—Muchos creyeron que mi hermanastro fue el responsable, pero Percen no tenía fuerzas para levantarse de la cama esa noche, mucho menos de clavar una daga en el pecho de un hombre. —¿Cómo lo sabes? —Trató de mantener un tono ligero y pausado, no queriendo que notara como sufría por él, las ganas que tenía de envolver los brazos alrededor de su cuello y llevarse todo el antiguo dolor. —Tu hermano podría haber estado fingiendo estar herido para proporcionarse una coartada. —Eso no es posible. Se reponía de una herida de espada. Una herida que le infringí yo. —Las palabras evocaron imágenes de sangre y guerra, un lado de Peter que sabía que existía, pero que no quería contemplar. En cambio, prefería pensar en él como un hombre encantador, atractivo y sexy. Un hombre que era un príncipe y debería haber sido rey. —¿Si hubieras decidido desafiar a tu tío por la corona, podrías haberlo hecho? —¿Por qué? —La mirada se volvió fría, como estanques de hielo en el invierno. —¿Tienes la esperanza de que te llevaré conmigo y te haré mi reina?—No —le aseguró, un poco ofendida de que pensara tan mal de ella. —Soy curiosa, eso es todo. Tú madre era-es-una bruja, pero su linaje no le impidió convertirse en reina.La frialdad permaneció en los ojos, pero esta vez no iba dirigida a Lali. Parecía perdido en los recuerdos. —Mi madre nunca fue, realmente, aceptada. Su soberanía y autoridad siempre fueron ignoradas.—Eso es horrible. —El matrimonio entre un hechicero y un mortal siempre ha estado prohibido. —Suspiró y se pasó la mano por el rostro. —Tanto mi madre como mi padre lo sabían y aceptaron las consecuencias. —¿Por qué prohíben tal unión? —Porque la esperanza de vida de un inmortal y un mortal son diferentes. Mientras que un hechicero puede vivir por siempre, un mortal no puede. Mi madre vio a mi padre envejecer, mientras permanecía joven. Cada día era consciente de que mi padre se moría, y que no había nada que pudiera hacer para salvarlo. Y luego, de pronto, ya estaba muerto. La compasión brilló en los ojos de Lali, y eso afectó a Peter más de lo que debería, calentándolo en todas partes. Había entrado en esa habitación con la idea de protegerse contra su encanto, pero mientras hablaba, compartiendo una parte de su vida que nunca había compartido con nadie, de algún modo consiguió que la conexión existente entre ellos se fortaleciera.—¿Se volvió a casar tu madre? —preguntó, el tono suave como una ligera brisa.—No. Amó a mi padre con todo el corazón, y siempre dijo que sólo se puede amar de esa forma una sola vez. Además, abandonó a su gente para estar con él; hasta abandonó a su primer hijo, mi hermanastro. Ningún hombre del Druinn la querría, y dudo que algún otro hombre mortal la quisiera, tampoco. —¿Incluso aunque sea una antigua reina y una gran sacerdotisa? —Incluso entonces. El Druinn es leal a Percen ahora, y no se atreverían a enfurecerlo. Percen...La imagen se formó en la mente de Peter. Cuando era niño, había rezado por tener una oportunidad de encontrarse con su hermano. Había querido que alguien jugara con él, que le enseñara los secretos de la magia. Pero su madre siempre se negó a presentarlos, diciendo que Percen estaba con su propia gente y no necesitaba ningún recordatorio de los lazos mortales.En vísperas de su octavo cumpleaños, finalmente decidió visitar a su hermano solo. Mientras sus padres estaban demasiado ocupados con la celebración como para notar la ausencia, se había escapado del palacio. Caminó durante tres horas, imaginándose el deseado encuentro a cada paso. La cara de Percen se iluminaría de felicidad, y cogería a Peter entre sus brazos y daría vueltas con él en alegre abandono.Las ilusiones murieron con rapidez cuando entró en la blanca playa de Druinn.Percen lo reconoció al instante. En vez de felicidad, una oscura nube de odio descendió sobre su hermano. Lo había empujado, ridiculizado, y escupido sobre él, todo el rato destruyendo sus sueños de niño. Nunca había vuelto, tampoco le había contado a su madre lo que había pasado. Simplemente se lamentó en el silencio por el hermano que nunca conocería.