Capítulo 31: Un poco de suspicacia

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—¿De qué estás hablando? —preguntó Albert incrédulo.

Alissa permanecía de espaldas a la puerta de la oficina con las manos colocadas hacia atrás mientras sostenía el pomo con fuerza para evitar que alguien entrara y les sorprendieran.

—No podemos hablar aquí.—avisó—. Solo quiero advertirte de que tú vida corre peligro y es necesario que lo entiendas.

Por supuesto, Albert estaba tan confundido que hizo caso omiso de aquella perorata. No le entraba en la cabeza a qué realmente debía temer por lo que caminó con paso decidido hacia el escritorio y se sentó en la silla giratoria, en absoluto silencio.

La distancia se alargó entre ambos y Alissa comprendió que debía ser más astuta y no estarse con rodeos o limitaciones si quería hacerse entender por completo.

—Sé que no me crees, puedo verlo en tu rostro pero necesito que entiendas que aquí en estas instalaciones hay personas que buscarán la forma de hacerte daño.

Las palabras salieron de su boca de una forma espontánea. El sentimiento que poseía aquella advertencia le hizo sentir un poco de miedo, por lo que en el momento justo en el que Alissa terminó de hablar se acercó a la mesa y colocó ambos brazos en ambos extremos de la misma, se inclinó y su rostro quedó a pocos centímetros de Albert, el cual le imitó.

—No quiero que te pase nada. —le susurró a media voz.

Fue en ese instante cuando Albert entendió que Alissa, su amada y extraordinaria Alissa, hablaba en serio.

—Pero…

—No puedo decirte ahora mismo cómo. —interrumpió ella y miró hacia atrás con rapidez—. Hay gente cerca y pueden escucharnos.

Cuando volvió a mirarlo directamente, Albert se aprovechó de ese instante y acercó su rostro un poco más para tocar sus labios. La besó con delicadeza y se dejaron fundir por un tangible placer.

Alissa se separó con lentitud muy en contra de su propia voluntad. Recuperó el aliento y controló su cuerpo de los espasmos que sentía por él.

—Veámonos hoy en Playa Rocosa, al norte de la bahía.

Él asintió con una mirada de deseo infernal. Estuvo a punto de tomarla y hacerla suya allí mismo sobre el escritorio.

“—A las 6 la tarde nos veremos ahí. No comentes de esto a nadie, por favor.

Su mirada se tornó angelical y suplicante. Albert Colt no la había visto de esa manera: era un rostro que podría fácilmente reemplazar la mirada del miedo etéreo. Sin duda, era un rostro que no podía descifrar.

Y aquello lo volvió más loco.

Cuando intentó responder o quizás preguntar algo más ya Alissa se había dado la vuelta y había salido por el corredor. Observó fugazmente la silueta que se entreveía por las persianas que cubrían el cristal.

Estaba confundido y preocupado. Nunca se había sentido de esa forma, Alissa sabía algo que él no… y lo peor es que no tenía idea de qué era eso.

Sólo en el preciso momento que se había permitido aclarar la mente notó que alguien había tocado a la puerta. Cuando levantó la mirada vio en el umbral a Lukas Trent con una carpeta en su mano derecha.

—Bienvenido Albert Colt, abogado financiero de Construcciones Maddison.

Sonrió con sarcasmo y le dio un fuerte abrazo. Ambos amigos soltaron una carcajada.

—Veo que estás muy bien. —observó Lukas.

Albert inclinó un poco la cabeza.

—Siempre exagerando, amigo mío.

Su colega le entregó la carpeta y Albert la tomó.

—Por cierto, ¿es mi imaginación o la hija de Leonard Maddison estaba aquí contigo? —interrogó Lukas arqueando una ceja.

Albert comenzó a sacar unos papeles de su maletín y los colocó sobre la mesa junto a la carpeta de su compañero con el fin de desviar el rumbo de la conversación.

—¿La hija del jefe? Ufff, ya quisiera yo.

Lukas lo miró inquisitivo pero no dijo nada.

—Estás alucinando con ella, ¿no? —prosiguió Albert tras sentarse y encender su laptop.

—Si, definitivamente esa mujer me hace alucinar. Solo de imaginármela completamente desnuda sobre mí y ponerme detrás…

Albert levantó la mirada y su mano derecha temblaba de pura furia contenida. Quiso asestarle un golpe a Lukas con toda su fuerzas pero se controló. Había dejado de escucharlo porque no tenía la concentración para oír cómo su amigo tenía fantasías con Alissa y se las contaba como si nada de aquello fuera importante para él.

Además, un extraño olor le llegó cuando Lukas dejó de hablar y se despidió para seguir con sus labores.

Él se alejó y cerró la puerta.

Lo último que le había dicho es que se verían a la hora de almorzar. Sin embargo, Albert no le había prestado nada de atención pues el olor del cigarrillo le había estremecido un poco.

Y Albert estaba seguro de algo…

Lukas Trent había dejado de fumar hacía aproximadamente ocho años.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora