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La cena de aquel día fue más ruidosa de lo normal.

En cuanto Changbin había anunciado su estadía en la Mansión del Ducado, las mucamas y los cocineros se pusieron manos a la obra. 

Como nunca antes, Seungmin tomó el liderazgo y guió a Seortell hasta una de las primeras habitaciones para invitados, instándole a instalarse y bajar al salón principal en cuanto hubiese terminado.

Jisung se había encargado de inmediato de los detalles del menú, transmitiendo seguridad a Su Señor al mismo tiempo que intentaba ignorar aquella mirada curiosa

¿Por qué Lord Seortell tiene que tener la boca tan grande? —Se lamentaba Hanratheon en sus pensamientos.

Aunque, sorpresivamente, no volvió a salir el tema de Christopher buscando a Seungmin en la mesa. 

Muy contrario a eso, Changbin no dejó de hablar sobre las tendencias, ya fuese de ropa, maquillaje, cafés o artes. Seungmin escuchaba atento, imaginándose todo el mundo  que no había visto. 

—No he escuchado que hablen de ti, Seungmin —reprochaba Changbin, tomando el té bajativo luego de la muy contundente cena—, ¿No has salido de la Mansión?

El castaño se encontraba titubeante a la hora de responder, pero terminó asintiendo.

— ¡Cómo es eso posible! —exclamó, para ese momento el menor ya se había acostumbrado a su estridente voz. 

—Bueno... —Seungmin paseó su mirada por el comedor, viendo a Jisung, a sus donceles, a la servidumbre... E inevitablemente sonrió — Tengo todo lo que necesito aquí. 

Justo en ese momento, Minnie y Jeongin hicieron contacto visual, esparciendo una calidez en el pecho de este último. 

Changbin también se sintió repentinamente cohibido, cautivado por la ternura del joven frente a él. 

—No puede ser, eres malditamente lindo... —balbuceaba, con las mejillas coloradas. 

Seungmin, quien alcanzó vagamente a escucharlo, cayó en el nerviosismo. 

— ¿S-Sí? —Quería hacerse el desentendido, como si no hubiese escuchado. 

Y sirvió, pues Seortell negó tomando una extraña resolución. 

—Bien, mañana iremos de compras al centro.

— ¿Disculpe? 

—Sí, de compras, Seungmin —repitió, con una sonrisa.

—Pe-Pero... Ya... Ya tengo de todo... —tenía incluso más de lo que en algún momento pudo imaginar, Minnie no podía imaginarse comprando más. 

—Su Alteza, le recuerdo que Mi Señor es alguien de salud delicada... —se entrometió Jisung, gracias a los ojitos confusos de Seungmin.

No fue suficiente para parar a alguien como Changbin. 

— ¡Pues pasaremos a Salones a descansar! —dijo como si fuera obvio, cruzándose de brazos— ¡Está decidido! Deberías ir a dormir pronto, Seungmin, ¡Mañana necesitarás toda la energía del mundo!

—No, yo... —murmuró Seungmin— Cha-Changbin--

Antes de que pudiera llamar su atención, el Futuro Consorte Real había salido del comedor, llevándose consigo a las mucamas que habían dejado a su cargo para poder atenderle. 

Minnie giró su rostro en dirección a Innie, mientras este se acercaba con una sonrisa. 

—No desespere, Mi Señor —le daba ánimos, palmeando un poco su espalda— Siempre es bueno tener nuevas experiencias. 

Y aunque Seungmin no estaba muy de acuerdo, asintió, dejando al mayordomo retirar los platos. 

—Supongo que le haré caso a Lord Changbin...

—Sé que es un poco impulsivo, pero créame cuando le digo que es de fiar, nada malo le pasará —agregó Jisung con una sonrisa en sus labios. 

Dudando un poco, pues hacia años que Seungmin no salía libremente por la Capital, volvió a asentir. 

—Está bien —dirigiendo su mirada a los donceles, les sonrió— Parece que tendré que ir a dormir. 

Y eso sólo significaba un cosa. 

¡Preparativos de noche! 


(...)


Luego de lo que se había convertido en su rutina para ir a dormir, la cual incluía cremas, cuidado capilar, un baño de cuerpo completo con esencias y demás, Seungmin se encontraba en su habitación, sentado frente a la chimenea. 

Innie había insistido en secarle el cabello pues cada vez hacía más fresco en la Capital, pero Minnie negó, queriendo secárselo por su cuenta. 

Y ahí estaba, recapitulando el poco más de mes y medio que llevaba siendo Seungmin Christark.

Todo había cambiado tan rápido, un día estaba en su casa y luego en una Mansión, con mil empleados a su cargo y una enorme habitación, comida caliente y abundante en su plato, además de un salón completo sólo para su ropa. 

Eran muchas cosas que jamás se imaginó volver a tener, pero estaba ahí. 

Incluso nuevas amistades tenía; y aún siendo tan distinto a él, Seungmin esperaba de corazón poder ser amigo de Changbin. 

¿Estaba bien tener tanta felicidad y estabilidad?

Seungmin sentía que se le iba algo, una cosa tan importante que podría echar abajo todo lo que en ese tiempo había estado reuniendo; todos los pedazos de él mismo que encontraba para poder volver a formar la imagen de él. 

Pero, ¿Qué era? ¿Qué faltaba? Minnie se cuestionaba, sacudiendo con cuidado la toalla en su cabeza. 

Probablemente fue por esos pensamientos, así como por lo profundo que se encontraba su habitación en la Mansión, que no escuchó los caballos llegar, ni el azote de la puerta principal. 

Tampoco fue consciente de los pasos pesados y apresurados que se dirigían, precisamente, a su habitación

Para cuando el castaño se dio la vuelta encarando la puerta, era demasiado tarde

El intruso ya había entrado a su habitación. 

Scars › 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐦𝐢𝐧 / 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐒𝐞𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora