Capítulo 8

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Pasaron un par de días luego de aquel momento tan especial para Ellie, sin embargo, no volvió a pasar de nuevo y cada vez que estaba cerca del castaño no podía evitar avergonzarse. Debía analizarlo más, ¿a caso el regalo y lo que dijo era un tipo de confesión? No lo sabía y tampoco podía asegurarlo, lo que sí, era que necesitaba saber qué pasaba por la mente del chico, mientras antes supiera cuáles eran sus sentimientos, más rápido podría alejarse para no lastimarse a sí misma.

—¿En qué piensas tanto? —la voz de su mejor amiga la sacó de sus pensamientos.

—Tengo miedo —musitó la baja.

—¿Miedo de qué o quién?

—Tengo miedo de mis sentimientos, del hecho que podría estar amando a alguien que no me ama de la misma manera.

—¿Por qué lo dices?

—Quizá mientras que tú y Mira se hacían novias, yo estaba con Camilo y no sé, yo sentí que tal de alguna manera él me estaba diciendo cómo se sentía.

—¿Y se supone que se te confesó o cómo? Explícame porque no entiendo —la pelinegra dio un suspiró y prosiguió.

—Eso es lo que yo pienso, pero si la realidad no es así, tengo que alejarme porque no quiero que me rompa el corazón. Podría ser cualquiera pero no él.

—¿Entonces qué planeas hacer?

—La verdad nada, tendría que esperar a que me diga algo o sino, le preguntaré yo misma.

—Déjamelo a mí, yo te ayudo —rodeó el cuello de su acompañante con un brazo y la acercó a ella—. Aunque sabes, yo creo que le gustas.

—No me digas eso para hacerme sentir mejor, me ilusionaré y luego terminaré llorando —se quejó la fémina.

—Es en serio, bueno, por lo poco que me dijo Bell. ¡Es más! Ella puede ayudarnos con esto.

—Qué vergüenza...

—¡Oye! Es mi novia y la prima del chico que te tiene así.

—¿Por qué lo dices de esa manera? —la de ojos café juntó sus cejas y miró con incomodidad a la otra.

—Porque es la verdad —habló con obviedad.

Sin más, se llevó a rastras a la de baja estatura hacia el pueblo que solían visitar.

Se encontraron con las tres chicas Madrigal, que al parecer estaban hablando de algo y al ver a la de cabello oscuro corrieron hacia ella.

—Justo queríamos hablar contigo —la primera en hablar fue Isabela.

—Chicas, ¿qué sucede? —la pobre se encontraba confundida.

—Vayamos a Casita —esta vez fue Dolores, que estaba mirando de un lado al otro, como si buscara a alguien.

Sin esperar una respuesta, las tres jóvenes llevaron arrastrada a Ellie hacia su hogar mientras que una Teff ofendida se quejaba porque la habían ignorado completamente.

—Bien, él no nos buscará aquí, sabe que no puede pasar a mi cuarto —la de vestido floreado afirmó a la par que cerraba su puerta, a la que bloqueó poniendo unas largas palmas de cera en forma de "x".

—Hola, yo también estoy aquí —mencionó la pelirroja con las manos en su cintura.

—Espérate tantito, mi vida, ahora te hago caso —su pareja palmeó un lugar en la cama de su hermana para que pudiera sentarse a su lado. La de ojos miel no hizo más que obedecer, agregando un bufido con cierta desconformidad.

—Estuvimos hablando con Dolores porque nos dijo que escuchó algo.

—¿Tiene que ver conmigo? —la de pelo lacio entrecerró los ojos y levantó una de sus cejas.

—Suponemos que sí.

—La cosa es que, ayer escuché a Milo hablando con mi mamá, y él le preguntaba cómo se podía conquistar a alguien o si se podría saber si le gustabas a una persona.

—Mi tía Pepa le preguntó si le gustaba alguien y Camilo dijo que sí, por lo que ella le cuestionó quién era pero él sólo describió a la chica —continuó Isabela a lo que su prima decía.

—Da la casualidad, o no, que parecía como que él te describía a ti, Ellie —terminó concluyendo la de lentes.

Por un momento, sintió que todo se paralizaba, ¿realmente había una posibilidad de que eso fuera cierto?

—¿Y-yo? ¿Están seguras?

—Estoy un 99% segura —opinó la muchacha que tenía el don de escuchar a la distancia.

—Yo pienso que sí, de hecho, una vez lo molesté diciendo que eras su novia —la de melena oscura se enrojeció— pero no le dije explícitamente que me refería a ti, sin embargo, él "asumió" que eras tú —hizo comillas con sus dedos en aquella palabra.

—¡Lo sabía! Qué mentiroso es. Él me dijo que sólo te veía como una amiga —por fin la de cabello rojizo se unió a la conversación, aunque se ganó miradas fulminantes por las muchachas que eran familia—. Igual fue hace muchos, muchos días, no te preocupes... Ahora probablemente sí le gustes —se excusó tratando de remediar lo anteriormente dicho.

—Si esto es una broma, díganme porque ya no da risa —la pelinegra llevó su diestra a sus sienes logrando ocultar sus ojos disimulando tristeza.

—¡Oh! No, no llores, Ellie, juro que es verdad —la de moño rojo exclamó preocupada.

—Es broma, no te preocupes, aunque en serio espero gustarle.

La de pelo rizado logró escuchar como su hermano le preguntaba a algunas personas si las habían visto, por lo que dieron su charla por concluida, pero no dejaron de estar al tanto. Todas salieron de Casita y las dos mayores fueron a ayudar con unas cosas que surgieron en el momento, las tres adolescentes se quedaron juntas aunque la pelinegra se sentía mal tercio entre sus dos amigas, así que se alejó sin que las dos tortolitas se dieran cuenta y empezó a buscar al de rizos.

—Una flor para otra flor —la chica soltó una pequeña risa ante lo dicho, Camilo había aparecido a su lado como si de magia se tratase, entregándole lo que tenía en mano, aprovechando para rápidamente depositar un beso en la diestra ajena como ya era costumbre—. ¿Qué tal estás, bonita? Te estuve buscando.

—Qué caballeroso, gracias —hizo una reverencia como si de la realeza se tratara—. La verdad estuve con las chicas, necesitaban ayuda con algo.

—No preguntaré porque probablemente no me digas así que, ven, quiero mostrarte algo.

El joven tomó la mano de su acompañante y la llevó lo suficientemente lejos para decir que estaban fuera de Encanto, aunque realmente no era así porque de lo contrario, si su mamá se enteraba iba a darle un sermón. Consideró que era mejor prevenir que lamentar.

𝗧𝗛𝗜𝗦 𝗦𝗜𝗗𝗘 𝗢𝗙 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 | 𝗖𝗮𝗺𝗶𝗹𝗼 𝗠𝗮𝗱𝗿𝗶𝗴𝗮𝗹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora