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— ¿No te dije que mantuvieran el perfil bajo?

A pesar de que no estaba gritando, eso no impedía que Changbin se sintiera intimidado. 

¿Cómo no lo estaría? Si frente a él, en el escritorio de Christopher, se encontraba un periódico con el rostro de Seungmin en primera plana, y al parecer a su amigo eso no le hacía ninguna gracia.

—Si hubieses escuchado lo que nos dijeron, te aseguro que habrías reaccionado peor —se defendió Seortell, superando el nudo en la garganta que le formaba lo imponente del Duque. 

—Oh, te aseguro que sí —concedió—, pero no habría hecho un escándalo público. Recuerda, Lord Seortell —a Changbin se le erizaba la piel de ser llamado así en esa situación—, somos de las casas ducales. Más aún, eres el prometido del príncipe heredero, ¿Qué podrían hacer nobles de bajo nivel frente a nosotros?

El doncel apretó sus labios, sabiendo que una medida como interceptar los ingresos económicos de las familias que los ofendieron hubiera sido más impactante y menos controversial que una humillación pública. 

Pero es que no había podido controlarse, el enojo se apoderó de su cuerpo y no pudo pensar en nada más.

—... Lo lamento —murmuró Changbin, a lo que Chris suspiró. 

Estaba masajeándose la sien, tratando de prever lo que se vendría ahora que la existencia de Seungmin como el Señor del Ducado de Christark se había hecho pública. 

—Pero hay que ver el lado bueno —lo interrumpió Seortell—, ahora Seungmin será reconocido en los círculos sociales y podrá tener el lugar que se merece--

— ¡Él aún no está listo para salir!


Aún cuando Seungmin se encontraba en el salón, alcanzó a escuchar aquel grito.

La mansión por completo pareció congelarse, quedando en un silencio que prevaleció por largos segundos. 

Seungmin no era tonto, sabía que la razón por la que su esposo había ido a su despacho con Lord Seortell era él; aún más, era imposible que no supiera que aquel grito se refería a sí mismo. 

Pero, ¿Qué podía decir al respecto? 

Nada. 

Christopher no estaba diciendo nada que no fuera cierto, y Seungmin no tenía forma de llevarle la contra. 

Él no estaba listo para salir y mostrarse al mundo; seguía sin ser un digno noble, mucho menos tenía la imagen que el Señor de una Casa Ducal debería proyectar

Seungmin, en definitiva, se sentía un inadaptado

—Mi Señor... —La dulce voz de Innie lo llamó, logrando que se diera cuenta de que estaba sosteniendo con demasiada fuerza su taza—, tenga cuidado, por favor...

Asintiendo, Minnie dejó el té de jazmín en la mesa. 

—Me voy a reposar —dijo a Hanratheon—, no me llamen para la cena, por favor. 

Y aún cuando toda la servidumbre sabía que eso estaba mal, nadie pudo decirle nada al Señor de la Casa. 


Seungmin se encerró en sus aposentos aquel día, y el único hombre que tuvo permiso para entrar, fue Minho Leebit. 


(...)


Al día siguiente Changbin dejó la mansión de Christark. 

Scars › 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐦𝐢𝐧 / 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐒𝐞𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora