Capítulo 17

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Steve.

Corrí por la carretera con todas mis fuerzas. El aire frío me calaba con fuerza en los pulmones como si hubiera tomado un puñado de mentas antes de agua helada. La respiración hacía arder mi garganta. Mi objetivo era llegar a los edificios de apartamentos y perderlos ahí antes de cansarme, pero eso ya estaba sucediendo; miraba cada tanto hacia atrás, pero los tres hombres seguían mi paso sin que pareciera afectarles.

—Hace mucho que no nos vemos, hijo— su mano intentó alcanzar la mía pero la quité antes de que la tocara.

—Ambos sabemos que no viniste por eso, ahórrate el drama.

—¿Una madre no puede tener el derecho de ver a su hijo? Me duele mucho que pienses así de mí— fingió sentirse dolida y se puso una mano en el pecho.

El restaurante estaba iluminado por tenues luces amarillas, además de velas en cada mesa. Las miradas de los demás parecían intentar descifrar de qué era lo que estábamos hablando, pero se volteaban rápidamente por la dura mirada de los guardaespaldas de mi madre, quienes miraban con desprecio y autoridad. Eran 3, uno muy voluminoso detrás de ella y otros un poco más bajos pero atléticos, sin duda estaría en problemas cualquiera que intentara sobrepasarse con su protegida. No entendía por qué tanta seguridad si ella era la que hacía más daño que un veneno.

—¿Puedes decirme lo que quieres así puedo volver con mi padre?

—¿Vienes con tu madre y no puedes ni darle diez minutos de tu preciado tiempo?— Sus ojos se iluminaron con falsa inocencia y pesar.

—Tus guardaespaldas me secuestraron de la escuela y tuve que pasar dos horas en un apartamento aislado antes de traerme aquí— le espeté golpeando la mesa con la palma de mis manos, los demás comensales callaron y mi madre les sonrió, como una madre que sabe que su hijo es un rebelde e intenta hacerlo entrar en razón. —Créeme que lo último que quiero es tener que pasar más tiempo contigo.

Su sonrisa siguió un momento más mientras uno de los meseros llegaba a preguntar si todo estaba bien o si necesitábamos algo más, lanzándome una mirada de advertencia a mí y un par de sumisas miradas a los guardaespaldas. Mi madre subió la mano en señal de que todo estaba bien y le agradeció por su preocupación. Una vez que estaba más lejos y todos los demás volvían a lo suyo me miró con el ceño fruncido y su normal cara de hastío.

—Deja de ser un maleducado. Vine hasta este sucio pueblito por tí.

—Gracias, yo no te lo pedí— Intenté levantarme pero uno de los guardaespaldas me sentó apoyando su mano en mi hombro con fuerza.

—No he terminado de hablar— rodó los ojos. —Tan prepotente como tu padre.

Tomó del vino que tenía en su copa con pequeños sorbos para después chasquear los dedos, ante este acto, uno de los guardaespaldas sacó un maletín y de él una carpeta que me cedió a mí. Abrí la carpeta y vi un documento con muchas letras, era demasiado para leer en ese momento. Otro guardaespaldas me tendió una pluma y trató de instar a que lo firmara. Leyendo por encima pude captar la idea del documento, era una demanda hacia mi padre y un documento donde "cedería" los derechos heredados de su empresa hacia ella mientras siguiera estudiando.

—Sabes que ya soy mayor de edad ¿no? o también olvidaste mi cumpleaños.

—No te hagas el listillo. Si sigues estudiando sigues al cargo de tu tutor legal aunque seas mayor. Ahora sabes que tienes que hacer.

—Sí, y seguramente seré feliz para siempre.

—Ese es un contrato. Te daré todas las facilidades que quieras solo porque lo firmes— Comencé a leerlo "autos, tarjetas de crédito con grandes límites, un apartamento en la ciudad" pavadas; sabiendo cómo era ella me desecharía en cuanto tenga el poder absoluto de todo.

Bad bitchWhere stories live. Discover now