Capítulo 10

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La pelinegra se encontraba caminando al lado del castaño, quien silbaba la melodía de la primera canción que le había mostrado. De repente, el muchacho rodeó los hombros de la bajita con un brazo, apegándola a él.

—¿Quieres hacer algo? —preguntó mirándola.

—Hm, podríamos ir con las chicas, no lo sé.

—Podríamos preguntarle a mi tía si podemos preparar algo para comer.

—Pero no sé cocinar —admitió avergonzada.

—Yo no tengo problema en preparar cosas para ti, incluso podría enseñarte.

—Me gustaría mucho —el de rizos sonrió y dejó un beso en la mejilla de la contraria, haciendo que ésta se sonrojara.

Siguieron su camino hasta encontrarse con las susodichas, quienes estaban haciendo quién sabe qué.

—¡Chicos, hola! —saludó alegremente la de lentes al notarlos.

—¿Qué tal? —el más alto pausó su habla— ¿Qué está haciendo Teff? —preguntó extrañado.

—Le está haciendo una casita a un bicho bolita que encontró.

Ellie se acercó a su mejor amiga y al colocarse de cuclillas, pudo notar que, efectivamente, lo que decía la chica era verdad. Colocando hojas y ramas por allí y allá, la de ojos miel trataba a duras penas de que su intento de casa quedara estable. Por otra parte, aunque le daban cierto miedo los insectos, aquel pequeño animal daba un poco de ternura.

—Ponle Tito, creo que rima con bichito —mencionó animado el único muchacho que se encontraba ahí.

—Tito el bichito... ¡Suena bien! — la pelirroja alzó su mano y el joven la chocó— Gracias, compadre, siempre tan inteligente usted —la de cabello cortó negó con la cabeza divertida ante lo que estaba presenciando, esos dos parecían compartir la misma neurona.

—Por cierto, nos preguntábamos si querían cocinar algo, aunque primero debemos preguntarle a tu mamá.

—Yo creo que ella sí nos dejará, mientras no hagamos un desastre —contestó la Madrigal.

—Entonces, ¿qué esperamos?

—¿Dejarás a Tito ahí?

—Estoy segura de que podrá cuidarse solo —habló dudosa Teff poniéndose de pie—, eso espero.

[...]

En la cocina había una pequeña pelea de harina, y aunque dijeron que no iban a hacer un desastre, fue exactamente lo que hicieron. Mientras que las jóvenes que eran pareja jugaban entre sí, al de rizos se le daba por robarle pequeños besos a la bajita tratando de que no ser descubierto por las otras dos, más que todo por la alta.

—¡Dejen de comer eso, está crudo!

El de cabello castaño y la de melena rojiza estaban siendo regañados por la adolescente de vestido, puesto a que se estaban comiendo la masa de las galletas que habían elegido preparar al llegar a Casita.

—Es que está rico —se excusó el que tenía pecas.

—Ellie, hazte cargo de tu novio, ¿quieres? —soltó su mejor amiga con una sonrisa burlona, la pelinegra sintió sus mejillas sonrojarse y Camilo también— ¿No dirán nada? ¡Entonces tengo razón!

—Calla, Teff, no los molestes —le reprochó su novia a la anterior mencionada.

—Sólo decía, no te enojes —abrazó a la de lentes por detrás, poniendo su cara sobre el hombro de ésta. Fingió culpa aunque realmente no estaba arrepentida de nada.

𝗧𝗛𝗜𝗦 𝗦𝗜𝗗𝗘 𝗢𝗙 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 | 𝗖𝗮𝗺𝗶𝗹𝗼 𝗠𝗮𝗱𝗿𝗶𝗴𝗮𝗹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora