Veinte

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Dieciocho y diecisiete.

Los dos jóvenes estaban algo nerviosos por la cena de la noche, ya que habían quedado de acuerdo en contarles a sus padres esa misma noche, sabían que no se iban a negar ni los iban a regañar, pero los nervios seguían ahí.

Una vez, caída la noche, las dos familias ya se encontraban en la casa de los Lee, las mujeres le ordenaron a los dos jóvenes que pusieran la mesa en lo que terminaban con la comida.

—Cariño, necesito que me traigas la caja de copas que están en la cochera —pidió la señora Lee a su hijo.

—Claro, ma. Ven Jaemin, ayúdame.

Ambos fueron hasta la cochera en busca de las copas, al llegar allí, el mayor tomó de las mejillas al castaño y plantó un beso en sus labios, entre sonrisas el menor le siguió el beso.

—¿Con esto querías que te ayudara? —susurró Jaemin.

—En parte, si...

Compartieron otro beso, el cual duró menos porque no querían levantar sospechas, era obvio que no podían tardar tanto en llevar una caja. Al encontrarla, el menor la agarró y justos volvieron a la cocina.

Una vez servida la comida, todos tomaron asiento, la noche iba tranquila, ambos chicos se lanzaban una que otra mirada mientras comían, no estaban tan seguros en que momentos soltar la noticia. La señora Lee comenzó a servir el postro a cada uno, Jeno le lanzó una mirada a su novio indicándole que era el momento.

—Disculpen, necesitamos decirles algo... —habló Jaemin rompiendo el silencio.

Los adultos dejaron de lado lo que estaban haciendo y centraron su atención en los dos jóvenes.

—Nosotros estamos saliendo —comentó Jeno, sin una pizca de duda.

De pronto, se creó un silencio algo incómodo, nadie decía ni hacía nada, ambos chicos comenzaron a ponerse nerviosos, ¿sus padres se enojarian?, ¿se negarian?

—¿De verdad, cielo? —preguntó la señora Na, sin poder creerlo.

Ambos dos asintieron.

—¡Oh por Dios! No lo puedo creer, nuestros bebés siendo noviecitos—exclamó la madre de Jeno con lágrimas en sus ojos—. ¡Yo sabía que ese alguien que te gustaba podría ser Jaemin! ¡Lo sabía! Mi instinto de madre me lo decía.

—Los felicito, hacen una linda pareja —comentó el señor Lee con una tierna sonrisa.

—Gracias —dijeron ambos.

—¡Un momento! —exclamó la señora Na—. Osea que cuando estaban hoy en la habitación, en realidad no estaban viendo la película...

Ambos chicos se sonrojaron.

—¡Lee Jeno! ¿Estabas haciendo cochinadas con Jaemin? —preguntó la mujer exaltada.

—¡No! —el pelinegro quería huir de ahí—. No estábamos h-haciendo nada malo.

El señor Lee solo cubrió su rostro, no creyendo el escándalo que estaban armando las dos mujeres, nunca entenderían que sus "bebés" ya no tenían nada de bebés.

—¿¡Pero entonces sí estaban haciendo otra cosa!? —la señora Na no quería ni imaginar que su bebé estaba haciendo cosas indebidas.

—Ma, s-solo nos estábamos besando y l-luego le pedí que saliera conmigo —contestó el menor exaltado y con sus mejillas sonrojadas.

Tras la respuesta del castaño, las dos mujeres se tranquilizaron para ahora sí felicitar a sus bebés. Todo había salido bien y la cena terminó bien, ambas mujeres —como siempre— comenzaron a recordar a sus hijos de pequeños y como desde antes ellas ya sabían que algo pasaría entre ambos.

Los adultos se quedaron tomando café en la sala —como en cada cena— mientras que los dos jóvenes salieron afuera y se sentaron en la entrada de la casa, estaban muy felices de que su familia se haya tomado bien la noticia y el que puedan estar juntos. Jaemin apoyó su cabeza en el hombro de su novio y entrelazó sus manos.

—Te quiero, Nono —el castaño levantó su mirada para cruzarla con su mayor—. Gracias por aguantarme desde pequeños y no alejarte de mí.

—Yo te quiero más. Gracias a ti por no rendirte conmigo, a pesar de que era un gruñón.

—Mí gruñón.

El mayor sonrió enternecido y se acercó al menor para darle un beso. De pronto un flash los sacó de su mundo, rápidamente miraron hacía atrás y estaban sus madres con una cámara paradas del otro lado de la ventana, hasta que el padre de Jeno fue y cerró la cortina y les reprochó:—. ¡Ya dejenlos en paz!

Los dos rieron ante la situación y volvieron a su mundo.

FIN.













este es el último capítulo, pero aún queda un pequeño extra.
muchas gracias a l@s que leyeron esta historia y la apoyaron, espero que haya sido de su agrado.

𝘊𝘰𝘰𝘵𝘪𝘦𝘴 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora