Un inicio diferente

Capítulo 8

Hola todos, ¿ya hace un mes desde que comencé con esto? Sí que vuela el tiempo. Bueno al menos ya me estabilicé mi horario (Que sinceramente fue una mierda en poder hacerlo, pero en fin...) y como en esta mitad de año hay puentes, días feriados y hasta pequeñas vacaciones habrá cierta cantidad de capítulos que podre escribir.

Por esa manera, disfruten del capítulo. :D

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Reposando 

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Después de que los padres de Lincoln llegaron y vieron que el grito que dio fue simplemente por una 'pesadilla', el doctor les aclaró que podrían darlo de alta en 5 días y si no encontraban algo, podrían llevarlo a casa antes del tiempo asignado.

—¿Y cuánto tiempo tiene que llevar los yesos, doctor? —Preguntó Rita con angustia, mirando con incertidumbre las partes afectadas de su hijo.

—Bueno, Sra. Loud, sobre la pierna, dado que solamente se astilló, serían 20 días, pero con respecto al brazo... sería entre 2 a 3 meses. Sinceramente, su pequeño fue muy afortunado de que solamente fuera la pierna y el brazo, si no ahora mismo estaría enyesado por completo. —El médico cortó su diálogo al ver cómo los padres lo miraban y optó por retirarse para ver al resto de sus pacientes, no sin antes indicarles que les quedaba poco tiempo para las visitas.

Pero lo que no sabían los adultos era que, en ese mismo cuarto de hospital, no vieron que Lincoln hizo caso omiso de lo explicado anteriormente. Simplemente se limitó a ver cómo Alejandro movía su mano frente a los ojos de los tres adultos, pero sin respuesta alguna. Cuando intentaba tocar con su mano el hombro del padre de Lincoln, esta lo atravesó.

Afortunadamente, la situación que veía Lincoln le parecía tan surrealista que no supo qué cara poner, aparentando para los adultos de la sala que entendía la situación en la que se encontraba.

—¿Eh? —Fue lo que salió de la boca de nuestro protagonista al escuchar algo, resultando que era su madre que le estaba hablando.

—Lo que te decía Lincoln, era sobre si... ¿quieres que te traigamos algo de tus cosas aquí?

—De hecho, sí. ¿Podrían traer mis cómics y mi consola portátil? —Consultó el niño.

—Claro, hijo. —Le aseguró su padre.

Rita, viendo la interacción entre padre e hijo, volteó su mirada hacia la ventana y se percató de lo tarde que era, por la oscuridad del exterior.

—Bueno, creo que ya es hora de irnos. —Anunció Rita hacia la pareja, indicándole a su esposo que es hora de retirarse. Pero justo cuando la madre se dio media vuelta para irse, sintió un tirón que la detuvo, y volteó para ver a su hijo sosteniéndose de su camiseta.

—Po-Podrían... no... —Habló con duda Lincoln, apartando la mirada de su madre. —Castigar a Luan, por favor... —Finalizó el pequeño, mirando a ambos padres con una mezcla de tristeza e incertidumbre.