Scars › 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐦𝐢𝐧 / 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐒𝐞𝐮𝐧𝐠

quatre

Seungmin era consciente de que gracias a que estaban en la Capital Real, las cartas demoraban menos en llegar, y con ello, las noticias. Aun así, no entendía cómo era posible que la gente del Ducado del Norte estuviera tan rápido en la mansión del Conde.

Con ayuda de Jeongin caminó guiado por la voz de su Padre, en busca de respuestas. 

En la sala de recepción se encontraba él, charlando con un joven al cual nunca había visto. Agudizando el oído, quiso enterarse de qué ocurría. 

—... Marqués Hanratheon, sé que en la carta decía que a cambio de no recibir la dote, se esperaba que mi querido hijo llegase cuanto antes al lado del Gran Duque Christark, pero esto...

Aquella era la primera vez que Seungmin escuchaba al respecto. 

¿No iban a pagar la dote? 

¿Qué es eso, sino sinónimo de regalar a su hijo?

—Su Excelencia entiende que puede ser difícil para un afectuoso Padre el dejar ir a su hijo, no obstante recalcó en la propuesta que quería casarse lo antes posible para poder regresar al Norte. 

—Con lo antes posible se refiere a... 

El Marqués suspiró con cansancio, sabiendo que no llegaría a nada con el Conde Minnister si no había dinero de por medio. Tal como el Duque previó. 

Sacando con elegancia una bolsa de su saco, la dejó caer en la mesa que separaba a ambos.

—Entendemos su preocupación, por supuesto —Hanratheon sintió asco al ver cómo Minnister no separaba su vista de la bolsa, misma que estaba llena de monedas de oro—, pero el Duque estaría muy feliz de poder llevarse a su prometido hoy mismo. 

—E-Entiendo que... Pero hoy...

Una segunda, tercera y hasta cuarta bolsa fueron arrojadas a la mesa, a la vez que Jisung Hanratheon presentaba a un lado el documento de compromiso, donde el actual tutor de Seungmin corroboraría legalmente que el chiquillo ya no estaría más a su cargo. 

El joven Doncel, que había alcanzado a ver la primera bolsa, lo supo. 

No hacía falta más. Mientras hubiese dinero de por medio, su Padre no dudaría en venderlo. 

Ni siquiera se molestó en seguir escuchando; tenía maletas que hacer. 

Bajo la atenta mirada y cuidado de Innie, abandonó aquel pasillo. Pero las voces resonaban. 

—Al Gran Duque Christark le gustaría llevarse hoy mismo a su prometido. 

— ¡Por supuesto! 

Aún cuando lo sabía, no quitaba que doliera. 

Escuchar el júbilo de su Padre cuando prácticamente lo había vendido al monstruo del Norte, a la bestia despiadada que no dudaba en matar a quien le estorbase, al hombre más temido en la aristocracia... 

— ...Qué divertido.

Jeongin tuvo que reprimir sus lágrimas cuando observó a su Joven Amo, con ese atisbo de dolor en su rostro. 

—Vamos, Joven Seungmin —hipó el menor, totalmente ajeno a la euforia que se vivía en la Casa—, tenemos que preparar sus cosas para partir. 

E incluso cuando el mismo Jeongin había dicho eso, ambos sabían que las pertenencias de Seungmin cabrían en una simple maleta.