—Casi compadezco a tu hermano —dijo Lali, la voz perdida en tristes recuerdos. —Quiero decir que lamento su pérdida. La pérdida de una madre es muy dura. La mía murió de un paro cardíaco cuando yo tenía nueve años, y todavía la echo de menos. —Con suavidad, su aliento se mezcló con el aire del mediodía. —Siempre supe que me amó. No sé lo que habría hecho si hubiera pensado que me odió. Aquella Lali que podía sentir dolor por alguien que nunca había visto, sin importar que esa persona fuera el mayor enemigo de Peter, tocó el mismo centro de su ser. No muchas personas eran capaces de entenderlo, de llenarse de esa empatía. Lali podría esforzarse por aparentar que era fuerte, como un guerrero, pero poseía el corazón suave y caritativo de una mujer.Maldita sea. No quería, pero le gustaba ese lado de ella.Los labios empezaron a moverse otra vez, pero no entendió las palabras. Peter, simplemente, los observó atentamente. Observó los labios llenos y rosados mientras el mundo a su alrededor dejaba de existir. Incapaz de detenerse, su mente se imaginó a aquellos labios cerrándose sobre su eje, el pálido cabello desbordándose sobre sus piernas. El deseo se despertó dentro suyo como un león se despierta al atardecer. Los músculos se tensaron. Si no conseguía distraerse, le arrancaría la ropa, y al infierno con la conversación o la resistencia.—Háblame de tu vida —ladró.Una expresión de pánico cruzó por el rostro, pero rápidamente fue sustituida por determinación. Lentamente, lo miró. Él se preguntó en qué estaría pensando. De pronto, el calor creció en sus ojos, caliente y devorador, y despacio se extendió por el resto de los rasgos.Ella sonrió de forma seductora.Lentamente se puso a gatas, y se acercó, hasta que las narices se rozaron. —Nací el dieciséis de noviembre. El azul es mi color favorito, y cuando me muera, quiero que sea de placer. —Entonces plantó los labios sobre los suyos, metió la lengua dentro de su boca y chupó.El cuerpo saltó a la vida inmediatamente, y él gimió contra los labios. Las lenguas lucharon por el control, empujando, saliendo rápidamente y empujando otra vez. Quiso aullar cuando se retiró pero sólo deslizó la lengua por los bordes de su boca, y él la agarró por la cintura, no fuera que decidiera terminar con el abrazo totalmente.—¿Te gusta esto? —Preguntó en cambio.—Sí.—¿Quieres que lo haga otra vez? —En aquel instante, Lali lamentaba que no estuviera desnudo, y que ella tampoco lo estuviera. Sin ser consciente de nada. ¡Señor no podía pensar, sólo sentir! Se inclinó y presionó más el cuerpo sobre él. Los pezones se endurecieron, los labios temblaron y el cuerpo volvió a la vida.—No —susurró él.—¿No? —Se congeló. ¡Lo ansiaba con cada onza de su ser y no quería que lo hiciera otra vez! —Esta vez —dijo—quiero hacerlo yo. Mientras se relajaba con alivio, la punta rosada de la lengua rodeó sus labios, probó cada esquina, y mordisqueó cada curva. Ella enredó los dedos en su pelo, perdiendo el aliento completamente cuando se movió para lamer su oreja. —Quiero más. —Necesito más. —Entonces tendrás más.—Pero sólo un beso más —susurró, recordando donde estaban. —Un beso y luego pararemos. Si todavía me quieres, podemos empezar otra vez más tarde. —Te quiero ahora, y te querré más tarde. Ahora te daré ese beso que pides —dijo—pero será un beso que dure toda la noche y requerirá que nuestros cuerpos se desnuden y se entrelacen. Antes de que pudiera contestar, su boca la reclamó posesivamente. Se abrió a él y gritó de placer al mismo tiempo. Con cada movimiento rápido de su lengua, el deseo la envolvió con energías renovadas, provocándole temblores en su interior. Ardiente e impaciente, sin piedad, movió la boca sobre la suya, inclinando los labios con un hambre salvaje que le hizo ver estrellas centellando tras los párpados.El primer beso había sido ardiente y maravilloso, pero esto era la esencia de todos los sueños. Calientes y eróticos sueños. Éste beso compensaba todas la malas citas que había tenido, todas las tardes horribles que había soportado en pésima compañía y todas las noches que había pasado sola, deseando que alguien la quisiera.Perdida en su olor, su cuerpo, su hombre, se entregó completamente al beso, sin retener nada. Le dio cada onza de su ser. ¿Alguna vez habían experimentado otras mujeres tal dicha? ¿Una dicha que eclipsaba a la razón y al tiempo? . Desde luego, el cine y los libros describían tal pasión, ¿Pero realmente lo había experimentado alguien alguna vez, como lo sentía ahora?Qué triste si nadie lo hubiera experimentado.Los brazos rodearon el musculoso pecho de Peter, sintiendo la piel, dentada en algunos sitios y lisa en otros, pero caliente por todas partes. Ella tiró de la espátula en su cintura y la arrojó al suelo. Su lengua siguió acariciando la boca, audaz y apasionada. Lo empujó hacia abajo hasta que él sintió el suelo bajo la espalda. Las rodillas se afianzaron a los lados, abarcando las amplias piernas, y ella arqueó las caderas, empujando ligeramente contra su erección.—Sí, justo así —la elogió. —Otra vez.Se arqueó una vez más. Esta vez, el contacto provocó que un gemido entrecortado resbalara de la garganta ya que él se arqueó, también, haciendo el impacto más profundo. Más fuerte. Una y otra vez siguieron con el movimiento. Entonces con un movimiento fluido, cayó sobre ella, tomando el mando y presionándose entre los muslos abiertos. Arrastró los besos de fuego a lo largo de la mejilla y arremolinó la lengua alrededor de la oreja, metiéndola, sacándola y metiéndola otra vez. Si la hubiera desnudado completamente en ese mismo instante, si se hubiera sumergido en su cuerpo y hubiera enterrado su empuñadura profundamente, ella no habría protestado.Se lo habría agradecido.Esta es la mujer salvaje y licenciosa que siempre tuve ganas de ser, comprendió Lali. Se sentía completamente viva. Tan libre. Pero la razón trató de inmiscuirse. Estás en el suelo del cuarto de baño. Sólo conoces a este hombre desde hace unos días. Sólo querías un beso. Sí, pidió sólo un beso, y él tomaba mucho más. De hecho, la violaba. El pensamiento hizo que una humedad caliente, embriagadora se reuniera entre los muslos. Con facilidad se lo imaginó dominándola y forzándola a afrontar sus deseos. Con facilidad imaginó...y simplemente quiso que la fantasía se hiciera realidad.Quería ser violada.—Tenemos que dejar de besarnos —dijo, sin aliento. —No deberíamos hacer esto.—Cuando dejes de desear mis besos, Lá, pararé. Oh, sí, mi bárbaro guerrero. Tienes el control. Retirándose un poco, la miró fijamente con los ardientes ojos azules y deslizó la mano bajo la camisa para amasar sus pechos. Decidiendo que ese contacto no era suficiente, empujó el sostén hacia arriba y dejó rodar los dedos por los pezones, y luego, de repente, se congeló. El fuerte gruñido resonó a lo largo de las paredes.—Lamentándolo mucho debo parar con lo que estamos haciendo. —Una oscura emoción marcaba la expresión. —No puedo darte placer a no ser que me lo pidas amablemente. Eso es muy importante.No, no, no. ¡Se suponía que no tenía que pedir nada, excepto piedad, y él, se suponía, no tenía que ser cortés! Así no violaba un hombre a una mujer. Se suponía que la tomaría y la seduciría completamente sin importarle las consecuencias. Llegados a este punto hasta se conformaría con un Sé que es lo mejor para ti, Lá. Sólo lo hago por tu propio bien.—Esta vez, sin embargo —mitad gruñó, mitad gimió —haré una excepción. Oh, gracias. Gracias. Casi rió. En vez de eso, apretó el abrazo en su cuello, lista para otro beso que le haría volar la mente. Pero la alegría duró poco.—No tienes que pedírmelo —dijo. —Incluso no tienes que hablar. Simplemente empújame si quieres que pare ahora mismo. Te daré algo de tiempo para decidirte. Maldita sea, no quería tiempo. Quería la lengua en su boca. Quería las manos en sus pechos. Ahora. Pero era el violador, y ella era la violada, y la fantasía no funcionaría si era la que lo forzaba.—Un, dos tres —contó. —Se acabó el tiempo. La boca aplastó la suya.Aliviada y excitada, se alzó para otro beso. El calor sedoso de la lengua bailó con la suya y el cuerpo empujó contra el suyo. Olía tan caliente, tan masculino. Tan delicioso.—¿Qué quieres que te haga? —exigió.—No tengo ningún control sobre ti —jadeó. —Harás conmigo lo que quieras, diga lo que diga.Se echó hacia atrás, confuso. —No, yo...—De pronto, lo comprendió todo y rió con malicia. —Así es —dijo, con tono cargado de autoridad. —Haré lo que quiera. Tus protestas no significan nada. Aleluya.Durante lo que le pareció horas, pero que sólo podían haber sido minutos, recorrió con las manos su cuerpo, aprendiendo cada curva, burlándose, tentándola, haciéndole suplicar.—¿Quién tiene el control, Lá?—Tú —susurró. —Sólo tú. —No lo olvides. —Nunca. Las grandes manos se cerraron sobre los pechos y un placer intenso la recorrió. Pellizcó un pezón en el momento exacto en que presionó la erección contra su clítoris. La ropa aumentó la fricción, y ella estalló como los fuegos artificiales del 4 de Julio. Los gemidos se volvieron gritos salvajes, subiendo de tono, con tanta fuerza que eran casi incoherentes.Cuando se calmó, Peter la sostuvo durante mucho tiempo, la áspera y baja respiración soplando en su oreja. Se retiró, buscando su rostro. —Lali —dijo suavemente —Tú ya...—Lo sé. Lo siento. —Esto era muy embarazoso. Él todavía estaba duro y excitado y ella ya había culminado. Pero caray, había sido incapaz de detenerse, no había querido detenerse. Su cuerpo había corrido hacia el orgasmo, desatendiendo todo lo demás. —Realmente lo siento. Simplemente no pude impedirlo. —No pidas perdón. —El tono era reverente. —Simplemente hazlo otra vez. Soltó una risita. —¿Otra vez? ¿De verdad? —De verdad. Es más, te lo ordeno. —Los labios reclamaron los suyos una vez más.Los brazos de Lali se envolvieron alrededor de su cuello, sosteniéndolo cautivo y los tobillos se cerraron alrededor de la cintura. Él metió una mano entre ellos, agarró el cuello de la camisa, y le dio un fuerte tirón. El algodón se rompió por la mitad, dividiéndose en dos mientras que ella se mordió el labio inferior para impedirse gritar con entusiasmo renovado.Peter justo estaba alcanzando los pantalones cortos, y ella justo arqueaba la espalda para darle un mejor acceso, cuándo una voz dijo desde la entrada:—Uhm, ¿Interrumpo algo?
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ESTATUA [ADAPTADA]
FanfictionUn príncipe alienígena maldito en una piedra... una mujer moderna, un beso impulsivo... una pasión que nadie podría resistir...