Capítulo 9

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—Doyoung —llamó el mayor poniéndose de pie.

—¿Sí?

El pelinegro esperó un tanto ansioso por lo que Taeyong pudiera decirle, sin embargo, de todas las cosas, no imaginó en absoluto que su esposo le pidiera algo.

—¿Podrías enseñarme a usar la arrocera?

—¿Eh?

Y vaya que eso lo dejó descolocado. Pensó en que le diría algo respecto al tema o le preguntaría sobre su estado de ánimo, pero eso no le parecía importante al desertor, sino el preparar arroz.

—Quiero aprender a usar la arrocera.

—C-claro —respondió saliendo del asombro— ¿Quieres hacerlo ahora?

Ganó un asentimiento en respuesta, así que lo único que él pudo hacer, todavía extrañado del asunto, fue revolverse el cabello y mirarlo con extrañeza.

—E-entonces vamos a la cocina.

Sin que lo pidiera, Doyoung lo tomó del brazo para guiarlo. El cirujano no pasó por alto los leves moretones que Taeyong tenía en la frente, tampoco el caminar extraño, por lo que no necesitaba ser un genio para concluir que el castaño se golpeó múltiples veces con paredes y muebles a lo largo del día.

Una vez en la cocina miró a su alrededor recordando dónde había guardado el arroz, sobre todo, se preguntó cómo explicarse de la mejor manera.

—Supongo que lo primero es encontrar el arroz —sugirió Max

—Sí, sólo... —se movió por la cocina— dame un minuto.

—De acuerdo.

Por lo poco que Taeyong recordaba, tenía la noción de que la cocina era lo suficientemente espaciosa, así que prefirió no moverse o tal vez, en el mejor de los casos, terminaría con algún corte por un cuchillo.

Escuchó los pasos y sonidos de las gavetas siendo abiertas, también de murmullos del cirujano que le parecieron un tanto gracioso.

—¿En verdad no sabes dónde está el arroz?

Doyoung giró hacia el castaño, tenía las manos bastante ocupadas con varias bolsas de arroz y tan solamente buscaba un recipiente lo suficientemente grande.

—E-eh... —soltó nervioso— y-ya lo encontré.

Hizo malabares para cerrar la gaveta y poder volver con todas las bolsas de arroz y el recipiente. Aun así, a medio camino se le cayó un par de bolsas cerca de la mesa que había en el centro.

Tuvo que regresar tan pronto dejó las demás en la barra, pero no se percató que tras levantarse con ambas bolsas terminara golpeando su cabeza contra la mesa.

—¿Qué fue eso?

Doyoung se talló la zona golpeada en tanto se reincorporó.

—No es nada, solo tuve un leve accidente —dijo abochornado.

—Parece que la cocina es más peligrosa de lo que creí —comentó Taeyong dando pasos adelante—. Incluso tú te golpeas con facilidad.

Lo único que Doyoung pudo expresar en respuesta fue de una risa nerviosa, luego regresó al lado del mayor poniendo las bolsas de arroz con las demás.

—Bueno... ¿Te puedo decir un secreto?

El rostro del mayor le indicó lo descolocado que le dejó su pregunta, así mismo había curiosidad.

—¿Un secreto?

—Mmh —expresó con la garganta—. Soy bastante torpe cuando estoy en casa —confesó atento a las reacciones del mayor—, así que no te sorprendas si escuchas un ruido similar, seguramente seré yo haciéndome otro moretón.

Matrimonio Clandestino [TaeDo] En ReediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora