Capítulo 20

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Jungwoo detuvo el trayecto del tenedor con su ensalada tras escuchar los golpes en la puerta.

—Vete —ordenó todavía masticando—, estoy ocupado.

Creyó que esa persona se iría, pero grande fue su molestia cuando en lugar de escuchar silencio, escuchó el sonido de la puerta siendo abierta y el gruñó dispuesto a castigar a quien fuera si se trataba de algún interno.

—¿Sigues estando a dieta? A este paso terminaré diagnosticándote con algún desorden alimenticio y no soy nutriólogo.

El obstetra sonrió divertido olvidándose de todas las quejas o insultos y se levantó para abrazar al cirujano plástico.

—Al menos tú sí me extrañaste —comentó el rubio.

—¿Cuándo volviste? —cuestionó separándose—. Debiste haberme enviado un texto de que tardarían una semana más.

—Volví esta mañana, estuve tan ocupado con mis pacientes y hasta ahora pude tomarme un respiro.

Volviendo a tomar asiento, Jungwoo esperó que Youngheum igualmente se sentara, guardó el recipiente con su ensalada y el rubio colocó sobre el escritorio dos cajas de almuerzo, dos gaseosas y al final, un vaso térmico como buen amante del café.

—Por eso te amo —soltó Jungwoo el agradecimiento.

—Tengo que mantener feliz a mi obstetra —expresó tranquilamente—. A diferencia de Doyoung, yo pagaré por las consultas cuando la cigüeña responda.

Jungwoo dejó salir una leve risa antes de comenzar a comer aquellos fideos picantes. Le costaría varias horas en el gimnasio para poder lucir aquel traje que escogió, pero su estómago anhelaba tener esos fideos.

Ambos comenzaron a comer tranquilamente, casi al finalizar, Jungwoo retomó la conversación.

— Realmente no veo a mi hermano pidiéndome una consulta en un futuro cercano.

—Bueno... tal vez no sea ahora, pero eventualmente querrá tener hijos.

—Con lo obcecado que es... eso no sería posible —dijo dejándose caer en el respaldo de la silla—. Sobre todo, ahora tiene a alguien que le jura amor eterno y a él no le puede importar menos.

Creyendo que ambos estaban en la misma página, Ten se encogió de hombros.

—No suena a algo que debería sorprenderme de Doyoung —sonrió negando ante un recuerdo—. Solo será cuestión de tiempo, cuando quiere algo, lo consigue.

Y vaya que Youngheum lo sabía muy bien, sobre todo su esposo tras pedirles ser sus testigos en el registro civil. Doyoung sí que era un caso extraño y excepcional. Solamente a él se le había ocurrido casarse de esa forma.

—Cada día entiendo menos a mi hermano —comentó revolviéndose el cabello—. Créeme que quisiera poder entrar a su cabeza y saber lo que piensa.

—También tuve ese pensamiento meses atrás —concordó el tailandés—. Aunque admito que tiene buen gusto.

Jungwoo no pudo decir lo contrario, Jaehyun realmente era apuesto, casi juraba que Doyoung terminaría aceptando al menos una cita con él, pero simplemente era como si Jaehyun intentara conquistar a una pared.

Él tenía envidia de Doyoung, no porque le gustara Jaehyun, sino porque también quiso tener un amor adolescente y que gracias a su madre se volvieran a reencontrar.

Por su parte, Youngheum estaba recordando el aspecto del esposo del cardiocirujano. Pese a que tuviera la piel algo bronceada por el sol, sus facciones y complexión pasaban la expectativa de agrado a los ojos de los demás. Independientemente de ser ciego, no negaba que Taeyong era atractivo, Doyoung realmente tuvo un buen gusto al elegir con quien encadenarse al matrimonio.

Matrimonio Clandestino [TaeDo] En ReediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora