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En un mundo donde las mujeres son sanas y fértiles, los donceles sobran

¿Cuál es el punto de que un hombre en todas sus facultades, sea relegado al labor de procrear? Es simplemente estúpido. 

Aun así, dichos donceles existen. Y no sólo en el pueblo plebeyo. 

Incapaces de identificar el por qué algunos hombres eran capaces de concebir y otros no, la existencia de los donceles se amplió cada vez más, al punto de que la cultura tuvo que avanzar mientras se incluían dichos casos

La respuesta fue crear una moda intermedia entre hombres y mujeres. 

Un típico doncel en la aristocracia tendría el cabello largo, trajes con cola larga y despampanante, e incluso los más aventurados, preferirían ocupar faldas como prenda inferior. 

En los bailes de la sociedad habían cada vez más muchachos dispuestos a ocupar falda sin temer por su honor. Después de todo, el mundo evolucionaba, ¿no? Los donceles no eran tan discriminados como en un principio. 

No obstante, es imposible roer las cabezas de vejestorios conservadores, quienes veían en los donceles la herida a su condición masculina, un rechazo a lo que ellos consideraban sagrado. 

La discriminación nunca sería erradicada, o al menos no en esos años. 

Y eso fue algo que Seungmin vivió de primera mano


Aquel año el primogénito de la casa Minnister había cumplido su mayoría de edad, haciendo su primera aparición en sociedad luego de aquel fatídico treceavo cumpleaños

Claramente, nadie podría reconocerlo ahora, siete años después. Quizás fue por eso que su belleza deslumbró. 

Con el cabello corto de color chocolate, ojos profundos y melancólicos, piel tan blanca que podría pasar por porcelana; todo eso sumado a su porte y figura. 

Y es que Seungmin Minnister tenía una cinturita capaz de avergonzar hasta a la más bella mujer en el salón. 

Sin embargo, aquello no era lo que el joven deseaba. 

Su esbelta figura, tan delgada que hacía parecer que el viento podría llevárselo, se había logrado bajo una estricta dieta a lo largo de siete largos años. 

Su cintura, tan diminuta cual avispa, fue moldeada en base a corsés y el abusar de estos, al punto en que a veces Seungmin era incapaz de respirar sin concentrarse en ello. 

Como en ese momento, en el cual a pesar de su belleza misteriosa y melancólica, nadie se acercaba a su persona. 

Podría ser por timidez, desinformación, o simplemente por la impresión de que en cualquier momento se rompería. 

Aunque eso último podía ser cierto

—Maldición, Seungmin. Ni una invitación a bailar has conseguido. 

El Conde Minnister, su padre, bramaba detrás de él, en un quejido que sólo su hijo podría escuchar. 

—... Lo lamento, padre —pudo disculparse con bastante dificultad. Sentía que en cualquier momento, el corsé podría romper otra de sus costillas. 

— ¡De qué me sirven tus lamentos, bueno para nada! ¿No deberías estarle moviendo la cola a uno de esos jóvenes ricos? Es para lo único que sirven tipos como tú. 

Seungmin sintió que podría vomitar en ese mismo momento

Gracias al cielo, o al infierno, en ese instante el salón se llenó de murmullos, logrando robar la atención de su padre, y permitiendo que el joven doncel se concentrara en no desmayarse

— ¡Su Excelencia el Duque Christark, entra al salón!

  Aquel anuncio hizo que los murmullos cesaran, únicamente para luego multiplicarse. 

La reputación del Duque Christark, del Ducado del Norte, no era la más favorable. 

Conocido como el hijo maldito que asesinó a su propia Madre al nacer, todo lo que vino después sólo podía ser repudiable ¡Y con razón! Su propio Padre había sido incapaz de amarlo. 

Sin remedio ni un alma que se apiadara de él, Christopher Van Christark sólo pudo crecer para convertirse en una bestia, una persona cruel y despiadada de la cual la Familia Real se apiadó enviando al Norte, donde podría desatar sin límites su brutalidad y sed de sangre contra los enemigos del Reino. 

Pero entonces, si el mismísimo Rey otorgó la misión a Christark de vigilar la frontera Norte, ¿Qué hacía en ese banquete de debutantes?

Para las madres, la respuesta fue intuitiva. 

« ¡Está buscando esposa! »

Incluso si así fuera, ¿Quién en su sano juicio sería capaz de entregar a su preciosa hija a ese hombre, comparable con el mismísimo diablo?

¡Ni siquiera podían decir que tuviese su apariencia a su favor! Después de todo, en cada aparición pública que hacía (ya escazas de por sí), ocupaba una máscara para ocultar su rostro. 

¿Qué decían los rumores sobre eso? 

Una cicatriz

El desgraciado Duque Christark tenía una cicatriz que distorsionaba su rostro, una cicatriz tan horrorosa que cualquiera que la viera se desmayaría del susto, o vomitaría del asco. 

Seungmin en ese momento sentía que vomitaría, pero no por la grandiosa entrada del Duque al que todos temían. 

Los fuertes perfumes de los asistentes, combinado con el aroma de la comida y el calor en ascenso lograban marearlo pues eran muy lejanos al ambiente al que acostumbraba. 

Seungmin estaba a nada de colapsar. Y al Conde Minnister le importó menos que nada

— ¡Seungmin, esta es tu oportunidad! —habló el Conde a su hijo, sin despegar su vista del Duque del Norte—, si eres capaz de seducir a ese hombre, ¡entonces...! 

Instintivamente el doncel tapó sus labios con ambas manos. 

Las náuseas le ganaban. 

Era incapaz de afrontar la codicia de su Padre en ese momento, alentándolo a intentar seducir al hombre más temido del Reino. 

Sin lágrimas que le quedaran ya por derramar, Seungmin retrocedió, queriendo huir. Si no lo hacía esa misma noche, entonces su vida siempre sería miserable en manos de su Padre. 

Perdiéndose en la multitud, cada vez más desorientado y tras haber sobrepasado con creces su resistencia física, sintió el mundo dar vueltas. 

Estaba cayendo

Cerrando los ojos, se entregó a su destino. 

Mas, el golpe contra el suelo nunca llegó. En vez de él, un gentil toque lo detuvo, a la vez que alguien jalaba de su mano. 

—¿Estás bien?

Pudiendo reconocer a duras penas una bella máscara oscura con detalles de oro, dejó de aferrarse a su patética vida, cayendo inconsciente mientras estallaba de fiebre. 

Scars › 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐦𝐢𝐧 / 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐒𝐞𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora