comemos helados mientras escuchamos música, la casa de Miel está muy calentita, la estufa ayudo mucho en eso.

- Me gusta. – dije cuando termino la canción, ella me está mostrando su gusto musical.

- Ella es una reina. – dijo viendo su laptop. – Esta canción también es buena.

- ¿También es de Katty Perry?

- Sí, esta se llama Last Friday Night. – dice saltando mientras suena la canción.

De verdad la extrañaba, su inocencia, su felicidad y su ternura. Desde lo que paso en la azotea no hemos hablado del tema, quedó ahí. Pero me gusto, sus labios junto a los míos, su cuerpo contra el mío, sus suaves pechos, y pensar que los toque, escuchar como ella gemía mi nombre. De solo pensarlo...

Siento una pequeña erección de solo recordarlo.

Lukas por favor, piensa en otra cosa.

- ¿Te gusto? – me pregunta, valla que me gusto.

- ¿Qué cosa?

- Luka, la canción.

- Ah... claro. – no escuche ni la mitad de la canción. – Es buena.

- Sí... - me sonríe. – Dame.

Te daría lo que quieras...

Lukas ya.

- ¿Qué cosa?

- De tu helado, quiero probarlo. – se lo estiro.

- Es de tres leches.

- Mmm. – se lame los labios, su lengua... - Esta rico.

- ¿Sí?

- Sí... - me lo da de nuevo y se pone un mechón de cabello detrás de la oreja.

- Termine de leer Orgullo y Prejuicio. – dije para poder pensar en otra cosa.

- ¿Te gusto? – me pregunta emocionada.

- Sí, me gusto. Como ella le respondía al señor Darcy.

- Es que Elizabeth es una diosa con las respuestas.

- Ya me la imagino. – ella se sienta a un lado de mi mientras toma de su helado que es de chocolate. - Quiero de tu helado. – le dije y me dio sin decir nada.

- ¿Te gusto?

- Me gusta el helado de chocolate. – le dije con una sonrisa. - ¿No crees que es raro? Es decir, estamos comiendo helado mientras hace frio y está lloviendo ahí afuera.

- Bueno... me gusta el helado, se puede comer a cualquier época del año, no como la sandía que solo puedo comerla en el verano.

- ¿Te gusta la sandía?

- Me encanta, pero mi fruta favorita es el mango.

- La mía son las fresas.

- Si son ricas. – dije. - ¿Cuál es tu color favorito?

- Bueno... - dije pensando. – Me gusta el miel de tus ojos. – que cursi por dios, ¿por qué dije eso?

- Pues a mí me gusta el azul de tus ojos. – dijo ella igual de rápido que yo lo hice.

Mi corazón comenzó a latir muy fuerte.

Estaba a punto de decirle algo hasta que mi celular suela, ella me dice que conteste mientras va a buscar algo para tomar. Entonces me quedo en su cuarto a solas y veo que es Oli quien me llama, me paro de la cama y le contesto.

- Hola amor. – me dice ella emocionada. – Ven conmigo a una fiesta...

- No puedo. – dije mirando las fotos que tiene Miel con Sarah, tiene unas caras muy locas. – Lo siento pero no puedo ir.

- ¿Por qué no? ¿Qué no eres un hombre divertido? Ven aquí con nosotros, Zack trajo cocaína...

- No puedo. – dije mirando los libro distraído. – No iré lo siento.

- ¿Pero por qué no?

- Porque ahora estoy ocupado, además no me apetece ir a una fiesta. Hace frio y el día esta para ver una serie acurrucados en la cama, no ir a una fiesta a beber mientras me cago de frio.

- No seas aburrido.

- No soy un aburrido, es la verdad.

- Eres un imbécil. – y me cuelga.

Dejo mi celular en el escritorio, ya estoy cansado de Olivia, de su actitud, de cómo me trata cuando no quiero hacer algo que ella quiera, en si todo en ella me está molestando ahora.

- ¿Quieres un vaso de coca cola? – me pregunta Miel entrando.

- Bueno. – tome un vaso. - ¿Quieres ver una película o una serie?

- Dale, me gusta la idea. – se sienta en su cama mientras busca una película en Netflix. - ¿Cuál te gustaría ver?

- Me da igual, lo que tú quieras.

- ¿Pero quieres ver una serie o una película?

- Una película.

- Mira, hace tiempo quería ver a dos metros de ti, yo leí el libro y es muy triste, ¿vemos la película?

- Dale. – dije sentándome a un lado de ella.

- Bueno acompáñame. – dijo haciendo que me pare con ella. – Vamos a hacer palomitas.

Salimos de su cuarto y bajamos las escaleras, cuando entramos a la cocina ella saco un sobre de palomitas instantáneas y las puso en el microondas.

- Solo hay que esperar. – me dijo acercándose a mí.

Mi corazón vuelve a latir muy fuerte, ella apega su cara en mi pecho y escucha. Que esté más cerca no ayuda a que mi corazón se calme.

- ¿Por qué tu corazón late tan fuerte?

- No lo sé...

- ¿Estas nervioso? – me mira fijamente, quiero besarla, de verdad que quiero besarla.

No... Lukas no puedes, yo tengo novia.

Maldición, ¿Por qué teníamos que besarnos ese día en la azotea? Si eso no hubiera pasado yo no me moriría por hacerla mía en estos momentos.

Besarla, tocarla, hacerla gemir mi nombre. Me encantaría saber que se siente estar dentro de ella, explorar su cuerpo, besarla en todas partes, que me demuestre que no es tan inocente como como me mostro ese día en la azotea. Verla desnuda, ver su cuerpo perfecto. Nunca había deseado tanto a una chica como la deseo a ella, ni siquiera cuando comencé a andar con Olivia, a ella no la deseaba, no quería besarla todo el tiempo, no la necesitaba. Jamás fue así.

Como desearía besarla y darle duro contra la mesa.

Piensa en otra cosa, piensa en otra cosa.

- Te estoy hablando. – Miel me trae a este mundo.

- Lo siento. – dije. – Me perdí en mis pensamientos. – vaya que pensaba algo sucio.

- Da igual... - dice poniendo las palomitas en un plato hondo. - ¿Vamos?

- Sí, vamos.

Lágrimas de miel. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora