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Capítulo treinta & seis.

Miel Ortiz.

Cuando llegamos a mi casa me bajo del auto con Max y su correa, Lukas me besa y luego me ayuda a bajar las cosas que compre con Sarah y las cosas que Lukas compro para Max.

- De verdad quiero mucho a Max. – dije jugueteando con él.

- Yo te quiero mucho a ti. – me besa de nuevo.

Me despido de él y entro a mi casa con Max, le presento su nuevo hogar.

- ¡Max! Este es tu nuevo hogar. – él ladra.

Corre por la casa y comienza a olfatear las cosas, en ese momento mi madre sale de la cocina y me asusto.

- ¿Qué es esto? – mira a Max.

- Es Max... no sabía que ibas a llegar temprano.

- No me cambie el tema Miel. – mira al perro con desagrado.

- Max es un regalo, no pude decirle que no... - me cruce de brazos. – Además me encanta.

- Sabes que los perros no están permitidos.

- No me importa... yo quiero a este perro. Es Max.

- Miel, no me importa cómo se llama, quiero que lo lleves a una perrera mañana mismo.

- No. – dije molestándome. – Prometo que no va a hacer desorden, lo voy a educar.

- Miel Rosa Ortiz.

- Mamá...

- ¿Quién te trajo?

- Sarah.

- No sabía que Sarah era hombre, alto... de pelo castaño con unos ojos azules llamativos ¡y con el nombre de Lukas!

- Mamá... yo... - siento miedo en estos momentos. – Te lo puedo explicar... - dije caminado para atrás mientras ella se acerca, Max se esconde detrás de mí y comienza a ladrarle.

- ¿¡Es tu novio!? – me pregunta enojada. – Porque con un amigo no te besas en los labios. – no le dije nada. - ¡MIEL RESPONDEME!

- Yo... se es mi novio. – no pude alejarme más y nos miramos de frente. – Y lo quiero... mucho.

- Terminas con él de inmediato. Sabes bien que no puedes tener novio.

- Pero mamá...

- ¡NO! Miel dime que sigues siendo virgen. – bajo la cabeza. – Mírame. – la mire con los ojos brillosos. - ¡Dime que no te acóstate con ese drogadicto! – eso me molesto.

- ¡No lo llames así! – dije parándome derecha. – Tú no lo conoces.

- Se lo suficiente, para saber que si padre era un drogadicto. ¿Olvidas que tengo contactos y no veo con quien sale mi única hija?

- No sabes cómo es él.

- Ahora respóndeme, Miel.

- ¡Sí, mamá! Folle con él... - no seguí hablado con la abofeteada.

Toco mi majilla que está palpitando, siento un sabor horrible en la boca, es obvio que es sangre, me mordí el labio. Miro a mi mamá con la mano en la mejilla, unas lágrimas se me escapan.

- No me mires así, dime que por lo menos te cuidaste.

- Sí... unzamos condón. – ella me volvió a abofetear.

- No me lo puedo creer. – dice molesta. – Me tienes tan decepcionada, nunca pensé que tú fueras a hacerlo con un chico cualquiera, pese que te había criado mejor.

Lágrimas de miel. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora