Capítulo 17

240 36 114
                                    

—Entonces, ¿quién te gusta, Pablito? —interrogó la pelinegra.

El pequeño de gafas se sonrojó y con sus manos intentó ocultar su rostro.

—Seguro no nos dirá. Qué penoso.

—Cállate, enano —reprochó el castaño, dándole un sutil golpe a Nacho.

—M-me da vergüenza...

—No pasa nada si no nos dices, hazlo cuando tú quieras —habló calmada la única chica que estaba allí.

—¡S-se los diré! Es... Ana Sofía —su voz fue disminuyendo el volumen a medida que terminaba de pronunciar aquel nombre.

—¿La hija de don Miguel? Eres niño muerto.

—¡No digas eso, Milo! Asustarás a Pablito.

—Toñito tiene razón —todos, menos el de rizos, concordaron.

—Yo sólo decía. Ni siquiera Luciana que es la hija mayor tiene pareja, mucho menos dejará que la más chiquita tenga —la cara del chiquillo de lentes se tornó triste—. P-pero eso no significa que no puedas estar con Ana Sofía —trató de remediar lo que había dicho.

—¿Quieres estar con ella? —Juan preguntó mirando a su amigo.

—Pues, es mi amiga...

Al escuchar eso, el Madrigal recordó como, al principio, había dicho que Ellie era sólo su amiga y ahora, hasta eran pareja.

Por lo menos el niño tenía en claro lo que sentía. Un punto para Pablito.

—Pero la verdad sí me gustaría salir con ella —admitió avergonzado.

—Entonces hagamos un plan.

—¿Para hacer que él tenga novia? —uno de los niños contestó a la propuesta de Paquito, señalando al pequeño de lentes.

—¿De qué más, Nacho? —volvió a hablar irónico.

—Bien, bien. Entonces déjenme entender, ¿pretenden hacer un plan para esto?

—Pues sí, Milo. ¿Acaso no escuchaste lo que dijimos?

—Sí escuché, pero no parecía que lo harían.

—¡Será misión Cupido! —habló emocionado Antonio.

—Bien, entonces, pongámonos manos a la obra.

Todos juntos empezaron a idear cosas que Pablo podría implementar en su conquista con la niña que le gustaba. Y así se la pasaron toda la tarde.

—¡Nos vemos mañana, Ellie! —se despidieron los pequeños.

—¡Nos vemos!

[...]

Al día siguiente, volvieron a reunirse, pero esta vez; en la habitación del último Madrigal.

—Bien, ¿por dónde comenzamos?

—El paso número uno es hablar con ella.

—Sigo pensando cómo es posible que no le hayas hablado nunca —dijo Camilo.

—Déjalo, yo tampoco le hablaba a quién me gustaba.

—Pero eso es porque eres muy tímida.

—Yo igual —confesó Pablo.

—Entonces tiene sentido.

—Ya dejen de hablar. Vayamos a buscar a Sofi —dijo Toñito.

𝗧𝗛𝗜𝗦 𝗦𝗜𝗗𝗘 𝗢𝗙 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 | 𝗖𝗮𝗺𝗶𝗹𝗼 𝗠𝗮𝗱𝗿𝗶𝗴𝗮𝗹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora