Epílogo

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(Augusto)

Todo está en silencio, solo se escucha mi respiración y el sonido proveniente del televisor. El ambiente está tan tenso que es palpable, mis vellos se erizan en alerta, los segundos pasan y la situación se vuelve mas notoria pero sin embargo sigo en la misma posición. El lugar continúa en silencio solo se escuchandose las manijas del reloj anunciando que son las siete de la noche, mi respiración acelerada y de nuevo el sonido del televisor, luego todo pasa en camara lenta...

Un ruido

Abro los ojos poniendome de pie de inmediato, alerta, cuidadoso, sigiloso. Camino con lentitud hasta la cocina de mi casa cubriéndome con las paredes y entonces es cuando la veo.

Anastasia se encuentra en pañales sentada frente al refrigerador con un montón de batido de fresa desperdiciado por el lugar y por todo su mini cuerpo.

Mi batido de fresa.

Mi preciado batido de fresa.

¿Pero que...? ¿Cómo es que logró abrirla?

Me acerco hasta la escena del crimen cruzando mis brazos mientras la miro desde arriba mirarme con la cabeza totalmente hacia atrás. Saca su sonrosada mini lengua para pasarla por sus manitas llenas de batido antes de sonreírme arrugando la nariz y mostrando sus nuevos dientes.

La miró con dureza y seriedad pero todo lo que hace ella es pestañar continuamente hechizandome. Ella sabe lo que hace, sabe lo que eso ocasiona en mi y por eso lo hace. Me manipula a su antojo al igual que su madre.

Cría astuta.

—Esto no es gracioso, solo cerré los ojos unos segundos y te consigo de este modo, Ana. —la riño levantandola del suelo y sentandola en la encimera, ella me mira sin dejar de chuparse los dedos llenos de batido — ¿No puedes simplemente quedarte dormida como las crías normales?

Niega con la cabeza como si me entendiera, o quizá si lo hace. Siempre lo he sospechado, hasta le he puesto cámaras en su habitación temiendo que me mate mientras duermo.

Mierda, no dormir ya me está afectando.

Me ofrece una de sus manos para que pruebe mi preciado batido de fresa desde ella. Hago una mueca mientras examinó su mano: Está pegajosa y con mucha baba de bebé.

—No voy a hacer eso.

Frunce el ceño sin aceptar mi negativa ofreciendomela por segunda vez.

—No, Anastasia.

—¡Shi!

—No.

—¡Shi!

—Dije que no.

Veo como sus ojos brillan mirándome antes de que su labio inferior salga creando un puchero, las lágrimas no tardan en salir.

Ya está, me he pasado, mierda.

—Joder —susurro bajo pasandome las manos por el rostro.

Estoy cansado e irritado y como consecuencia la estoy pagando con ella que nada tiene la culpa.

—Lo siento, nenita, papá está cansado y por eso es un idiota —la atraigo a mi pecho sintiendo su cuerpo pegajoso pegarse al mío. Intenta rodearme con sus pequeñas manos pero no lo consigue así que sin más la cargo para que sus brazos se enrrollen en mi cuello dejándola con más comodidad.

Subo las escaleras para ir a la habitación y bañarla a pesar de la hora y de que ya es la tercera vez que lo hago desde que comenzó el día.

Luego de largos minutos casi una hora consigo bajar de nuevo con una cría limpia y con sueño, pero la muy terca se niega a dormir.

Del odio al amor✓ (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora