*Capitulo 42*

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Las notas musicales se empiezan a escuchar, mientras la voz de Rita Ora llena el espacio mientras mis pies se dirigen al centro de la pista, sintiendo plenamente varias miradas puestas en mi, y aquel hombre que sostiene mi mano con una sonrisa en su rostro.

Nuestro caminar se detiene, para así ubicar mis dos manos en sus hombros, mientras que las de él dan a parar a mi cintura, sosteniéndome de una forma en la cual mi cuerpo consiguió acercarse al suyo, para dejar una muy fina distancia entre mis senos y su pecho.

Mi mirada se encuentra con la suya, logrando que una especie de corriente transcurra en mi cuerpo, una que podría apostar que hasta él logro sentirla.

Sin nada mas que esperar, nuestros cuerpos comienzan a moverse al ritmo de la música, al principio bastante lento, como si fuera uno de esos típicos bailes en la secundaria cuando te encuentras en tu graduación, pero a los pocos segundos la música adquiere una subida de ritmo una que nos hace aumentar nuestros de una manera tan sincronizada que hasta a mi logra sorprenderme.

Ejerzo presión en sus hombros en el momento que sus manos van subiendo hasta llegar a mi espalda descubierta, dándole una mayor facilidad al ruso para prácticamente unir su cuerpo con el mío al ritmo de aquella canción que en estos momentos, su significado hace que trague saliva.

Quisiera decir que no lo busque entre las personas que nos observaban con total diligencia, pero si lo hice, dándome cuenta de como Ada, esa mujer que lo acompañaba, ahora pasaba sus manos por su cuello de una manera que sobre pasa una relacion de amistad.

Erick por el contrario se encontraba bastante concentrado con nosotros, conmigo, logrando conectar sus ojos con los míos, transmitiendo un especie de sentimiento, varias palabras no posibles de interpretar ante esta situación.

A mi mente llegan todas sus palabras, sus explicaciones, pero aun no confió, ¿Cómo confiar cuando esta aquí con ella?

No quiero parecer celosa ni apresurada, pero aquella mujer, la que hablo mal de mi, la que él en ningún momento callo ni me defendió a pesar de decir que me ama, solo me trae rabia, enojo por verlo muy feliz a su lado.

- no lo mires encanto - escucho que murmura una voz masculina, provocando que mi atención sea dirigida al hombre de ojos azules enfrente mío - demuéstrale que no te han derrotado, que tu eres quien los ha dejado en el piso.

Parpadeo varias veces queriendo soltar alguna palabra, pero me es imposible al escuchar como las dice como si supiera muy bien lo que transcurre por mi mente, lo que ha ocurrido con aquella pareja a lo lejos.

- yo... ¿como lo sabes?

- en este mundo nada es secreto, menos cuando de escándalos pueden tratarse - trago saliva - peor no debes sentirte mal, ellos son los que deben estar mal por no tener una joya tan preciosa consigo.

- ¿porque lo dices? 

- porque me siento como un ganador de miles de medallas olímpicas en estos momentos, porque tengo a la mujer mas preciosa bailando conmigo.

Dicen que unas palabras no pueden cambiar los sucesos, el pasado, pero también debo saber que las correctas pueden ocasionar que tu animo aumente, que tu autoestima lo haga, mas cuando siente que la persona lo ha dicho con sinceridad, con una sinceridad que en mi mundo es muy poco usual.

El ritmo de la canción vuelve a aumentar anunciando que el coro esta a punto de sonar, lo que me hace guiar mis manos hacia su nuca para entrelazarlas en ese sitio y adquirir mayor comodidad.

- tienes razón - suelto casi que al momento en el que me pego mas a su cuerpo, dándole el perfecto aviso para que nuestros con muy poca distancia, comiencen a deslizarse por la pista de tal forma que a cualquiera le transmitiría que tenemos un vinculo muy intimo.

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