Uno

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Siete y seis.

El día de hoy iba a ser un día emocionante, puesto que conocería a la mejor amiga de su madre y al hijo de ésta. Su madre le había contado que su mejor amiga se había mudado a otro país y que hace poco había vuelto.

El pequeño Jaemin se encontraban feliz de poder conocer a Jeno, el hijo de la señora Lee, el niño era solo un año mayor que él.

Su madre estaba en la cocina preparando una rica merienda, esperando por su visita, por otro lado, Jaemin había acomodado su habitación, dejando sus mejores juguetes en su pequeño escritorio. Al pequeño Na le gustaba mucho socializar y hacer nuevos amigos, por lo que siempre daba lo mejor de sí al conocer a nuevas personas.

Desde su habitación escuchó el sonido del timbre, por lo que bajó a toda prisa para poder ser él quien abriera la puerta a los invitados, al abrir esta se encontró con una mujer alta, de cabello oscuro y linda sonrisa, tomando la mano de un niño, el cual se encontraba parado a su lado.

—Oh, hola, tú debes ser Jaemin —habló la señora.

Al escuchar esa voz, la señora Na rápidamente se acercó a la entrada para así poder recibir a su amiga.

—Minying, tanto tiempo... —dijo alegre la señora Na abrazando a la otra mujer.

—Lo sé, Dongju, solo mírate eres toda una mujer —comentó la pelinegra con una sonrisa—. Ah, él es mi hijo, Jeno.

—Hola, Jeno —saludó la castaña al pequeño niño.

—Hola, señora Na —saludó tímidamente Jeno.

—Es todo un encanto —comentó la señora Na—. Como ya lo habrán visto, él es mi hijo, Jaemin. Cariño, ven saluda.

Jaemin se encontraba atrás de su madre, luego de acercarse a los demás extendió su mano hacia la mujer y dijo: —Buenos días, soy Na Jaemin.

—Soy Lee Minying, pero puedes decirme tía. Un gusto conocerte —saludó la mujer agarrando la mano del niño.

—Hola, Jeno. Espero que podamos ser buenos amigos —habló con una gran sonrisa el castaño.

—Hola...

Luego de entrar todos a la casa, Dongju los guio hasta el patio trasero donde había preparado la merienda y a unos pocos centímetros Jaemin había preparado una pequeña mesa con bocadillos y algunos dulces para merendar con Jeno. Una vez que ambos estaban en la pequeña mesa, Jaemin moría de ganas por preguntarle cosas y saber más de él.

—¿Te gusta Tayo? —preguntó feliz el castaño.

—No.

—Deberías verlo, es muy divertido, ¿qué dibujo te gusta? —cuestionó el menor mientras comía una galleta.

—Ninguno.

—Que mal, yo podría enseñarte algunos que seguro te gustaran.

—Tengo siete años, ya estoy grande para ver dibujos —contestó seriamente el mayor.

—Claro que no, solo eres un año mayor que yo, así que todavía eres un niño.

A lo largo de la merienda Jaemin no dejaba de preguntarle cosas a Jeno, quien contestaba cortante o a veces ni siquiera lo hacía, el menor a pesar de esto ponía empeño para conocer al mayor. Una vez terminada la merienda ambos niños subieron a la habitación del dueño de casa, aunque Jeno fue obligadamente.

—Esta es mi habitación, mi mamá me ayudó a pegar algunas fotos de mis dibujos favoritos, ¿verdad que queda lindo? —el menor miraba con una sonrisa sus paredes, su madre y él habían hecho un gran trabajo.

—No, no es lindo, es infantil.

—¿Por qué eres tan gruñón?

—¡No soy gruñón! —replicó el mayor cruzando sus brazos.

—¿Y por qué no quieres ser mi amigo? —preguntó curioso el menor.

—¡No quiero ser tu amigo porque seguramente tienes muchos piojos!

El menor se sorprendió de lo que dijo el pelinegro, observó la cabeza del contrario y notó que su cabello estaba bien peinado y el de él estaba al natural ondulado, pero eso no quería decir que tenía piojos o estaba sucio.

—Yo no tengo piojos, siempre me baño y lavo mi cabello —el menor se había enojado—. ¡Así que no tengo piojos!

—Igual debes tener piojos —dijo el mayor para luego sacarle la lengua a Jaemin.

—¡Tú eres un gruñón! —Jaemin también le sacaba la lengua.










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nueva historia¡!

𝘊𝘰𝘰𝘵𝘪𝘦𝘴 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora