Capítulo 39: Contrita malevolencia

497 167 24
                                    

La ira consumía a Albert.

En el preciso momento que Cassandra lo había besado notó para su sorpresa, y con evidente pesar, que Alissa Maddison permanecía inmóvil con los ojos abiertos por la impresión recibida tras aquella inconfundible escena.

Comprendió, además, que todo lo que había transcurrido minutos antes en la playa se había disipado producto de ese grave error.

Por supuesto, Alissa no tuvo más remedio que entrar a su vehículo y acelerar por la angosta y solitaria callejuela. Él no tuvo tiempo de alcanzarla pero sí que lo intentó. Para cuando llegó ya el auto había atravesado inexorable la perturbada y densa noche.

Lo primero que Albert sintió fue una cólera incontenible pero, a pesar de todo era un caballero y las acciones violentas en él estaban minimizadas a lo efímero.

Cassandra le sonreía de manera malévola y orgullosa. Sin duda, el beso había sido muy intencional.

—¿Qué rayos acabas de hacer? —
La pregunta de Albert no fue respondida porque en parte Cassandra miraba a Norma cuyo pecho estaba direccionado hacia adelante y sus brazos reposaban flexionados a ambos flancos de su cintura. En su rostro también se dibujaba una sonrisa de satisfacción.

La furia se incrementó en él.

—Cassandra, te sugiero que te vayas. —advirtió Albert en voz baja.

Ella miró a Norma, sorprendida.

—Pero, necesitamos hablar, ¿no? —afirmó—. Hace semanas que no hablamos y estoy muy preocupada.

Albert caminó hacia la entrada de la casa ignorando por completo las palabras de su ex novia. Miró su reloj de muñeca y notó lo tarde que era para perder su tiempo en algo tan trivial como aquella discusión.
Alissa entraba y salía de su cabeza. Su rostro: ¡Oh, por Dios! Ese rostro incrédulo tras la escena que se cernía ante sus ojos no lo iba a olvidar jamás y en el fondo se sentía estúpido y decepcionado de sí mismo.

—¡Albert! ¡Cassandra vino de muy lejos y quiere hablar contigo… no la ignores!

Tras escuchar la voz de su madre a su espalda, no tuvo más remedio que detenerse en el umbral antes de entrar.

Norma Walfs vislumbró el rostro mortífero de su hijo. Se llevó una mano a la boca, impertérrita.

—Lárguense.

Y cerró la puerta.

Las luces de la pequeña sala que conformaban su casa estaban encendidas. El olor a limpio y a comida recién hecha se extendían por todos los rincones como un efluvio acogedor. Sin embargo, Albert no sintió pena por lo dicho hacía segundos ya que necesitaba borrar todo lo sucedido y darle a Alissa una explicación de todo. Las palabras se aglomeraban en sus labios y entonces la culpa lo consumió por completo.

“Era una imagen que no dejaba lugar a las dudas: él besando a esa mujer y ella a pocos metros observando, atónita, la correspondencia con la que Albert había actuado. Cassandra lo había tomado por sorpresa como siempre lo había hecho años atrás pero no había forma de decirle a una mujer como Alissa que lo que acababa de ver era un garrafal error”. 

Entró a su recamara con el sudor recorriéndole su rostro y la respiración irregular por el arrebato de adrenalina que tenía. Quería golpear bruscamente algo y descargar su estúpida acción sin temor a nada; quería destruir todo a su paso pero a decir verdad no había forma de hacerlo pues ya todo se había reducido a las cenizas. Él mismo lo había logrado y ahora Alissa, cuyos planes a futuro se habían venido abajo, estaba herida y decepcionada de un amor que desde el principio había parecido imposible.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora