Nueve

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Diecisiete y dieciséis.

—Wow, si les creyeron —dijo en chico que se encontraba al otro lado de la puerta.

—Por supuesto, Mark. Soy un maestro en el arte de las buenas mentiras —contestó el castaño con aires de grandeza.

—Como sea, pasen... —abrió completamente la puesta dejando pasar al par—. ¿Qué tal todo, Jen?

—Todo bien, siendo arrastrado a cualquier tontería que se le ocurra a este idiota, ya sabes.

—Sigo aquí, Jeno-ssi —reprochó el menor con una sonrisa falsa.

—Okey, luego continúan con lo suyo, vayan a cambiarse, hay una fiesta a la cual quiero llegar temprano —ordenó el mayor de todos.

[...]

Al llegar a la dichosa fiesta, se percataron que no era solo una simple fiesta, la casa de Donghyuck estaba a tope, casi toda la escuela estaba allí, algunos hablando, otros jugando a algo para pasar el rato, otros bebiendo y unos que otros dando espectáculo.

Los tres chicos se adentraron más, hasta llegar a la cocina, donde la isla del medio estaba llena de bebidas de todo tipo, en su mayoría alcohólicas.

—¿Quieren algo de alcohol? —preguntó el canadiense.

—Nosotros no-

—Yo sí quiero —contestó con una sonrisa el castaño.

—¡Excelente! —el rubio comenzó a servir una de las bebidas que agarró de la isla en dos vasos—, Jeno, ¿por qué no bebes algo?

—Tomaré algo de jugo.

—Okey...

En menos de veinte minutos ya cada uno se encontraba en distintos lugares de la casa, el paradero de Mark era desconocido, Jaemin se encontraba en el patio con un grupo de personas que no conocía y Jeno estaba parado en un rincón con su vaso de jugo —el mismo vaso que se sirvió cuando llegó a la fiesta— que seguramente ya no iba a beber.

Una vez que el aburrimiento terminó por ganarle, decidió ir en busca de Jaemin, se abrió paso entre toda la muchedumbre hasta dar con la puerta que daba al patio trasero, una vez fuera pudo localizar fácilmente al grupo, ya que eran los únicos fuera de la casa. Silenciosamente, se acercó y vio que estos estaban sentados en el suelo en círculo, no conocía a ninguno, seguramente eran de último año y todos ellos estaban muy ebrios, al igual que Jaemin, una vez que el menor divisó a Jeno lo jaló hasta el círculo e hizo que se integrara a éste.

—Bien pequeño, te toca a ti —habló una chica que se encontraba frente a Jaemin, se veía que tampoco estaba en sus cinco sentidos.

—Okey...

El pelinegro no entendía que pasaba y tampoco entendía por qué todos se exaltaban y se reían a carcajadas, hasta que la misma chica de hace rato habló:

—¡Debes besarlo a él! —gritó alegre la chica mientras apuntaba con su dedo al pelinegro.

Jeno abrió en demasía los ojos, ¿había escuchado bien?, ¿qué mierda estaba pasando?. Luego entendió todo cuando bajó la vista y vio la botella de cerveza vacía apuntando hacia su dirección.

—Está bien —río el menor.

Éste tomó desprevenido al pelinegro, pero eso no le impidió llegar hasta sus labios y crear una lenta danza entre ambos. El mayor no caía en lo que estaba pasando hasta que sintió las manos del menor escabullirse entre su cabello, quería hacerlo a un lado porque sabía que el menor no estaba del todo consiente, pero sus labios eran tan suaves y dulces que se le hizo difícil no seguir ese beso. Una vez que se separaron, no lo hicieron del todo, el pelinegro abrió sus ojos y vio lo cerca que aún lo tenía al otro, y éste solo sonreía y dejaba pequeños besos en sus labios y en la comisura de su boca.

—Bien, ya es suficiente, pequeño —advirtió divertida otra chica—. ¿Giras tú? —preguntó mirando al pelinegro.

—N-no, yo debo i-irme...

𝘊𝘰𝘰𝘵𝘪𝘦𝘴 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora