Capítulo 19

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El nuevo rumor que circulaba por todo el hospital fue uno.

El doctor Doyoung y el abogado Jaehyun estuvieron saliendo.

Si bien, era cierto, no significaba que la vida privada del pelinegro fuera ventilada, mucho menos al conocer que Doyoung era sumamente diferente del chico que recordaba. Era muy bonito, sin dudas, aunque ser considerado por los dieciséis pisos como el 'demonio Kim' ya decía mucho, y Jaehyun creyó que era su culpa haberlo dañado tanto en el pasado.

El dolor no dejó de incrementar y para el atardecer sintió que la cabeza le estallaría, por lo que eligió pausar su trabajo y tomar un poco de aire fresco en el único lugar donde suponía nadie elegiría ir, la azotea.

Se llevó ambas manos al cuello en tanto lo estiraba de un lado a otro, queriendo desaparecer la tensión acumulada.

Comenzaba a pensar que no debió haberse apresurado a firmar el contrato para trabajar en aquel hospital. No imaginó ser visto con molestia por parte de muchos médicos, tampoco obtener un profundo rechazo o cualquier mínima de contacto de parte de Doyoung e intentaba darle todo el espacio posible para que no se sintiese atacado, pero todavía quería tener un momento con él y explicarle las cosas. Nada cambiaría los hechos, simplemente lo necesitaba, porque así lo sentía y quería disculparse, solo que Doyoung no lo estaba haciendo fácil y la manera en que le miraba comenzaba a remover sensaciones en Jaehyun que creía haber superado.

Lo que más le estresaba se reducía en un doctor de los cabellos miel y ascendencia japonesa. El sabor que su vida adquirió gracias a la presencia cálida del menor se convirtió a nada, algo insípido y prácticamente todo le daba igual. Los colores vibrantes regresaban a ser opacos y siquiera la innegable belleza peligrosa de Doyoung ayudaba.

La amistad era un regalo precioso que él ya no tenía de parte de Kun.

Se frotó las manos luego de pasar largo rato en el frío, pero se negaba a irse, quería seguir ahí durante un poco más y lograr atestiguar aquel atardecer. Eso lo extrañaba de Shanghái, pasar parte de las noches observando la ciudad y no pensar en nada.

El sol bajó y continuó su curso hasta no verse más, dejando que la oscuridad comenzara a ganar terreno, y con ello las luces de la ciudad fueron apareciendo.

Eligió quedarse más tiempo, olvidándose del resto del mundo y ser testigo de cómo la vida marchaba sin que las personas prestaran un mínimo de atención a todo el panorama en el que se encontraban.

Toda la calma que logró adquirir se vio rota al escuchar el estruendo de la puerta siendo abierta de una forma nada agradable.

Suspiró resignado, esa era una buena señal para regresar al quinceavo piso y terminar con su trabajo, pero al dar la vuelta no imaginó verlo caminar totalmente ignorante de su presencia.

Maldición, ese tipo debió haber enloquecido. Ojalá pueda quedarse sin gasolina en medio de la nada y jamás regresar al hospital. Si tan solo pudiera darle un golpe en la cara sería muy satisfactorio, pero simplemente debo quedarme callado y dejar que me insulte cada que puede. Todo esto es culpa de Kim, debí negarme cuando tuve oportunidad y ahora tengo que soportarlo. Como si fuera algo fácil. ¡Ojalá pudiera renunciar!

El abogado que quedó en una pieza, porque se trataba de él, del mismo doctor de cabellos miel, de la promesa en oftalmología. El mismo jovencito que muchos meses atrás actuaba justamente igual que lo estaba haciendo.

¡Por qué tengo que hacer guardias nocturnas! ¡No soy un interno! ¡Soy un maldito residente de segundo año! ¡Maldito seas Song! ¡Jaehyun...

Los ojos abiertos de par en par y el rostro pálido decían a la perfección como se sentía el menor al ver al abogado frente a él.

—Ciertamente mi nombre es Jaehyun, pero no me apellido Song.

Matrimonio Clandestino [TaeDo] En ReediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora