Capítulo 16

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—¿Qué haces?

—Qué te importa, mocosa.

Ellie estaba lista para irse a la escuela. Aunque se quedó parada en medio de la pequeña sala de su casa, viendo como su mamá estaba anotando cosas en una libreta.

—Bien, ya me voy...

—Mejor no vuelvas.

La chica se quedó callada.

Ya estaba acostumbrada a los tratos de su madre, pero aun así le dolía.

Salió de la casa y caminó hasta el hogar de su mejor amiga. Iba a tocar la puerta pero escuchó gritos.

—¡Deja de gastar nuestro dinero! —era la voz de Teff— ¡Mamá se enfuerza mucho como para que lo desperdicies así nomás!

La única con la que podría estar discutiendo era con su hermana, quién le respondía pero no lograba ser audible para la pelinegra.

—¡Jódete! —salió del lugar dando un portazo enojada, hasta que se topó con su amiga— Ellie... siento que tuvieras que oír eso —se disculpó avergonzada.

—Teff —se acercó a la muchacha para abrazarla—, no te preocupes.

—Extraño a mi mamá.

—Yo sé que sí, pero entonces, ¿por qué no intentas decirle lo que sucede?

—Ya te dije por que, Ellie. No quiero darle una preocupación más.

—Está bien, no voy a presionarte. Igual, sabes que cuentas conmigo, ¿sí?

—Gracias... Ya podemos irnos —dijo rápidamente para evadir el tema, no le gustaba hablar sobre eso.

Comenzaron a caminar rumbo a su instituto. Otro día aburrido para ambas, al menos hasta el final de la jornada escolar.

[...]

—Sergio, quítate, por favor. No nos dejas ver.

El chico no le hizo caso a la bajita, estaba concentrado jugando con otro joven mientras que la profesora de historia estaba fuera del salón.

—Me pareció que te dijo que te quitaras —habló la de ojos miel.

—¿Y qué harás si no me muevo? —habló burlesco.

—No estoy de humor, así que te patearé los huevos por estúpido —espetó molesta.

Aquel chico no tuvo más remedio que correrse del medio.
De más sabía que la pelirroja no era una persona con quien querrías meterte. Y no por ser agresiva (aunque tal vez podía serlo un poco), sino que era bastante inteligente y podía devolvértela si la molestabas a ella o a alguien de su círculo.

[...]

—Extraño a Bell.

Ambas muchachas estaban sentadas en un banco de su colegio, esperando su siguiente clase luego del receso.

—La vimos ayer, y hoy también le veremos.

—Me gustaría vivir más cerca de ella.

—A mí también.

—¿Te gustaría vivir más cerca de ella?

—No sólo por Mira, tonta. Por Camilo, ya sabes. Además, nos encariñamos con todos.

—Si tuviera la edad y el dinero suficiente querría mudarme.

—Sí... yo igual —se quedó en silencio unos segundos—. De hecho, mi mamá estaba contando dinero. Bueno, creo, porque estaba anotando cosas en una libreta.

𝗧𝗛𝗜𝗦 𝗦𝗜𝗗𝗘 𝗢𝗙 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 | 𝗖𝗮𝗺𝗶𝗹𝗼 𝗠𝗮𝗱𝗿𝗶𝗴𝗮𝗹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora