La orden de Tiliso.

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Damián

No pasaron más de quince minutos antes de que el equipo se separase en las tierras del reino de Olvacand. Todos se habían quedado contemplando ese paisaje decadente, donde los numerosos volcanes hacían erupción y la lava corría como un río común junto a las aldeas. La ceniza producto de las erupciones cubría todo, la luz no podía ingresar y, por tanto, la flora no podía surgir. Unos pocos árboles grises adornaban el lugar, carcomidos por el moho que crecía en sus troncos. Todo parecía estar en una constante e interminable guerra. Un mundo post apocalíptico.

-Este mi reino- comencé a decirles ver sus caras de asombro, -ha sido el reino más perjudicado por los Mitclan. De hecho, si no se hace algo pronto, mi reino se volverá un montón de escombros, el Ngidol universal que une a los distintos reinos no podrá contenerlo y, por consecuencia, mi reino divagará hasta desaparecer... o hasta chocar con otro reino causando un cataclismo de grandes magnitudes. Por eso quiero convertirme en guardián, para mejorar esta situación, para que mi Reino pueda ver la hermosa luz del sol.

-Qué palabras más emotivas- dijo Rayén, -y qué historia más bella... no sabía que tenías un lado tan sentimental-. Luego se acercó a Ángel y susurrándole al oído le comentó, -anda, picarona, este es el momento oportuno. Consuélalo y gana su corazón...

-¡De qué estás hablando!- le respondió ella y en ese preciso instante, la tierra que estaba en nuestros pies comenzó a moverse agitadamente. Bajo nosotros nació un nuevo volcán. La explosión fue tan fuerte que todos se preocuparon por salvarse y ayudar a la persona que tenían más cerca.

Tras fusionarme con mi bestia, tomé a Rayén y me alejé de la erupción. Mis alas rojas se encargaron de absorber grandes cantidades de calor. A mi lado, apareció Ángel llevando a Abel sonrojado. Volamos hasta un lugar seguro donde aterrizamos. Grité fuerte a Juan y Psique que estaban juntos para acordar reunirnos en un pueblo llamado Pirita. Les di las señales de cómo llegar a él.

Unos pocos minutos después de iniciar la marcha, Rayén comenzó a moverse agitadamente, no se atrevía a decirnos lo que pasaba, hasta que no pudo aguantar más, -Necesito urgente ir al baño- y se introdujo entre los árboles del bosque buscando el lugar más apropiado.

-¿Por qué decidiste juntarnos en Pirita y no en Massadora? ¿Estás huyendo de algo?- me preguntó Ángel mientras Abel se alejó para aprovechar a conocer más el lugar.

-No es eso, sólo quiero mostrarles el mejor pueblo de mi reino, no quiero que se lleven una mala impresión de éste.

El grito de Rayén nos alarmó y corrimos hacia ella, -tú quédate aquí, me dijo Ángel adelantándome.

-Entre esos matorrales, algo o alguien me estaba espiando- escuché decir.

Unos ojos rojo fuego saltaron arrastrando una sombra negra que pasó junto a las dos chicas hasta llegar donde mí y botarme. Ángel se fusionó con su bestia y corrió junto a Rayén a ver lo que sucedía. Al llegar donde me encontraba, se sorprendieron de ver a un perro negro lamiéndome el rostro y a Abel burlándose a mi lado.

-Blacksnow, tiempo sin verte- dije acariciando a la bestia.

-¿Blacksnow?

-¡Blacksnow!- gritó alguien desde lejos, el animal me liberó y agitó su cola ladrando al personaje que se acercaba. -¿Por qué corriste de esa manera? Disculpen si les causó problemas... pero si no es Kaizen.

-¿Kaizen?-. Así me conocen en este reino. Fue el seudónimo que escogí. "¡Hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy!" Nadie en este reino decía su verdadero nombre con el temor de que alguien lo utilizará y eliminará su existencia para siempre.

El camino del guardián.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora