Cap 36: El Reencuentro

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(Augusto)

Día 31 sin ella...

—¿Entonces? ¿Estás listo para hablar Augusto? —acomoda sus gafas de un golpecito con el índice antes de entrelazar sus manos de nuevo en el escritorio.

Suspiro cruzandome de brazos y mirando hacia el techo esperando que pase la media hora que falta para poder irme de este lugar. Escucho como suspira y quiero sonreír por hacérselo más difícil.

—¿Que tal si me cuenta un poco de ti y de ella?

Lo encaro.

—¿Tengo cara de querer hablar? —lo miro sin expresión. Agarra un lapicero antes de hacer unas anotaciones, me mira y vuelve a anotar, hace ese procedimiento al menos tres veces poniéndome de los nervios.

—Augusto.

—¿Que?

—¿La extrañas? —su voz suave me pone de los nervios también.

Al ver que no voy a responder como lo he hecho hace casi un mes desde que estoy en este lugar, asiente antes de decir las palabras mágicas.

—Bien, está bien si no quiere hablar. Iré a buscarla a ella para que me cuente de ustedes porque hasta ahora solo sé su nombre y lo que sus hermanos me han dicho. Ya puede retirarse, Augusto. Doy por acabada la sesión. —cierra la libreta lentamente

Lo miro con una mezcla de incredulidad, ganas de asesinarlo y confusión.

—Jodete —me levanto y salgo del consultorio hecho furia pero antes de salir por la puerta principal cierro los ojos haciendo las manos en puños. Joder, no puedo solo irme porque resulta que el maldito viejo va de bocón a contarle a Michell todo lo que hago y luego tengo que lidiar con su berrinche de que es por mi salud mental y toda esa mierda.

Maldigo antes de dar la vuelta y volver a entrar en su consultorio. Quiero borrar su estúpida sonrisa de un puñetazo.

—Hola, Augusto, ¿Cómo estás? Tenía tiempo sin verte por aquí —bromea o eso intenta dado mi respuesta que es una cara de culo perfectamente hecha.

—Vuelves a hacer una broma así de mierda y me largo —advierto arrastrando la silla hasta la puerta.

—Muy bien. ¿Responderás a todo lo que te pregunte?

—No tengo todo el maldito tiempo para gastarlo hablando contigo, o hablas o me iré. —cruzo mis brazos y estiró mis piernas

—Entonces, Augusto, ¿Quien es Annie Wills? —su pregunta me pilla desprevenido pero me concentro en contestar sin moverme ni un centímetro.

—Mi novia —me encojo de hombros, él alza una gruesa ceja

—¿Su novia? —pregunta sin creerme, por dios, ¿que le pasa? Asiento antes de que hable de nuevo —¿Ella lo sabe?

Ruedo los ojos

—Ahora, esa es una pregunta mierda para decir pero la responderé. No, no lo sabe porque llevo casi un mes sin verla, ¿Sabes cuánto tiempo es eso? ¡Un maldito mes! Sin escuchar como dice esas... Esas putas cosas que me vuelven loco. —me pongo de pie caminando por el consultorio, el viejo me sigue con la mirada—. Odiaba su voz y ahora escucho los audios que me enviaba por Whatsapp insultandome, odiaba profundamente su presencia cuando estaba cerca y ahora sueño con ella, yo, Augusto, soñando con una chica. Y eso solo es una pequeña mierda para todo lo que siento. No he lavado la... Carajo. —me arrepiento al instante de decirlo, pero ya solté mi mierda ahora tengo que jugar con ella —. No he lavado la almohada con la que dormía en mi apartamento. Así de loco me tiene. —termino suspirando

Del odio al amor✓ (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora