Capítulo 3

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Como era viernes, iría a visitar un rato a mi amigo Miles. Hacía como un mes que había comenzado a frecuentarlo más a menudo, ya que antes no tenía mucho tiempo por esos cursos extracurriculares que estaba tomando, pero por suerte los cursos no eran muy largos y pude terminarlos todos. Tan pronto como los terminé, fui a verlo todos los viernes a la misma hora, sin retrasos ni atrasos.

Al entrar al local de Miles, MrTatto, me encontré en el vestíbulo a su hermana pequeña escribiendo algo.

—Mike, ¿qué haces? — le pregunté, mientras me acercaba a ella.

Ella levantó la mirada, sonrió y chocamos puños. —Caparzo, ¡estás aquí! Justo me estaba preguntando cuándo vendrías. Tengo algo para ti—decía mientras tomaba su mochila y buscaba algo dentro de ella. —Es una libreta, le he pegado algunas calcomanías de ese equipo de béisbol que te gusta tanto. Es un regalo.

Tomé la libreta y miré cada una de las calcomanías. —Está increíble Mike, muchas gracias, no sabes cuánto lo aprecio. Voy a usarla muy bien.

—¿De verdad te gusta? ¡La hice yo misma! —la emoción en sus ojos y su sonrisa brillante eran muy contagiosas.

—Me encanta, muchas gracias Mike. Voy a guardarla en mi mochila ahora mismo para no perderla.

—De todas maneras, si la pierdes o si se le terminan las hojas, puedo hacerte otra, no te preocupes Caparzo. Puedo hacerte muuuchas más—. Le sonreí, ella era como una hermana pequeña para mí también.

—¡Mike! ¿Cuántas veces te he dicho que solo yo puedo llamar a Caparzo, Caparzo? Tú llámalo por su nombre, copiona—apareció Miles.

—Es que quiero ser como tú, ¿no puedo? — le preguntó ella.

Miles suspiró y sonrió. —Claro, pero recuerda que tienes que ser mejor que yo.

—Lo intenté—dijo ella, desesperanzada.

Solté una carcajada. —Tu hermano solo quiere que vayas a la universidad, yo también quiero.

—Entonces estudiaré mucho para ir a la universidad contigo, Caparzo, así podré conseguir un buen empleo y podré comprarle una gran mansión con piscina y todo a mi hermano—dijo haciendo un ademán con sus brazos, describiendo algo grande con estas.

Miles amplió su sonrisa. —¡Claaro!, por eso tienes que ser mejor que yo y estudiar mucho, me tienes que comprar una gran mansión con piscina y todo.

—Por eso debería ir a estudiar, los veo luego, ¿está bien? —dijo y asentimos, luego dejándonos solos a Miles y a mí en el vestíbulo.

—¿Cómo está ella? — le pregunté.

Miles asintió varias veces. —Ha mejorado enormemente, ahora es una de las mejores estudiantes de toda la escuela. No sabes lo orgulloso que estoy de ella, y todo se debe a ti. No sé qué habría pasado si no la hubieras encontrado aquel día, ella podría haber hecho cualquier cosa...

—Ella es muy inteligente, ¿sabes? tiene mucho potencial.

—Te quiero mucho Caparzo, como agradecimiento te haré un tatuaje gratis, ¿quieres uno? Soy muy bueno.

—Sé que eres muy talentoso, pero aún me dan miedo las agujas— confesé.

Él se rió. —Ya verás que cuando te lo haga, no será nada, y cuando llegue ese día, me dirás que yo tenía mucha razón.

—Ya quisieras eso, Miles.

Hablamos de su negocio, dijo que le estaba yendo muy bien, que cada vez tenía más clientes, pues estos corrían la voz y hablaban de lo bueno que era Miles en su trabajo. Estaba muy feliz por él, había pasado tanto mal por la culpa de mi madre...

—Sé que has esparcido folletos por la ciudad para promocionar el local, Pierre. Estoy muy agradecido, pero no tenías por qué hacerlo. Sé que te sientes culpable y que me ayudas para poder compensarlo, pero también sé que aquello no fue tu culpa. No te resiento, tu madre podría ser maléfica, pero a ti no te resiento, sé que eres diferente a ella, eres mejor.

—Gracias por creer eso, pero sabes que seguiré haciendo cosas, somos amigos después de todo, los amigos se ayudan entre sí.

—A veces te pasas de terco, amigo mío, me comienzo a preguntar de quién lo has sacado. También sabes que me seguiré negando.

—Los dos sabemos cosas.

Miles suspiró. —Eres todo un caso, eres todo un...— se detuvo de pronto, se quedó mirando sorprendido a algo o a alguien detrás de mí. Lentamente se formó una sonrisa en su rostro. —Pero mira quién se ha dignado a aparecer luego de dos meses. ¡Olive! —exclamó y me volteé inmediatamente.

Olive Channel Davies estaba allí. La misma Olive Channel Davies que conocía.

 La misma Olive Channel Davies que conocía

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