Capítulo 36

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Con pasos apresurados, Doyoung terminaba por acortar la distancia, en donde dos de sus internos con ayuda de las enfermeras llevaban a cabo RCP a la paciente. La ansiedad estaba en el aire, incluso ellos creían tocarla en sus manos y que corriera por todo el cuerpo.

Corrió la cortina y escaneó rápidamente la situación.

—¿Quién lleva el tiempo? —preguntó de inmediato.

—El doctor Jung —informó la enfermera Lee.

El cirujano captó a Jisung ejerciendo las compresiones sobre la paciente, pero los monitores no le daban signos vitales.

—¿Qué se le ha suministrado?

—Dos unidades de diazepam —dijo Donghyuk— y amiodarona.

—Bien. Aramis, al siguiente ciclo hará rotación conmigo —dijo inmutable—. Preparen otra dosis de adrenalina.

El rubio no respondió, aunque tampoco había forma de negarse a las órdenes de su adscrito, sino que continuó presionando una y otra vez, escuchando la voz de Sungchan indicando el tiempo que llevaba la paciente en paro cardiaco, mientras Donghyuk actuaba casi tembloroso preparando del carro rojo las jeringas con medicamentos.

—Disparen la dosis de adrenalina y cambio a las tres, por la derecha Aramis —ordenó preparándose para subir a la camilla por la izquierda—. Uno... dos... tres.

Tan pronto lo dijo, la enfermera suministró la dosis, Jisung bajó de la camilla y Doyoung tomó su lugar con destreza para iniciar el nuevo ciclo de reanimación.

—¿Cuánto tiempo llevamos?

—Ocho minutos doctor —respondió Sungchan sin despejar la vista del reloj.

Los monitores siguieron sonando de forma alarmante, produciendo ansiedad en el equipo médico al no obtener resultados positivos.

¿Cuál había sido la causa del paro? No lo sabían, sin embargo, debían traerla de vuelta, para ello estaban en ese lugar.

Casi al terminar el segundo ciclo lo escucharon, un latido reflejado en la pantalla del monitor.

—¡La tenemos!

Más fue solo eso, un latido, uno pequeño y Doyoung supo lo próximo que tenía que recurrir.

—Planchas —pidió pronto—. Cárguenlas a dos mil.

Las prisas se combinaban con la ansiedad que provocaba torpeza en quienes pocas veces habían estado en dicha situación.

—Athos, ¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Doce minutos.

Asintió y bajó rápido de la camilla.

—No te distraigas —advirtió— ¿Listas las planchas? —cuestionó mirando a Jisung quien tenía el control del equipo y colocaba el voltaje requerido—. De acuerdo, despejen el área.

Dicho eso tomó ambas planchas y descargó sobre el pecho de la paciente. Miró de inmediato el reflejó causado por la alta energía, pero poco le importaba si aquello no le daba ritmo cardiaco.

Sus ojos se centraron en la pantalla, el ritmo se había elevado durante la descarga y vuelto a caer después de ella.

—Aramis, vuelva a cargar.

Jisung lo hizo. En poco, Doyoung repitió la descarga de energía. Esta ocasión, el monitor registró latidos después del impacto, provocando alivio en el equipo médico, al cual liberaron con suspiros.

—Está de vuelta —anunció Doyoung colocando las planchas en su sitio—. Buen trabajo a todos. Aramis, estabilice a la paciente —luego miró al interno de su hermano y sonrió levemente—. No te asustes, es un día como cualquier otro aquí.

Matrimonio Clandestino [TaeDo] En ReediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora