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Capítulo treinta & dos.

Lukas Smith.

Cuando Miel se va me siento en el sofá, tomo el control de la consola y comienzo a jugar el Call of Duty, hace mucho que no jugaba con mi play, no sé porque, si es una de las cosas que más me gusta perder mi tiempo.

Anna se sienta a un lado de mí y me ve jugar, me incomoda un poco pero trato de ignorarla. Mi madre y esas brujas están haciendo la cena, los otros no sé dónde están. Mi mamá fue muy amable al invitar a Miel para que se quede a cenar, pero ella no quiso, dijo que tenía que estar con sus padres y todo eso.

Yo sé que estaba mintiendo, la verdad es que con todas las miradas se sintió incomoda. Y mientras intente que no se sintiera tan incómoda al parecer la mirada de Anna fue la gota que colmó el vaso, una de las razones por las que estoy molesto con ella en estos momentos.

Por su culpa y sus ganas de ser superior Miel se fue. No es necesario que me lo diga para saber que se sentía incomoda, cuando tomo su mochila y camino hacia la puerta yo la acompañe afuera, nos miramos y ella me sonrió en ese momento.

- La verdad es que con todas las personas que hay es tu casa nos dio tiempo de hablar lo que paso. – yo en ese momento sentí miedo al pensar de que ella podía arrepentirse. – Y no sé qué decirte, es decir tu y yo...

- ¿Follamos?

- Sí, eso. Y no me arrepiento ¿sí? – en ese momento ella me tomo la mano, todavía puedo sentir su calidez. – No quiero que lo que sea que tengamos se termine. No quiero que solo finjamos que no paso. – se calló un segundo, y cuando le iba a responder siguió hablando. – Es que fue importante para mí... significo mucho, y al ser contigo creo que significo mucho más. Yo hace tiempo que quería hacerlo contigo. Pero tenía miedo de que si lo hacíamos ibas a ser de esos chicos que solo dice: fue diversión y ya, si quieres lo hacemos de nuevo pero nada de compromisos.

- ¿Por qué crees que te voy a decir eso?

- No lo creo. – se acercó. – No te pido nada serio, la verdad es que no. Pero solo no me...

- ¿Qué no te mande a volar? – ella me miro. – Miel, yo nunca podría mandarte a la mierda, es decir, tampoco me gustaría que esto se acabe, ni tampoco quiero que esto sea solo sexo, tampoco estoy diciendo que tengamos algo serio de ya, pero... - me interrumpe.

- Démoselos al tiempo. – dijo justo lo que iba a decir. – Bueno ya me voy. – dice viendo su reloj. – Mi madre me matara.

- Sabes que puedo ir a dejarte. – dije apuntando mi moto. – Puedo pedirle las llaves a mi mamá de si auto, si no quieres ir en moto.

- No, de verdad. – dije robándome un beso. – Si llego con un chico a mi casa, me preguntara muchas cosas y no tengo muchas ganas de responder. Ya estoy muy agotada, organizar una boda no es muy fácil.

- Me imagino. – pose mi mano en su cintura y la beso, luego la nariz y después la beso en los labios de nuevo. – ¿Puedo ayudarte en algo?

- Sí, con un beso más antes de irme. – le hice caso entonces la bese.

Comienza a caminar y me quede viéndola unos segundos antes de entrar y sentarme en el sofá.

- ¡La cena esta lista! – dice mi madre desde el comedor.

Suspiro con pereza y me paro, Anna se para y guarda su celular en su bolsillo, la dejo pasar y luego yo camino detrás de ella, me siento en el primer espacio libre y tocan el timbre. Siento la necesidad de que sea Miel, de que haya vuelto.

Lágrimas de miel. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora