Cap22: Los Marines están aquí

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(Augusto)

—Entonces... ¿Me dirás o te lo tengo que sacar?

—¿Que me sacarás? —pregunto solo para molestarla

Ella pone los ojos en blanco y luego habla —¿Quienes son Los Marines, y porque son tan peligrosos?

Suspiro. Nos encontramos en Fityv 's, un restaurant de la ciudad desayunando. La odiosa decidió hacer está parada por que según ella, se pondrá de mal humor si no se alimenta y si no la soporto así no me lo quiero imaginar de mal humor, así que accedí. Walter se encuentra en unas de las mesas bebiendose un café

Desde que llegamos Annie no ha dejado de hacer preguntas y la verdad es que, entre más pregunta, más ganas me dan de coserle la boca

Chasquea los dedos delante de mi — Hey, te estoy hablando

Paciencia Augusto, paciencia

La miro con expresión cansada —¿Que quieres Annie?

—Quiero que me digas quiénes son Los Marines —¿No se cansa de hablar? La verdad es que se me ocurren varias maneras de hacerla callar

Justo cuando voy a hablar, la puerta del restaurant se abre, entran dos tipos uno más bajo que el otro; están vestidos todos de negro y llevan un par de tatuajes, pero hay uno en particular que me llama la atención.

Es un ancla, el puto ancla que identifica a Los Marines ¡Joder!

Miro rápidamente a Annie pero ella parece ajena a todo lo que ocurre, sigue hablando mientras se come su croassan, yo no escucho ni la mitad de lo que dice. Vuelvo a mirar a los tipos que ya se sentaron en una mesa que está en el último rincón del restaurant y estudio su comportamiento; el más bajo se pasa varias veces la mano por la boca, no deja de mirar a todos lados y de repiquetiar el dedo índice en la mesa, lleva una bolsa de papitas, debe llevar unos seis meses sin fumar y claramente está en abstinencia. El más alto parece ser el que está al mando; mueve la cabeza lentamente escaneando el lugar y apuesto que está contando cuántas personas hay, tiene la espalda relajada a diferencia del otro y supongo que debe tener unos cuantos años en el puesto

Es obvio que vienen por nosostros

—Augusto, ¿Me estás escuchando? —Annie me mira con los ojos entrecerrados y mira hacía todos lados claramente confundida

—Si —respondo, Walter parece sentir mi mirada porque sube la cabeza y con los ojos le hago señas de que no estamos solos, voltea y me informa con el dedo que nos quedemos sentados

Dos tipos más entran también en el restaurant, uno blanco y el otro moreno

—Augusto, ¡Joder!. ¿podrías prestarme atención? —dice subiendo el tono de la voz

—Annie, deja de soltar palabrotas y por lo que más quieras baja la voz —muy tarde, los ojos del tipo más alto se encuentran con los míos y en su cara se forma una sonrisa maliciosa, no, no, no ¡Maldición!

Instintivamente me tocó el arma que tengo en mi cintura

—¡No voy a bajar la voz, llevo media hora hablando como las estúpidas y preguntándote cosas y tú....!

—¡Mierda! odiosa, baja la maldita voz —murmuro furioso, ya me está sacando de mis casillas

—¡¿Por qué?!

Todos saben que yo no pienso las cosas antes de actuar, actuo y después que vengan las consecuencias, así de simple

La agarro del mentón con una mano y antes de que pueda detenerme...

Del odio al amor✓ (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora