Capítulo 22

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El primero en ofrecerse a comenzar fue Camilo.

—Bien, todos pónganse atrás de ese árbol —señaló la gran planta y luego se dio la vuelta—. Un, dos, tres...

Los niños que estaban preparados para salir, empezaron a moverse.

—¡Cigarillo 43!

El Madrigal se dio la vuelta tan rápido que pudo ver como Juan se tambaleaba en su lugar.

—Juan, a la banca.

—¡Pero si no me viste moverme! —se quejó el niño.

—Sí te vi.

—¡Mentiroso! —entre quejas se fue a sentar a un banquillo que estaba cerca de donde estaban.

El siguiente fue Francisco. Sin querer, había tropezado con Clara justo cuando Camilo se dio la vuelta.

—¡Ustedes dos! —gritó el de ruana señalando a los infantes— Los vi moverse.

—¡Clara me empujó! —reprochó Paco molesto.

—¡Pero si tú te chocaste conmigo, tonto!

—Necesitamos continuar, chicos. Ambos vayan a la banca, por favor —pidió amablemente Ellie.

Clara no dijo más a pesar de que Paco seguía excusándose. Sin embargo, parecía que se había cansado de las quejas del niño sentado a su lado, porque le pisó el pie para que se callara, consiguiendo así su objetivo.

Uno cayó otra vez. Luego otro, y otro, y otro, y otro más.

Únicamente quedaba Pablo en juego.

—¡Vamos Pablito! —animaron los demás, sobretodo Ana Sofía.

—Un, dos...

Y sin llegar a terminar, Pablo ya estaba al lado del de rizos.

Había ganado.

—¡Eso!

Sus amigos fueron a festejar al ganador de esa primera ronda.

Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho rondas más se jugaron.

Cada una con su respectivo ganador: Teff, Nacho, Clara, otra vez Nacho, Camilo, Antonio, Abril y Camilo de nuevo. Haciendo en total, nueve rondas llenas de adrenalina.

Ellie junto a Mirabel, Paco, Juan, Pablo, Mía y Ana Sofía fueron los que normalmente eran eliminados primero.

Era momento de la ronda de desempate, puesto que Nacho y Camilo habían ganado la misma cantidad de veces.

La que se encargaría de decir la frase del juego sería Mirabel.

—Bien, voy a comenzar. Un... Dos... Tres... ¡Cigarrillo 43!

Nacho le tomó ventaja a Camilo.

Mirabel se quedó mirando a ambos por unos segundos, por si se movían aunque sea un minúsculo milímetro, hasta que volvió a darse la vuelta.

Cada vez que la de lentes se giraba, los muchachos avanzaban lo más que podían. Aunque como Nacho iba más adelante, Camilo no iba a quedarse mirando como el más joven le ganaba.

Su plan era transformarse en un adulto con más estatura que ambos, para que entre una pisada y la otra, la distancia fuera más. Las piernas largas te hacen caminar o correr menos que alguien con las piernas cortas como lo es un niño.

𝗧𝗛𝗜𝗦 𝗦𝗜𝗗𝗘 𝗢𝗙 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 | 𝗖𝗮𝗺𝗶𝗹𝗼 𝗠𝗮𝗱𝗿𝗶𝗴𝗮𝗹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora