𝘊𝘰𝘰𝘵𝘪𝘦𝘴 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉

Diecisiete

Dieciocho y diecisiete.

Pasadas las horas, la casa se había llenado de gente, el anfitrión de la fiesta y sus amigos se encontraban en la sala de estar, ya algo pasados de copas. Junto a otros chicos jugaron al UNO por shots, todos estaban a las carcajadas y diciendo algunas incoherencias, el que venía perdiendo era Jeno, quien estaba muy borracho.

—Oye, dueño de de casa, tengo su-sueño... quiero dormir —exclamó Jeno esforzándose por soltar cada palabra.

El mayor carcajeó al escuchar hablar a su amigo.

—Ve a la habitación de Mark —contestó Donghyuck.

—Va-Vamos Nono, te llevaré —anunció Jaemin.

El menor agarró a su amigo de la cintura e hizo que éste se agarrara de sus hombros, lucho un poco para sacarlo de la sala y luego para hacerlo subir las escaleras, pero al final puedo llegar a la habitación de Mark, ésta estaba toda oscura, el menor cerró la puerta con seguro y guió al mayor hacia la cama, lo depositó allí y prendió la lámpara, Jeno solamente se reía de lo cansado que estaba Jaemin.

—Pesas, idiota —rió el menor.

El castaño se sentó al lado de su mayor.

—Acuéstate conmigo —suplicó Jeno haciendo pucheros.

Lo único que ganó fue una carcajada de Jaemin, nunca lo había visto haciendo esas muecas, parecía todo un niño.

—Amo cuando te ríes.

El menor dejó de reír y clavó su mirada en su amigo—. ¿De verdad?

Jeno asintió con una sonrisa.

—Además, tienes unos dientes bonitos, también unos labios bonitos y también una nariz bonita, también unos ojos bonitos... Tú eres hermoso —comentó el mayor tropezando entre sus propias palabras.

Se levantó hasta quedar sentado frente al castaño, quien únicamente mantenía su vista enfocada en los ojos del contrario, Jeno levantó su mano y comenzó a acariciar el rostro de su amigo, con una sonrisa tonta en sus labios. Tocó su mejilla y luego con su pulgar rozó el labio inferior de Jaemin, éste solo se dejaba hacer.

—Me encantas... mucho mucho mucho, Piojoso.

—De-Deja de bromear, imbécil —el rostro del menor estaba algo rojo.

—N-No estoy bromeando, lo-os ebrios siempre dicen la verdad.

El mayor fue acortando la distancia entre ambos, moría por volver a probar los labios de su amigo, al ver que éste no se alejaba, unió sus labios creando una lenta danza entre ellos, el menor subió su mano hasta la nuca de Jeno y se aferró a su cabello, poco a poco iban profundizando aquel beso, el beso se intensificó un poco, de repente Jeno empujó a su amigo hasta dejarlo recostado sobre el colchón, le regaló una pequeña sonrisa y volvió a besarle. El mayor volvió a alejarse para tomar un poco de aire y comenzó a esparcir varios besitos en toda la cara del castaño, hasta que dejó un beso en su cuello y uno en su clavícula.

Luego de ver que no se movía, el menor levantó un poco su cabeza para encontrarse con su mayor dormido en su pecho, con cuidado lo acomodó, el menor estaba con una sonrisa de oreja a oreja aunque no sabía el por qué.