Capítulo 29: La presa

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Estaba sumida en un mar negro y denso. La infinita extensión la envolvía como un manto invisible que cubría todo su cuerpo y mas allá del horizonte hasta perderse en el profundo y solitario lugar. Lentamente, comenzó a sentir como una sólida fuerza la soltaba. El manto se deshizo con cierta rapidez y luego entre la inconsciencia y el sublime letargo, despertó.

La visibilidad del ambiente fue tomando su forma hasta que abrió los ojos por completo y notó que estaba en una extraña posición en medio de un desconocido espacio.

El hedor era total: humedad, vapor y sudor.

Enormes tuberías se elevaban por el sitio como serpientes a punto de atacar. En ciertos puntos de conexión de dichos elementos metálicos salía un vapor uniforme por intervalos irregulares y el humo tocaba de manera tosca el rostro de Lauri Maddison.

Una vez que había recuperado el aliento y adaptado la visión a la densa oscuridad intentó levantarse pero su movimiento quedó bloqueado instantáneamente por una cuerda que le rodeaba el pecho y gran parte del cuerpo. Sus piernas, inmovilizadas, le dolían intensamente.

—¿Qué pasó? —masculló mientras apretaba los ojos con lentitud.

Le costaba pensar.

Le costaba recordar.

Tenía la boca muy seca y se sentía realmente mal.

De pronto, cuando pensó que todo no podía estar peor, alguien le habló:

—No digas nada. Debemos mantener la calma.

Aquella voz le erizó todos los sistemas internos de su cuerpo. Aunque no podía girar completamente la cabeza sintió el contacto caliente detrás de ella. No le hizo falta mirar para saber que Carla Brown yacía a su espalda.

—¡Carla! ¡Qué…!

—Shhh, silencio Lauri. Nos van a escuchar. —interrumpió Carla en un hilo de voz.

Unidas entre sí, no podían observarse ni moverse sin provocar dolor a la otra; por ello, Lauri cedió y se mantuvo callada por unos cuantos segundos.

—¿Sabes dónde estamos? —quiso saber al cabo de un rato.

Carla negó con la cabeza pero su compañera no podía verla. El tubo más cercano expiró su humo con fuerza y los sonidos monocordes le parecieron responder por sí solos.

—Parece una fábrica pero no estoy segura. —respondió.

Lauri trató de mover los pies cuyo dolor ya no podía sentir tan intensamente salvo por una leve corriente eléctrica que ascendía por sus piernas. Era peor que el dolor.

—¿Recuerdas algo? Yo sólo recuerdo estar en tu casa buscándote…

Carla sopesó en su mente y dejó de escuchar la voz de Lauri por un momento. Las imágenes se aglomeraban y le provocaban más confusión. No obstante, detalló el instante en que llamaba a su novia pidiéndole que acudiera a su casa.

—Alguien me obligó. Unos desconocidos entraron en mi casa y me obligaron a llamarte o me harían daño. Luego, todo se oscureció y desperté aquí.

—¿Te hicieron daño? Dime si…

El tono de voz de Lauri se había aumentado pero, al darse cuenta de su reacción se aplacó por completo.

—No. Tranquila, no pasó nada. —le tranquilizó Carla.

Tras decir aquello ella se sintió muy insegura. No conocía lo que había sucedido tras el asalto y lo que había acontecido después. Aunque la verdad era una: algún interés tenían los asaltantes para con ellas dos.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora