Misión fallida

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JUAN

"Yo me encargaré de volver todo a la normalidad". ¡Oh sí! Me puedes explicar cómo piensas hacerlo, reflexionaba mientras proseguía con el escudo defendiendo a Alia. Mis piernas no paraban de tiritar cosa que ella percató. De acuerdo, lo principal es salir sanos y salvos, la puerta está cerca... corremos y listo... espera, es mucho más fácil... puedo teletransportarme y ya. En eso sentí que en el escudo se producía una grieta, que lentamente comenzaba a crecer a raíz de los constantes golpes del espectro de Ismael. –A la cuenta de tres... uno... dos... ahora- gritó dejando de producir el escudo, dándome vuelta y tomando a Alia entre mis manos para teletransportarnos en medio de la plaza donde todos se conglomeraban. Demasiado fue el alboroto que causó vernos aparecer de la nada, sin máscaras, minutos después de ese aullido aterrador. -¡Ahora, vámonos!

-Un momento- le detuvo Alia, -piensas volver todo a la normalidad huyendo. Tenemos que volver a la normalidad a mi padre.

-Yo y mis aires de héroe. Lo sé, pero no creo que pueda en este momento, primero tenemos que buscar refuerzos y el modo de revertir todo esto.

-Excusas... sólo eres un cobarde.

-A quién llamas cobarde. Yo he derrotado ejércitos enteros con mi espada, recorrido llanuras completas sobre mi corcel. Acaso nunca has oído de mis grandes hazañas.

-Mmm- le respondió Alia tras un breve silencio, -y me puedes decir donde está tu corcel y tu espada.

-O bueno... este... no creí que fuera el mejor momento para... este...

-Es el chico de la cola... el brujo... el demonio...- gritó uno de los aldeanos que nos rodeaban.

-Y está acompañado de la forastera, y no llevan máscaras. Yo sabía que ella andaba detrás de todo- gritó otro, tras lo cual todos comenzaron a murmurar. Algunos inmediatamente retrocedieron atemorizados, otros planificaban el modo que nos detendrían.

En eso, el espectro del padre de Alia saltó desde el balcón a la mitad de la plazoleta. Todos quienes lo vieron comenzaron a huir, los que se atrevieron a combatirle terminaron de la peor forma. Lentamente se abrió paso hasta donde se hallaba Alia y con dificultad pronunció el nombre de su hija.

-¿Papá?

-Es su padre... pero qué asco, como puede ser posible...-comentó la gente del pueblo al ver como ella se acercaba a acariciarle. Al principio quise detenerla, pero al ver esa escena me di cuenta de que el espectro aún tenía algo del padre de Alia. Lamentablemente, la gente no pensó igual, por lo que llenos de odio comenzaron a lanzar cuanto objeto tenían cerca de la espantosa criatura. Con esto, el espectro volvió a aullar y la golpeó con fiereza, arrojándola muy lejos. Todos los que todavía quedaban comenzaron a huir. El espectro, por la ira que tenía, comenzó a atacar a todo lo que hallaba.

Materialicé mi arma y me arrojé al ataque para intentar detener a la bestia, pero al hacerlo sentí que todo mi cuerpo temblaba. El cuerpo del espectro era tan duro que mi golpe no causó ningún daño en él. Con sus largos brazos me tomó de la cabeza, apretándola con mucha fuerza. Intentaba librarme golpeando el brazo del espectro, pero no tenía sentido.

-Si tan sólo tuviese más poder... si fuese más fuerte...

Phanfy apareció en ese momento y resopló con tal fuerza que empujó al espectro, obligándole a liberarme. Me sobé la cabeza para quitarme el dolor, pensé en escapar, pero vi a mi bestia mirándome fijamente. –Qué sucede... por qué esa cara...No es cierto, no pensaba huir, no puedo dejar que un espectro haga daño. Sólo que no tengo el poder para detenerlo, es necesario que llame al resto porque no soy lo suficientemente fuerte-. Phanfy resopló con más fuerzas, intentando darme ánimos o bien retándome por mi cobarde actitud. Comprendí el mensaje y tomé el báculo. Phanfy esta vez sonrió y se transformó en una esfera de luz que se introdujo en el arma. Inmediatamente esta comenzó a brillar y a cambiar su forma hasta transformarse en una espada un tanto distinta a las que había visto anteriormente. Ahora bien, la suerte de Juan nunca decepciona, en ese mismo instante la espada se clavó en el suelo, aunque intentara levantarla, no podía. Con un elefante dentro, cómo no va a pesar.

El camino del guardián.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora