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Tres días habían pasado desde que Seungmin colapsó en su baile de Debut. 

Tres días en los cuales no había probado bocado alguno

Para la mayor parte de gente, ese trato sería inconcebible, en especial si uno colapsa de fatiga y agotamiento físico. Para el joven Minnister, esto era pan de cada día.


Removiéndose en su cama de pobres y sucias sábanas, los fantasmas del pasado lo visitaban, haciéndole sudar en vez de la fiebre que ya se había disipado.


Los lamentos de su madre se escuchaban a pesar de ser amortiguados por las paredes. 

Estaba atrapada, atrapada en su propio hogar, con un hombre más peligroso que cualquier otro; su esposo. 

— ¡Maldita perra!

El pequeño Seungmin de trece años escuchaba al otro lado del pasillo, reteniendo las lágrimas. 

— ¡Cómo es posible que dieras a luz a... a esa escoria! ¿Un doncel? ¿¡Es en serio!?

Seungmin en su ingenuidad sólo podía preguntarse cómo cambiaron tanto las cosas. ¿De verdad ser doncel le quitaba todas sus capacidades? 

¿Dónde quedaron los cumplidos de su Padre, por aprender y ser mejor que los niños de su edad? ¿Dónde quedó su tacto gentil? 

¿Dónde quedó el afecto fraternal?

— ¡No, y tenía que ser peor, zorra inútil! No pudo manifestarse antes de los siete, como cualquier otro puto niño normal. 

Seungmin intentaba, por todos los medios, no distinguir el sonido sordo de los golpes, ni los sollozos de su Madre rogando porque acabara su martirio. 

Lo sabía, él no podía hacer nada, era mucho más pequeño que su Padre, y si antes le tenía respeto, ahora sólo un terrible temor le circulaba por la sangre. 

Su Padre nunca se había emborrachado tanto. No como para golpear a su esposa. 

Al menos no en presencia de los niños, a viva luz del día, gritando tan fuerte que hasta la servidumbre era capaz de sentir pena por la señora de la casa. 

— ¡Si sólo hubiese...!


De un sobresalto, Seungmin se despertó antes de lo peor. 

El rastro de lágrimas estaba seco, sus ojos sin vida eran incapaces de permitirse ser bañados por lágrimas. 

Aun así, el dolor en lo profundo de su pecho existía mientras él trataba con dificultad de orientarse. 

De por sí sus comidas eran pobres, pero esto era excesivo. 

El Conde ordenó que tendría régimen de agua hasta nuevo aviso, lo que significaba que Seungmin sería incapaz de salir de su cama hasta que la ira de su Padre menguara. 

Y es que todo eso no era únicamente porque Seungmin colapsó en el baile, frente a toda la sociedad aristocrática, claro que no. 

La fragilidad, era una de las "cualidades" que se esperaba de un doncel, tratando de asimilar lo mejor posible a una mujer. 

El problema era que las cartas que habían llegado a la Mansión Minnister... No eran las deseadas por el Conde. 

Apenas y podía recordar las palabras que el señor le gritó una vez abrió los ojos en su habitación, con una fiebre abrasadora. 

"— ¡Cómo es posible que después de lo que he hecho por ti todos estos años, no seas capaz de traer a casa una propuesta decente de matrimonio!"

Se lo habían metido bien en la cabeza, para lo único que servía Seungmin era para contraer matrimonio con algún hombre rico e influyente. No tenía absolutamente ningún otro propósito. 

El Conde Minnister era codicioso, no dejaría pasar la propuesta de nadie con un título menor a Marqués; aún si se trataba de uno de los tantos Barones exitosos que surgían últimamente. 

Prefería morir a unirse con los Nouveau Riche. [*] 

Y en eso radicaba la actual miseria de Seungmin, incapaz de mover un dedo por sentarse en la cama. 

Conocía el temperamento de su Padre, además de lo voluble que era. Tenía que hacerse a la idea de no ingerir comida sólida al rededor de una semana. 

Soltó un suspiro, recordando cuando se sentaba a la derecha de su Padre en las comidas. 

Ahora ni siquiera podía comer en la misma mesa que él y su hermano menor

Sin embargo, eso era lo mejor. Seungmin era consciente de que ya no tenía valor

Sólo era una carga, una estafa de su Madre a su Padre en la cual éste último invirtió seis años, sólo para darse cuenta que lo que creía, era un diamante, resultó ser no más que carbón sucio y repugnante

Seungmin resopló. Aquellas palabras el Conde se las había repetido tanto, que incluso podría recitarlas junto a otras muchas más, en un poema de odio hacia sí mismo. 

Aun así, no tenía tiempo para pensar en literatura. 

Hacía frío, y su pieza era la más helada de toda la mansión. 

Intentando calentar sus manos, Seungmin dejó caer sus párpados, dispuesto a desvanecerse en la inconciencia. 

Al menos, hasta que estruendosos pasos se dirigieron hasta su habitación. 

Luchando por sentarse en la cama rápidamente, sintió que en cualquier momento sus muñecas se romperían. 

— ¡Seungmin, hijo!

Un escalofrío recorrió la espina dorsal del joven doncel. El Conde no le había llamado afectuosamente en años. Eso sólo podía significar malas noticias... 

— ¡Ha llegado una carta del Duque del Norte! 

Por los gritos de su padre, incluso su hermano menor venía detrás, presenciando toda la escena y entrando en su fría alcoba. 

— ¿Del Duque del Norte...?

— ¡Parece que tu táctica de caer a su lado funcionó! 

Aunque realmente cayó inconsciente

— ¡Es una propuesta de matrimonio! 

Seungmin lo sabía. 

Sabía que tuvo que haber escapado en ese maldito Banquete, dejando atrás las manos codiciosas del Conde. 

Temblando mientras se abrazaba a sí mismo, supo que si objetaba, su destino sería peor. 

—Qué... Qué felicidad... 

Aún a sabiendas de que no había comido nada, las nauseas amenazaban a Seungmin con hacerlo vomitar. Sólo podía cubrir inútilmente su menudo cuerpo, frente a la bestia que sí tenía en frente. 


—Por fin vas a servir de algo, Seungmin. 

La voz de su hermano menor lo tomó desprevenido. A diferencia de su Padre, eufórico por la increíble oportunidad que había obtenido, su hermano le miraba con una sonrisa en el rostro. 

Una sonrisa que aumentaba el malestar de Seungmin. 

—... Me alegra poder traer prosperidad a la casa, hermano...


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[*] Nouveau Riche: Del Francés "Nuevo Rico", se trata de personas que no gozan de riqueza de nacimiento, sino que la ganaron de su propio esfuerzo. En este contexto, son plebeyos que compraron su título luego de ser exitosos en los negocios, por lo cual sí tienen riqueza, no tienen linaje.

Scars › 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐦𝐢𝐧 / 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐒𝐞𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora