Capítulo 7

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San Valentín, Día del Amor y la Amistad o como prefieras llamarlo. Aquel día donde las personas enamoradas se muestran su amor en público o en su hogar, algunas se declaran rogando no ser rechazadas y otros simplemente deciden pasarlo con sus amistades, familia o con ellos mismos, este último caso, definitivamente era Ellie. No le entusiasmaba ver como los demás recibían cartas, obsequios y demás de sus personas especiales, puesto que no tenía una. Tal vez, estaba levemente celosa, ella también quería poder disfrutar de aquel sentimiento llamado "amor". Pero se reservaba a pensar que su persona especial llegaría en algún momento, esperaba que fuera así.

Los lunes por la mañana siempre son pesados, debes comenzar la misma rutina de siempre si es que no tienes una vida emocionante o simplemente eres muy flojo como para moverte de tu casa. Otra vez, Ellie no era la excepción, odiaba los lunes con todas sus fuerzas y sólo esperaba que el viernes llegara lo más pronto posible. Sin embargo, hoy sería más fastidioso que de costumbre, justo hoy caía ese maravilloso día que no le causaba ningún tipo de emoción. Era temprano pero no tanto como para que se diera el lujo de dormir un poco más, así que mientras la hora pasaba, ella trataba de vestirse para ir a clases.
Al entrar al establecimiento pudo divisar como muchos jóvenes corrían de un lado al otro, algunos declarándose y la mayoría celebrando cuando alguien era aceptado. Entre aquellas personas estaba su mejor amiga, rodeada de algunos chicos que vergonzosamente confesaban su amor hacia ella, mientras que la pobre muchacha rechazaba a todos siendo lo más amable posible.
Las horas en la escuela eran el mismísimo infierno salvo cuando tenía con la señorita Miel, era su profesora favorita porque sentía que entendía más a sus alumnos y no los presionaba, como la mayoría en la secundaria hacen. Todavía faltaba una hora para irse y gracias a cualquier deidad que pudiese existir, Teff se mantenía al margen, el hecho de que no le preguntara nada sobre el de rizos la hacía sentir tranquila. Aunque de reojo veía como la alta entrecerraba los ojos mientras le miraba, como si quisiese leerle la mente. Entre menos palabras mejor.

El timbre sonó y eso anunció el cierre de clases, todos los alumnos se despidieron de la profesora felices, las dos chicas incluidas. Algunos se hicieron a un lado viendo como el profesor de artes entraba a donde se encontraba la docente, por el vidrio de la puerta pudieron ver como el adulto le entregaba un ramo de flores que tenía detrás de la espalda y seguido de eso, decía algo que no pudieron escuchar, pero que pudieron deducir al ver a la otra adulta sonreír y abrazar a quien la acompañaba. Todos los adolescentes que se encontraban fuera del salón empezaron a silbar y gritar de emoción, después de todo, incluso los profesores tenían un romance.

[...]

Se encontraban caminando rumbo a Encanto, sería genial pasarlo junto a sus nuevas amistades en lugar de ser sólo ellas dos.

—¿Has pensado en regalarle algo a Camilo? —soltó de repente la de cabello rojizo haciendo que su amiga se sonrojara.

—Hm, sí, tal vez sea pequeño pero espero que pueda ver que está hecho con todo mi amor —la alta le dio un codazo y ambas rieron—. ¿Tú le regalaras algo a Mirabel?

—Sí, son dos collares en cojunto, un corazón con dos mitades. Es cliché pero no soy buena para estas cosas y tampoco podía pedirte ayuda a ti si estás peor que yo —al terminar la frase, la de baja estatura le dio un codazo más fuerte que el que ella había recibido. Se lo merecía porque tenía razón.

—¿Te le vas a declarar?

—Pues, sí. Al menos quiero que sepa que me gusta, si me rechaza, sólo me tocará llorar en tu hombro.

—Es gracioso pensar que hace un rato rechazaste a varios chicos y ahora te pondrás a llorar esperando no ser rechazada —habló con diversión.

𝗧𝗛𝗜𝗦 𝗦𝗜𝗗𝗘 𝗢𝗙 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 | 𝗖𝗮𝗺𝗶𝗹𝗼 𝗠𝗮𝗱𝗿𝗶𝗴𝗮𝗹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora