Cɑρíτυlo 20

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—Peter...

—No. No digas nada. Una vez pensé que tomar tu cuerpo mientras mantenía las distancias era lo mejor. Ahora no.

Y aun así, pensó de pronto, parecía más distante que antes. Tenía un brillo sofocado en los ojos que chocaba con el meloso tono. Por su vida, no podía dejar de pensar que esto podía ser una estratagema.

—Me intrigas —siguió—y me encuentro constantemente especulando en lo que piensas y haces. Aquí, ahora, me lo sigo preguntando, y lamentaría mucho no llegar a conocerte. Tenemos este día, y sólo Elliea sabe cuántos más, para aprender el uno del otro. Si tú lo deseas.

Si ella lo deseaba, repitió silenciosamente. ¿Realmente quería a este hombre que no tenía ninguna intención de quedarse? Simplemente, ¿Cuánto estaba dispuesta a arriesgar? La respuesta había parecido tan clara esta mañana.

—Ninguna alianza está cien por cien asegurada —dijo. —En esto, al menos, conocemos el resultado final.

Tenía razón, desde luego, pero eso no hacia la decisión más fácil. —Será más difícil decir adiós si iniciamos cualquier tipo de relación emocional.

—Sólo si lo queremos así.

¿Y dónde la dejaba eso? Realmente había tratado de ignorar la atracción, pero ésta no se había marchado. Se había vuelto fuerte. Tan fuerte, de hecho, que sólo tenía que imaginarse su cara y ¡Bam! Lo deseaba. Lali cerró los ojos. Los abrió nuevamente. Mirándolo fijamente dijo:

—Sólo dame algo más de tiempo, ¿Dale? Es todo lo que te pido.

Presionó ligeramente los labios en la clavícula. Las llamas se alzaron en su vientre, y casi capituló en ese momento.

Pero Peter se retiró.

—Te recuerdo que el tiempo es nuestro enemigo, Lá. No lo olvides.

—¿Cómo podría? —Contestó, el tono igual de suave.Un largo momento, un prolongado silencio pasó. Se quedó exactamente como estaba, asustada de romper, o quizás de no romper, el vínculo provisional que crecía entre ellos. Entonces, de pronto, Peter se apartó y dio una fuerte palmada con las manos, como si nunca hubieran compartido un momento íntimo.

—¿Qué tareas tienes para mí? Estoy impaciente por empezar.

La pesada tensión sexual se alivió con la pequeña distancia, provocando que los sentidos regresaran, como si hubiera sido liberada de algún tipo del cautiverio.

—Te necesito para que muevas las grandes rocas que están en el camino de la entrada trasera, en la cerca. Es una tarea aburrida y agotadora, y lamento pedírtelo, realmente lo hago, pero es la única tarea disponible, y yo... —Se encogió.

Los ojos azules centellearon.

—¿No te dije antes que estoy encantado con la posibilidad de entrenarme? —Se dio la vuelta y habló sobre el hombro mientras se dirigía hacia la puerta. —No te preocupes, ya que tengo la intención de perderme en cualquier tarea física que me pongas por delante.

Con la insinuación sexual flotando en el aire, Lali se encontró sola.

Sola.

Hora de pensar en el beso, gritó su mente.

—No. No estoy lista —se quejó.

Beso, beso, beso.

Con la comprensión de que no podía eludir lo inevitable por más tiempo, se hundió en el duro suelo de madera lleno de arañazos, descansó la barbilla sobre las rodillas levantadas y recordó. Primero había sentido el ancla de los brazos de Peter alrededor de su cintura y había olido el caliente y masculino olor, y no había querido correr. Quiso sentirlo y tocarlo, permitiéndole sentirla y tocarla a cambio.

ESTATUA [ADAPTADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora